Opinión
Mientras no seamos valientes, el teatro continúa
Quizás estemos ante charlas de trastienda que los demás desconocemos. Esta vez un futuro acuerdo a la derecha del tablero «parece que puede ir en serio»
El paripé continúa. El pasado 27 de octubre Carles Puigdemont anunció, de nuevo, que rompía su relación con el Gobierno. El día 6 de noviembre Míriam Nogueras volvía a anunciarlo, esta vez acompañándolo de un desglose de normas que contarán con su apoyo en las Cortes, y otras, a las que, en cambio, presentarán enmiendas a la totalidad. Nada nuevo en el escenario de la Carrera de San Jerónimo, donde llevan meses votando a casi todo en contra. Esta nueva escenificación demuestra que el problema de Puigdemont no es Madrid, su verdadero problema es Cataluña.
Junts teme más al acecho electoral al que le está sometiendo Sílvia Orriols y Aliança Catalana que al desgaste que puede suponerle el apoyo al Gobierno. El cuestionamiento de sus alcaldes, la fuga de cargos y la desmovilización de su electorado le está empujando a la estrategia donde los de Puigdemont se encuentran más cómodos y se manejan mejor. La de la confrontación. No han abandonado el chantaje y la presión, señas de identidad de la fuerza política en estos tiempos, pero han decidido abonarse a un frentismo más directo que corte la sangría que sufren ante el partido de Orriols.
Presenciando este nuevo paripé me asaltaba la duda, entiéndase la ironía, de dónde quedaba la reclamación de la financiación singular o de la quita de la deuda. Que los de Puigdemont hayan decidido atrincherarse, en lugar de seguir transitando el camino del chantaje, es una buena decisión para el país. Es conocida mi posición de rechazo a esa financiación singular que busca la desigualdad de cuna entre españoles y la quiebra de la caja única de la Seguridad Social. Pero el paripé continúa.
El único anuncio novedoso que puede hacer Junts es el del apoyo a una moción de censura del PP con Vox, lo demás responde a la necesidad de notoriedad, de minutos de telediario, de un ejercicio de teatralización excesiva y de sobreactuación de cara a los suyos. Lo que sí me ha resultado llamativo ha sido la respuesta de Feijóo al anuncio de Nogueras. El líder del PP afirma que esta vez Junts va en serio. Quizás debe tener más información que todos nosotros y le haya sido transmitida directamente por la propia fuerza separatista. Quizás, y solo quizás, estemos ante charlas de trastienda que los demás desconocemos.
De momento, y valga de señal, los mismos dirigentes del Partido Popular que antes calificaban de imposible un diálogo con la fuerza independentista, incluso llamaban a la movilización en las calles, ahora tan solo cuestionan los límites y el precio a pagar. La coyuntura hace que las posiciones políticas varíen y si le añadimos que el mayor coste de los acuerdos, véase la amnistía, ya la hemos pagado y asumido los socialistas, esta vez un futuro acuerdo a la derecha del tablero «parece que puede ir en serio».
Lo que resulta evidente es que la mayoría de la investidura no existe y que lo que le quede a esta, puede ser duro y tortuoso.
La única salida posible es presentarse ante los ciudadanos, desde la verdad, como la alternativa de izquierdas que la gente necesita. Separarse cuanto antes de supremacistas y buscar esa ventana de oportunidad que los demócratas en EEUU han demostrado que existe. No solo en Nueva York movilizando a un electorado abstencionista en masa, sino incluso en estados conservadores como Virginia, con una victoria contundente frente a cualquier pronóstico.
Hace tan solo un año la mayoría aplastante de Trump hacía pensar como algo imposible estos resultados. Los pobres resultados y la campaña cuestionable de Kamala Harris, también. Pero el sufrimiento y el coste de la vida de los norteamericanos, entendido por candidatos demócratas cercanos a la realidad, lo han conseguido.
Aguantar en manos del chantaje de un supremacista no es una buena solución. Pero el problema de este país va más allá del tacticismo que mostramos en demasiadas ocasiones todos los políticos. Un sistema que fue concebido para garantizar la estabilidad institucional se ha convertido en el instrumento perfecto para los partidos que buscan erosionar el sistema. Resulta una paradoja que pueda chantajear a un Gobierno y a un país quien solo cuenta con la representación de un 3% de una parte del país. Y, en cambio, otras fuerzas que aglutinan en torno al 4% de todo el territorio puedan quedarse sin representación.
Todo esto lleva cada día a más ciudadanos a plantearse la necesidad de decidir en las urnas frente a los bloqueos crónicos. La doble vuelta no va a solucionar todos los problemas, es más que evidente, pero sí dará la última palabra a los ciudadanos y evitará los acuerdos de despachos tan denostados.
Por eso, más allá del paripé de Junts, de la falta de apoyos parlamentarios del gobierno o de las negociaciones que pueda estar llevando la oposición, lo realmente urgente es recuperar la confianza de los representados en sus representantes, fortalecer la legitimidad de las instituciones y mejorar un sistema que es la única garantía de libertad, respeto y convivencia entre los españoles, nuestra democracia. Mientras no seamos valientes, ya sabemos, que el teatro continúe.