Barcelona
Lluís Bassets: «Hay algo de Berlusconi en Pujol»
Entrevista al autor de «La gran vergüenza»
La confesión de Jordi Pujol el pasado 25 de julio tuvo para Lluís Bassets (Barcelona, 1950) «efectos turbadores». El director de la edición catalana de «El País» tiró por la borda sus vacaciones y pasó el mes de agosto entre lecturas y escrituras. El resultado es «La Gran Vergüenza» (Península), un interesante ensayo periodístico con reflexiones inéditas.
–Dice en su libro que «el caso Pujol no destripa los pactos y las vergüenzas de la Transición, sino los de la consolidación de la democracia».
–Tengo la impresión de que los vicios de esta era democrática no están en el consenso constitucional, sino en las posteriores etapas, cuando se hacen alianzas parlamentarias. Sé que es una idea polémica, pero hay que tomarla como una reflexión política.
–Usted sospecha que el «peix al cove» (la política de «pájaro en mano» que caracterizó la negociación de Pujol con los gobiernos del PP y del PSOE) también incluyó comisiones.
–Al «peix al cove» le falta el compromiso con la gobernación del Estado y le sobran capítulos grises que creo que existen particularmente en los pactos del Majestic, en un momento de privatizaciones muy importante. Todo esto coincide con lo que podríamos llamar «el momento hijos». De pronto, en casa de Pujol se sientan a la mesa de domingo varios millonarios. Maravilloso para un padre, muy satisfactorio, pero me permite reflexionar que los pactos del «peix al cove» tenían, probablemente, un capítulo de conchabismo y de ayudas.
–En un capítulo de su libro sugiere lo que usted llama «una ecuación diabólica»: 3 por ciento (de comisiones) por 23 años por siete hijos. E incluso desliza que si esta trama se confirmara superaría todos los casos de corrupción conocidos ahora.
–Es una hipótesis, pero hay que pedir una investigación a fondo. Hay un problema con Pujol y es que ha estado 23 años en el poder, y otros siete ausente de la Generalitat, pero presente en la cúpula de CDC. Visto desde el mundo de hoy, con reivindicaciones de democracia directa y de transparencia, suena muy raro, muy asiático, contemplar la trayectoria de un dirigente con más de 30 años controlando resortes de poder.
– Pujol únicamente ha confesado haber ocultado una fortuna en el extranjero durante 40 años. ¿Supone que tan sólo es la punta del iceberg?
–Si estamos hablando de un fraude fiscal de cuatro millones de euros, éste sería un problema serio porque afecta a la autoridad moral de Pujol, pero desgraciadamente es demasiado común. Si el caso es diez veces más grande ya empieza a tener una envergadura muy preocupante, pero si el multiplicador añade un cero más hablaríamos de repúblicas centroasiáticas.
–El Parlament investigó el caso del 3 por ciento y en sus conclusiones dijo que «no se habían podido acreditar» el cobro de comisiones ilegales. ¿El Parlament tiene instrumentos suficientes para investigar?
–Si el Parlament quiere tiene los instrumentos. En todo caso, Pujol debería tener la vocación de ser él mismo quien esclarezca todo esto y de evitar que sean otros quienes lo hagan.
–Apunta la hipótesis de que el origen de la fortuna en el extranjero de Pujol esté en sus negocios en Banca Catalana. ¿Ese caso se cerró en falso?
–La incógnita más importante es saber si en algún momento la parte que tenía Pujol en propiedad de Banca Catalana consiguió escaparse de la quema. Pero hay otra cosa que no está clara y es que entonces (en los años 80) nos parecía lo más normal del mundo que un banquero que tenía inversiones en las autopistas, en la industria de los accesorios del automóvil y en 20 sitios más se convirtiera en el presidente de la Generalitat. ¿Alguien piensa que esto sería posible ahora?
–¿Por qué fue posible entonces?
–Yo estoy seguro de que el debate estaba dentro de Convergència, pero Pujol ganó a sus adversarios, a los de dentro y a los de fuera. El hecho de ser banquero le hacía discutible incluso como candidato, pero como es un animal político de gran envergadura, capaz de ser virgen y mártir, capaz de fingir que no es maquiavélico a pesar de que es el político más maquiavélico de los últimos 50 años en España, convierte este obús contra su línea de flotación en el instrumento para afianzarse.
–Incluso sus adversarios acabaron por defender a Pujol tras estallar el caso Banco Catalana.
–Es que yo recuerdo estar en casa de Pasqual Maragall junto a un grupo de periodistas y quien defendía a Pujol era Maragall y quienes sufrieron el desgaste fueron los socialistas. Es una ironía tremenda desde el punto de vista histórico .
–En su libro sugiere un paralelismo entre las figuras de Pujol y Berlusconi.
–Hay algo de Berlusconi en Pujol, sin duda. Lo que pasa es que es un Berlusconi en un orden distinto, pero al final se trata de controlar los medios, la justicia y crear un partido alrededor de una persona. Pujol compra un banco (Banca Catalana) con su padre porque tiene un proyecto para Cataluña y se propone, mientras exista la dictadura, desarrollar este proyecto a nivel de sociedad civil. Luego quiere llegar al poder. Es decir que en aquel momento es un banquero que utiliza el banco para crear una red de relaciones y llegar al poder.
–¿Y Berlusconi?
–Berlusconi crea un poder mediático para llegar al poder político. Hay otra diferencia y es que cuando Berlusconi llega al poder político lo hace para consolidar su poder mediático, no lo hace tanto porque tenga un proyecto de Italia y, además, lo hace para evitar que la Justicia caiga sobre él. Pujol no. Llega al poder y luego lo utiliza para escapar de la Justicia. Es decir, sí hay un juego de espejos entre Pujol y Berlusconi.
–¿Cuál es su conclusión acerca de la figura de Pujol después de la confesión del 25 de julio?
–Al final, lo que deja al desnudo la confesión de Pujol es su vocación de poder, una vocación de poder excepcional que proyecta a través de Cataluña. Ahí se podría sacar mucha punta porque su potencial es tan elevado que si su vocación de poder no se hubiera ceñido a Cataluña habría llegado más lejos. Pujol, en otras circunstancias, en otro país como Italia o Alemania habría sido su presidente.
–Tras la confesión, ¿ha perdido la ocasión pasar a la historia como el mejor presidente de Cataluña?
–Pujol ya tiró una parte de su legado en 2011 cuando se hizo independentista y desestimó la tercera vía. Si la tercera vía no es válida y es lo que hizo Pujol durante 23 años quiere decir que lo que ha hecho usted no vale para nada. De hecho, el discurso del neosoberanismo actual va aparejado a una crítica de fondo al autonomismo y al pujolismo. Él hace una gran aportación al catalanismo pragmático y posibilista, con una idea muy constructiva de Cataluña hasta que de pronto se decide por la «estelada». Ahí tira una parte de su legado, despeñando su autoridad política, y con la confesión despeña su autoridad moral.
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