Elecciones catalanas

Los Comunes no quieren que Cs presida el Parlament

Para presidir la Cámara catalana, los soberanistas necesitarían que cuatro diputados en el exilio renuncien a sus escaños

Inés Arrimadas
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Para presidir la Cámara catalana, los soberanistas necesitarían que cuatro diputados en el exilio renuncien a sus escaños.

Las Navidades ya no son unas fiestas tranquilas y lejos del foco mediático para los políticos catalanes, desde que a Artur Mas se le ocurriera en 2012 avanzar elecciones a noviembre, convencido de que iba a lograr una «mayoría excepcional» que avalara sus planes hacia la independencia. No sólo no logró la mayoría absoluta, sino que perdió un puñado de diputados y quedó condicionado a buscar apoyos para garantizarse la investidura. Primero se ayudaría de ERC, pero en la siguiente contienda electoral necesitaría a la CUP, que acabó jubilándolo tras unas locas Navidades repletas de negociaciones extenuantes para pactar la investidura del 130 president de la Generalitat. Ahora no han llegado todavía los Reyes Magos y las agendas de los políticos echan humo.

Dos delegaciones de ERC y Junts per Catalunya están desplazadas a Bruselas para negociar con el ex president Carles Puigdemont y los cinco ex consellers autoexiliados cómo dibujar la Mesa del Parlament. Tienen dos semanas para llegar a un acuerdo que irá condicionado a cómo se consuma el retorno de Puigdemont para presidir la Generalitat. Como cabeza de lista de la formación soberanista más votada, JxCAT, es el candidato preferido por ERC y la CUP. La Mesa del Parlament también está condicionada por el retorno o renuncia de cuatro de los ex consellers –todos ellos diputados electos–. El bloque soberanista cuenta con mayoría absoluta, 70 diputados, pero tiene a ocho en la cárcel o prófugos. JxCAT, ERC y los cuatro diputados de la CUP tienen garantizados 62 diputados. Si Oriol Junqueras, Joaquim Forn y Jordi Sànchez obtienen el permiso penitenciario para participar en la sesión de constitución del Parlament, fijada para el próximo 17 de enero, sumarán 65.

Con 65 diputados, la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, veía un halo de esperanza. Si los comunes le apoyaban, junto a Ciudadanos, el PP y el PSC sumaban 65 escaños y en caso de empate, la fuerza más votada, el candidato con más representación se queda con la victoria. Era un plan bonito para el bloque constitucionalista para presidir la Mesa del Parlament e impedir una mayoría independentista. El PSC y el PP se habían mostrado partidarios de que la fuerza más votada el 21-D presidiera el Parlament. Pero los comunes han desbaratado los planes de Arrimadas. Ayer dijeron que rechazan facilitar a Ciudadanos la presidencia.

Según los resultados electorales, los siete puestos de la Mesa del Parlament deberían repartirse de la siguiente manera: dos para Ciudadanos, dos para Junts per Catalunya, dos para ERC y uno para el PSC. Pero cabe la opción de pactar un Parlamento plural y ceder una silla a la CUP y al PP.

Hay conversaciones en varios escenarios y a varias bandas. Ciudadanos también se ha reunido con el PSC y JxCAT. Los de Arrimadas no se cansan de repetir que quieren presidir el Parlament. Y ahora, tampoco descarta intentar su investidura si JxCAT y ERC no se ponen de acuerdo. En este escenario de diálogos cruzados, Carme Forcadell, en libertad bajo fianza y con una advertencia del Tribunal Supremo para no reincide en los hechos por los que está investigada –permitir el debate de cuestiones suspendidas por el Tribunal Constitucional–, ahora dice que se repiensa si optará al cargo de presidenta del Parlament. Se había mostrado contraria, pero lo ha reconsiderado y dice que la semana que viene dará una respuesta después de que ERC la apretara. El nombre del ex conseller de Justicia, Carles Mundó (ERC), también suena, según fuentes del diario «Ara». Pero para hacerse con la presidencia del Parlament, el bloque soberanista necesita los votos de los diputados en el exilio.