Estados Unidos
Los propalestinos manipulan las letras de Matisyahu para justificar el boicot
Si se repasan biografía y discografía, cuesta encontrar motivo para la polémica
Muy a su pesar, la polémica con Matisyahu se perpetúa. Primero fue el veto del Festival Rototom Sunsplash. Sus organizadores decidieron cancelar la actuación del músico israelí prevista para el sábado tras ceder a la presión ejercida del grupo Boicot Desinversiones y Sanciones para Israel (BDS), que veía al artista como un peligroso inflamador de las iras contra Palestina. Luego llegó el enorme ruido producido por la decisión. En tercer lugar, el miércoles, la organización rectificó y volvió a invitar a Matisyahu a participar en el festival al entender que no había motivos objetivos para su cancelación. Y ahora, los grupos propalestinos cargan contra el festival por anular su veto.
Resulta chocante el ruido que se ha organizado en torno a Matisyahu. Si se repasan biografía y discografía, cuesta encontrar algún motivo para la polémica. Ahora el argumento que ofrecen los grupos contrarios al artista es el contenido de una de sus letras, «Height», donde en los versos dice: «Vengo con una conciencia como mi espada», «Mataré a todos ellos, asesinos locos» o «Estoy dejando caer bombas sobre vuestras madres hasta que os rindáis».
El primer problema es que estos textos están extraídos de fragmentos diferentes de la canción, sin atender el contexto. La segunda cuestión es que hay que excavar muy hondo para encontrar cosas polémicas en los textos de Matisyahu, que no son precisamente los más ofensivos y agresivos del mundo. Y la tercera cuestión está en que un texto concreto extraído de una canción concreta no parece fundamentar un argumento. Al menos, eso es lo que piensan los organizadores del Rototom.
Da la impresión de que por motivos así se tendrían que suspender miles de conciertos al día. Llevando el asunto a la parodia, ¿por qué no se suspendieron los shows españoles que dio recientemente un tal Bob Dylan? Este hombre cantó en su día: «Señores de la guerra / Espero que muráis / Y la muerte os llegará pronto / Seguiré vuestro ataúd / En la pálida tarde / Y observaré cómo os bajan a la tumba / Y permaneceré de pie sobre ella / Para estar seguro de vuestra muerte».
Lo siguiente sería conocer la vida de Matisyahu. Nació en Pensilvania y su primera pasión musical fueron los Grateful Dead, una banda netamente americana y decisivo puntal del llamado «rock ácido de California». Ese amor por el grupo de Jerry Garcia ofrece una primera clave de su forma de sentir la música, que va más allá de las partituras para ir directo al subconsciente.
Su búsqueda interior le llevó a viajar a Israel, donde exploró los confines de su existencia y la religión. Cuando regresó a Estados Unidos era ya otro tipo de joven y se agarró al «reggae» , su perfecta forma de expresión. Su particular sello lo encontraría fusionando este estilo con el «hip-hop», dando a su música un perfil netamente contemporáneo.
Naturalmente, en su mente siempre tuvo a Bob Marley, la gran referencia del «reggae». Y fue Marley quien cantó en la monumental «Redemption Song»: «Emancipaos de la esclavitud mental / Nadie salvo vosotros puede liberar vuestras mentes». Aquella frase fue como un mantra para Matisyahu.
Se convirtió al judaísmo jasídico, una interpretación mística de la religión mosaica y cuya terminología remite a «la práctica de la bondad y piedad». Su radicalidad –antisionismo– depende únicamente de hasta dónde esté dispuesto el individuo a llevar sus ideas. Y Matisyahu nunca estuvo dispuesto a llevarlas lejos.
El músico estadounidense siempre utilizó la música para intentar acompañar a la audiencia hacia un estado de paz espiritual, de relajación interior. Esto nunca parece peligroso. De hecho, es difícil encontrar en sus textos alguna referencia peligrosa o dañina a lo que podría considerarse como valores éticos y morales instaurados. Con textos escasamente metafóricos, es difícil pensar en cualquier tipo de perversión.
Publicó su primer disco en 2004, «Shake Off the Dust... Arise», y no tardó en conectar con un público fiel que acudía en número creciente a sus conciertos, el lugar donde siempre se expresó mejor y que le hizo ganarse un nombre dentro del «reggae» contemporáneo. Así se pudo comprobar en «Live at the Stubb’s», un disco en directo que le ayudó a consolidarse.
Matisyahu apenas ha conocido el descanso y su último álbum es «Akeda», que cosechó excelentes críticas y no llamó la atención por contener proclama política alguna. Y eso que el artista ha hecho esfuerzos por presentar su música de forma accesible incluyendo elementos de pop-rock para llegar a una audiencia más numerosa.
«Mi objetivo es hacer música para todo el mundo», aseguraba en su comunicado de respuesta a la primera cancelación de su concierto español. Y es una frase que parece resumir perfectamente cuál es su visión de la música: una forma de expresión artística, y poco más. Porque, desde luego, a Matisyahu no se le puede entender como un músico cercano a la canción protesta, en cualquiera de sus ramificaciones. Él tan sólo ejerce su derecho a cantar, a difundir sus canciones. Y, en todo caso, sus textos –salvo que se quiera jugar a la reinterpretación de una canción concreta, terreno muy peligroso éste– hablan de búsqueda interior, no de búsqueda de soluciones o pronunciamientos.
Mientras, el festival espera que Matisyahu se pronuncie sobre la nueva invitación para participar el sábado, como estaba previsto.
EL PP critica la doble vara de compromís
El PPCS criticó ayer que «un partido con responsabilidades de Gobierno» como Compromís «defienda una posición y la contraria» respecto a la cancelación del concierto de Mastisyahu. Mientras, la vicepresidenta y portavoz del Consell, Mónica Oltra, considera que está «bien» que el Rototom rectifique y da por «cerrado» el tema. Por su parte, BDS Valencia criticó ayer que los organizadores hayan decidido invitar de nuevo al artista estadounidense y lo achacaron a «presiones políticas».
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