Memoria histórica
Mingorrubio: la capilla de los diez millones de pesetas
Fue el primer lugar elegido para la sepultura y el proyecto fue seguido de cerca por Carlos Arias Navarro desde 1968.
Fue el primer lugar elegido para la sepultura y el proyecto fue seguido de cerca por Carlos Arias Navarro desde 1968.
El 19 de noviembre de 1970, el cementerio de El Pardo, también llamado de Mingorrubio, acogía el entierro de uno de los personajes más funestos en la historia de América Latina. En uno de los panteones, el situado en la parcela 46 A, se inhumaron los restos de Rafael Leónidas Trujillo. El responsable de no pocos crímenes en República Dominicana, yace en un mausoleo olvidado y deteriorado de 25 m2. Puede que en poco tiempo deje de ser el único dictador enterrado allí. Parece que este es el sitio en el que acabaría Franco si su cadáver sale del Valle de los Caídos.
Es aquí donde, desde el 7 de febrero de 1988, reposa Carmen Polo, esposa de Franco. Está en un panteón familiar y se sabe que a mediados de los años 60 el cementerio ya era visto como la última morada de los Franco. Fernando Esquivias, el general que fue ayudante del dictador, le confió al periodista Juan Blanco que acompañó a Carmen Polo en una visita a la cripta de la capilla. Poco después, durante el almuerzo, el generalísimo le preguntó qué le había parecido el lugar, tal vez pensando en él como futuro último destino. «Me pareció muy lujosa», dijo Polo.
Según ha podido saber este diario consultando los archivos de la Villa de Madrid, en marzo de 1968 se presentaron al Ayuntamiento, dirigido por Carlos Arias Navarro, los planos de construcción de la capilla en el cementerio de El Pardo. La Junta Administradora del Recargo de la Décima para la Prevención del Paro Obrero se hizo cargo de los gastos y «acuerda por unanimidad, con cargo a sus fondos, autorizar la cantidad de 8.574.891,22 pesetas para la ejecución de obras de acondicionamiento y construcción de la Capilla del Cementerio de El Pardo». Que las obras tenían como objetivo el edificar la tumba de Franco lo demuestra un documento localizado por este diario. Fechado en marzo de 1971 cuando las obras estaban concluidas, en él se autorizaba el amueblamiento del edificio, a partir de un contrato con la Fundación Generalísimo Franco. Pero su cadáver nunca estuvo en este cementerio porque Franco no se preocupó en dejar por sus últimas voluntades, porque pensó que era mejor que su círculo privado se preocupara por este cometido llegado el momento...
El 1 de abril de 1959 se inauguró por fin el Valle de los Caídos. Franco no podía ocultar su entusiasmo ante una construcción que había supuesto una inversión de 1.086.460.331,89 pesetas, una barbaridad para las menguadas arcas de un Estado que se recomponía tras el final de la guerra, por lo que la financiación corrió a cargo de donaciones de particulares. La cantidad sería equiparable a 247,5 millones de euros, según fuentes de Patrimonio Nacional. A Franco le encantó ver concluido un proyecto en el que habían trabajado desde 1940 numerosos presos políticos y que, en su imaginario, le ponía a la altura de Felipe II y su Escorial. El entusiasmo fue tal que, según la periodista Pilar Eyre, en la inauguración, durante un paseo por la basílica con el arquitecto Diego Méndez, el dictador dio dos golpecitos con el pie en la parte posterior del altar asegurando que «bueno, Méndez, y en su día yo aquí, ¿eh?».
Pero, con los años Franco pudo cambiar su punto de vista. Eso es lo que demuestra un telegrama rescatado por el periodista Fernando Olmeda para su libro «El Valle de los Caídos. Una memoria de España». Hacía poco que Franco había sufrido una hemorragia intestinal que lo había dejado cercano a la muerte, por lo que Arias quiso abocetar cómo serían las honras fúnebres de Franco y su entierro. El subsecretario de Presidencia, Gabriel Cisneros, redactó un telegrama para el departamento de Estado que dirigía Kissinger sobre los planes con la hipótesis de que sería El Pardo el lugar de entierro. El 25 de octubre de 1975, el embajador Wells Stabler comunicaba a Washington que el cadáver de Franco sería enterrado en El Pardo, quedando descartado «totalmente» el Valle de los Caídos.
Hay que mirar, por tanto, al cementerio de El Pardo para buscar respuestas al verdadero destino final de Franco. En 1975, el Ayuntamiento de Madrid asumió el mantenimiento de esta capilla y cripta de Mingorrubio, tal y como establece un acuerdo con Patrimonio Nacional. ¿Quién paga hoy ese mantenimiento? En conversación con este diario, Juan Chicharro, presidente de la Fundación Nacional Francisco Franco, declinó hacer comentario alguno, porque «no hablo de los asuntos privados de la familia Franco».
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