PSOE
Los barones preparan una ofensiva contra Sánchez en el Comité Federal del día 30
Criticarán los gestos del PSOE al separatismo y reivindicarán la celebración del congreso cuanto antes para elegir un nuevo liderazgo
Criticarán los gestos del PSOE al separatismo y reivindicarán la celebración del congreso cuanto antes para elegir un nuevo liderazgo
La tregua que los barones territoriales firmaron con Ferraz tras el Comité Federal de finales de diciembre, para dar margen de maniobra a Pedro Sánchez en las negociaciones de su investidura, ha saltado por los aires. La decisión «unilateral» y no comunicada de la dirección federal de ceder cuatro parlamentarios a ERC y Democracia y Libertad (DiL) –siglas con las que concurrió Convergència a las pasadas elecciones generales– para que conformen grupo propio en el Senado ha sacado a los dirigentes críticos de su letargo autoimpuesto. Además, la complicidad de Sánchez con los soberanistas no se ha circunscrito únicamente a este regalo parlamentario, sino que también ha afeado al Rey Felipe VI que no recibiera a Carme Forcadell en Zarzuela y ha telefoneado al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para transmitirle su determinación de reactivar el diálogo con las instituciones y de promover una reforma federal de la Constitución. Semejante cúmulo de guiños, en sólo tres días, a quienes no cuentan la unidad de España entre sus prioridades ha causado una mezcla de estupor e indignación entre los dirigentes con más peso territorial dentro del partido, pues consideran que se ha vulnerado la resolución política aprobada en el último cónclave socialista, en la que se prohibía cualquier entendimiento con partidos que defendieran «la autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento».
A pesar de que algunos barones salieron el viernes en tromba para denunciar los atropellos de Sánchez, que –en su opinión– persigue alcanzar su investidura «a cualquier precio, el malestar es latente y palpita en territorios que permanecieron en un estudiado silencio. La presidenta de Andalucía, Susana Díaz, que ha asumido un perfil bajo en este asunto, renunciando a cualquier tipo de protagonismo, mantiene los contactos de cara a armar una nueva ofensiva contra Sánchez en el próximo Comité Federal. El viernes comió con el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, después de que éste criticara con vehemencia lo «inexplicable» de la cesión de los senadores socialistas a ERC y DiL. Los dirigentes territoriales estudian ya la estrategia a seguir en el cónclave fijado para el día 30, donde reactivarán su presión para que el congreso del partido, que debe decidir sobre la renovación o no del liderazgo de la formación, se convoque cuanto antes. Sánchez quiere que el 39º congreso se realice cuando se despeje la incertidumbre sobre la presidencia del Gobierno, para que no haya margen para cambiar el cartel electoral en caso de tener que concurrir a unos nuevos comicios. Sin embargo, los barones críticos no están dispuestos a permitir que los plazos se amplíen más allá de abril. Además, alzarán la voz para criticar los últimos gestos del PSOE hacia los separatistas, opiniones que algunos territorios se guardan para realizarlas donde corresponde, es decir, ante los órganos de dirección del partido.
La única salida de Sánchez, para aplacar el malestar interno, es afrontar la reunión del sábado 30 con un pacto de investidura cerrado bajo el brazo, que excluya –por supuesto– a los soberanistas de la ecuación. «Algo llevaremos», presumen desde Ferraz, ante la acuciante necesidad de calmar a los territorios con una propuesta que garantice la estabilidad y la integridad de España. El problema que se presenta es que el líder socialista quería celebrar este cónclave cuando el escenario político estuviera algo más despejado de incógnitas, pero para el último fin de semana de enero no está previsto, ni siquiera, que Mariano Rajoy se haya sometido a su primer pleno de investidura. Los contactos del PSOE con Podemos y Ciudadanos se suceden, pero hasta ahora no con los resultados esperados; a pesar de ello, la dirección socialista mantiene el optimismo. «A Pedro se le ha puesto cara de presidente», dicen en su entorno, cuando presumen de que haber superado las crisis internas del partido hasta ahora es más difícil que llegar a La Moncloa.
A pesar de los devaneos de Podemos con el referéndum de autodeterminación y las duras críticas que Pablo Iglesias profirió a Sánchez en la apertura del curso parlamentario, en Ferraz consideran que esto es sólo una «pataleta» y cuentan con el apoyo, de partida, del bloque de izquierdas (Podemos e IU). «Se vería incomprensible que no lleguen a un acuerdo de gobierno», reconoce un barón que justifica el «circo» de los diputados podemitas en la constitución de las Cortes para explicitar un enfado que considera «comprensible», tras quedar fuera del acuerdo de la Mesa del Congreso. No obstante, los socialistas siguen obligados a entenderse también con Ciudadanos, cuyas virtudes ensalzan en privado. La fórmula de un apoyo explícito de Ciudadanos y una abstención de Podemos es otra de las estrategias que barajan en Ferraz, pues supondría hacer de la necesidad de Sánchez y Rivera de no concurrir a otras elecciones –en las que tienen más que perder que ganar– virtud. Un pacto que verían con buenos ojos los barones, que no permitirán que Sánchez se lance en brazos de los soberanistas para conseguir su abstención.
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