ETA
Los presos dicen «no» a la disolución que propone Otegui
Iba a hacer un «gesto» el domingo en el Aberri Eguna
Iba a hacer un «gesto» el domingo en el Aberri Eguna.
ETA, que tenía previsto hacer algún tipo de anuncio sobre su disolución en el comunicado que ha preparado para este domingo, en que se celebra el «Aberri Eguna» («Día de la Patria Vasca»), va a retrasar hasta el verano cualquier gesto sobre desaparición definitiva, según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas. Los reclusos no admiten presiones exteriores.
El motivo es la postura del colectivo de presos de la banda (el EPPK), que se mantiene inflexible en las «líneas rojas» que no va a traspasar: delación (colaboración con la justicia para esclarecer la autoría de atentados) y arrepentimiento.
A mediados del año pasado, el representante de Sortu para los presos, José Antonio López Ruiz, «Kubati», anunció que el colectivo mantendría esas «líneas rojas» y lo justificó en que «no se puede pedir solamente a una parte que haga una serie de ejercicios que la otra parte no quiere asumir». Extraño comentario, como si las Fuerzas de Seguridad, y los Gobiernos que las mandaban, tuvieran que arrepentirse de desmantelar «comandos».
En estos momentos, ETA se estructura con un «aparato político» oficial, que trabaja en la legalidad; una mínima infraestructura en Francia, que se ocupaba del mantenimiento de los «zulos» y que no lo debieron hacer muy bien cuando la disidencia les «birló» varios de estos escondites con más de 150 armas y explosivos; los presos, una de las piezas más problemáticas del engranaje; y los huidos y refugiados, tanto en territorio galo como en paises de Iberoamérica, que están a los que se le mande con tal de volver a sus pueblos, pero sin pasar por la Justicia.
La ETA «oficial» contaba que para estas fechas tendría ya «enjaretados» a todos estos grupos para hacer pública la «disolución» de la banda y, de paso, dejar en algún lugar armas (pocas) que han podido recuperar desde que hicieran el anuncio del desarme total. Por eso se precipitó a publicar un documento de la banda en el que se decía que el debate iba muy bien pero que no había terminado. Gran éxito para Otegui y los suyos, al que algunos etarras disidentes acusan de fabricar una disolución a su medida y para mayor gloria propia.
No ha podido ser así por el problema de los presos, en especial a los que les restan condenas más largas por cumplir, que no ven claro en que les puede beneficiar un anuncio de disolución. Los que tienen previsto salir de la cárcel en los próximos tres años están totalmente de acuerdo en los planes que se les propongan (con los límites antes citados) porque piensan que en ningún caso les pueden perjudicar y creen, y no les falta razón, que algún beneficio pueden conseguir, primero con acercamientos al País Vasco y Navarra; y después con excarcelaciones.
Para los presos con largas condenas, ETA ha sido siempre la referencia desde que iniciaron las actividades terroristas y, una vez detenidos y juzgados, entraron en prisión. Si se disuelve la banda, ¿ellos que son?. Lo que siempre han sido, vulgares criminales de la peor especie y, para colmo, sin sustrato «político». Eso, según las citadas fuentes, no les gusta y no parecer dispuestos a pasar `por el aro oficialista.
De la tensión que se vive en entre los presos etarras da idea la visita que el pasado 4 de marzo realizó Otegui a los portavoces de los reclusos Soledad Iparraguirre, «Anboto»; y Mikel Albisu, «Mikel Antza», que cumplen condena en la cárcel de Réau, en París. Sortu lo presentó como un nuevo logro hacia la «pacificación», de lo que cabe deducirse que la paz que ofrecieron los terroristas en 2011 era una farsa y no ha llegado.
Lo cierto es que los problemas en el seno de ETA continúan, y con una disidencia que de momento mantiene latente.
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