Elecciones generales

Las urnas salvan a Iglesias (por ahora) del relevo

Aunque no se ve amenazado los resultados le alejan del carismático papel que ansiaba como vicepresidente fuerte.

Las urnas salvan a Iglesias (por ahora) del relevo
Las urnas salvan a Iglesias (por ahora) del relevolarazon

Aunque no se ve amenazado los resultados le alejan del carismático papel que ansiaba como vicepresidente fuerte.

Respira Pablo Iglesias, pero con oxígeno artificial. Se cumplieron los pronósticos que auguraban un batacazo. Sin embargo, la noche electoral rescató a la formación del vacío político, aunque fuera por accidente ya que Sánchez lo necesitará para negociar un futuro Gobierno.

La última semana de campaña ha sido decisiva para que Iglesias haya logado salvar los muebles. Podría haber sido peor, conducirse hacia el abismo lastrado por el «voto útil» que rogaba el PSOE. La recta final siempre sienta bien a los morados. Es cuando Iglesias saca la artillería contra sus adversarios, se crece en los mitines a pie de calle y en los debates televisivos, entona el «mea culpa» sobre el efecto negativo que implican los constantes conflictos internos que sacuden al partido y se erige como la única formación que no se callaría ante los poderes económicos, y único capaz de guiar al PSOE para que cumpla con sus promesas electorales. El mantra podemita reza que Pedro Sánchez solo, sin Unidas Podemos, no sacaría adelante medidas sociales como las que figuran en su programa. Además, en esta ocasión, vimos a un líder que dista mucho del que comenzó en política en 2015: ha abandonado el megáfono y se ha abrazado a la Constitución para asegurar que su partido es el único que garantizaría su cumplimiento y que la reformaría para proteger a las clases más desfavorecidas contra los recortes. Todo sin explicar cómo.

Los resultados confirman que Iglesias ya no es el cabecilla que podía llegar incluso a presidir el Gobierno pero no lo han sentenciado. Era la tercera vez que Podemos se presenta con el mismo líder al frente sin lograr su objetivo para el que nació: ser la «herramienta del cambio», por utilizar una expresión acuñada por el desterrado Errejón. Iglesias, que llegó para regenerar la vieja política y acabar con los vicios del bipartidismo, ha protagonizado durante estos cinco años varias disputas y pugnas por el poder dentro de su propio partido. La batalla por el liderazgo contra Íñigo Errejón, su posterior pulso tras haber conformado un proyecto político distinto de Podemos para la Comunidad de Madrid, el abandono de todos sus afines de las filas oficiales, son algunos de los últimos acontecimientos que aún lastran al partido. Después se sumaría la negtiva de los hasta ahora socios de coalición En Marea y Compromís para volver a repetir acuerdos. La desaparición mediática por la baja paternal y las negociaciones fallidas en la negociación de los Presupuestos hicieron el resto.

Un resultado en el que Podemos no tuviera nada que decir habría acelerado los procesos orgánicos para celebrar el Vistalegre 3 –de donde saldría elegido un nuevo secretario general– y habría afectado directamente al seno del partido que tendría que reconstruirse a pasos agigantados para dar la batalla electoral de cara a los comicios autonómicos y municipales que se producirán en el mes de mayo.

A pesar del valioso tiempo que las urnas han ganado para Iglesias, lo cierto es que en Podemos se ve cercano el relevo del liderazgo con nombre de mujer. Sea como fuere, estos resultados pronostican un cambio más tranquilo y menos condicionado al momento político algo que sin duda agradecerá el propio Iglesias. Ya lo importante se pone por delante de lo urgente. Y en política, el tiempo es oro. Iglesias hará autocrítica, dejará la soberbia de antaño y aguardará lo que tienen que decir sus seguidores en las municipales. Segunda vuelta.