Delito fiscal
Miguel Bernad, el azote...de Los Lunnis
«Nos autofinanciamos», decía una y otra vez Miguel Bernad ante la insistencia de los medios de comunicación qué se cuestionaban cómo se podía financiar la presentación de centenares de querellas del mal llamado «sindicato» Manos Limpias. Ciertamente, se autofinanciaba. Bernad no ha mentido desde que hace once años fundó su parodia de sindicato. Ayer supimos que lo hacía, según la investigación de la Audiencia Nacional, presentando querellas que luego retiraba si el querellado accedía a ser benefactor, bajo coacción, de Manos Limpias.
Artur Mas, Manuel Chaves, José Antonio Griñán, TV3, Juan María Atutxa, Ada Colau, Pablo Iglesias, Juan José Ibarretxe, Baltasar Garzón, Prestige, Fórum Filatélico, Afinsa, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Caja Madrid y hasta la famosa seria de TVE Los Lunnis han sido destinatarios de sus demandas. Estos eran los casos sonados, pero había otros, en una actividad febril que en 2013 les llevó a presentar 105 actuaciones judiciales. ¿Cómo se financiaba todo esto? Era el secreto mejor guardado, aunque algo olía mal. Si el periodista apretaba en la entrevista, el secretario general plenipotenciario de Manos Limpias entraba en detalles y especificaba que la financiación se correspondía con las cuotas de 6000 afiliados –siempre tenían los mismos– que pagaban 60 euros al año –aunque reconocía que con la crisis sólo pagaban un 30%–, con las donaciones de los benefactores –aquí está el meollo de la cuestión– y con la venta de lotería. No consta que le tocara la lotería. Lo de los afiliados es testimonial o, directamente, falso. Sólo quedaban los benefactores sobre los que Bernad no daba ninguna pista. Ahora la Audiencia empieza a identificar a estos «benefactores» que lo eran por obligación. El detonante la petición de tres millones de euros a La Caixa y al Banco de Sabadell para retirarse como acusación particular en el caso de la Infanta Cristina. Tres millones de euros era el precio de no ver sentada a una Infanta de España en el banquillo de los acusados.
Miguel Bernad era el alma de este sindicato fundado en mayo de 1995. Tenía aires de grandeza y quería ser una pieza importante del tablero político español. Había fracasado el intento de consolidar una fuerza de extrema derecha junto a Blas Piñar, e ideó la constitución de un sindicato fantasma, que compartió piso con el sindicato fascista Fuerza Nacional del Trabajo, para seguir en «la pomada». Durante años lo consiguió, presentando a Manos Limpias como un ente irreductible en la lucha la corrupción. No había charca en la que Bernad no se hiciera valer. Sin embargo, ahora hemos sabido que la rana no era un príncipe. Era sólo una rana. Miguel Bernad ha superado a «La tapadera» de John Grisham.
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