Caso "Koldo"
Moncloa activa el control de «daños» contra Koldo
Cárcel y filtraciones. El exasesor es la pieza más «peligrosa» para el equipo de Sánchez. Guarda información sensible y «controla» a Ábalos
A nadie se le escapa que, de un año a esta parte, el principal quebradero de cabeza del presidente del Gobierno es el «caso Koldo». No solo por la gravedad de la supuesta trama corrupta que campó a sus anchas en el Ministerio de Transportes mientras lo dirigió José Luis Ábalos con Koldo García, su exasistente. Sino porque los personajes que la integran manejan una ingente cantidad de información que puede comprometer la reputación de Pedro Sánchez.
Y es que Ábalos, Koldo y Santos Cerdán armaron la candidatura del líder socialista en las primarias de 2017 que le llevaron a los mandos de Ferraz. Los tres –especialmente Ábalos y Cerdán– conocen todas las maniobras de Sánchez para lograr sus objetivos políticos. Disponen de mensajes, fotos, instrucciones y, sobre todo, de memoria. Todo un arsenal de daño reputacional. Por eso, la mera posibilidad de que tanto Ábalos como Koldo enfilen la cárcel este jueves, después de que la Fiscalía y las acusaciones pidieran revisar sus cautelares, precipita el control de daños en el Palacio de la Moncloa. De manera exhaustiva.
El equipo del presidente volvió ayer a salir al paso de las informaciones que le vinculan con los miembros de la trama. Fuentes gubernamentales negaron que Sánchez se reuniera en 2018 con el líder de Bildu, Arnaldo Otegi, para negociar la moción de censura y la investidura de Sánchez. Otegi también lo negó. Aunque el entorno de Koldo, sin embargo, se afana en explicar que el navarro, en efecto, fue el chófer designado por el PSOE para llevar al secretario general y a Cerdán ante el jefe abertzale gracias a la intermediación del empresario Antxon Alonso, vinculado con Cerdán.
«Koldo solo sabe detalles relacionados con ser conductor, de contenido de reuniones, como no estaba, no suele saber nada», explica una fuente cercana al exasistente de Ábalos. La versión oficial del Ejecutivo es que «no hay nada» que pueda horadar más la reputación del Gobierno o del propio presidente. Entre otras cosas porque consideran que «habría salido ya». Pero no es menos cierto que la trama y sus protagonistas pueden tener guardadas unas cuantas balas si temen que su futuro inmediato pasa por alguna cárcel del país.
El propio Ábalos dijo ayer que teme terminar entre rejas. «A nadie de Moncloa le resbala esto. A Pedro Sánchez le preocupa lo que pueda salir», concede una fuente conocedora como pocas de las derivadas del caso. El exministro, que sigue siendo diputado, preguntó ayer al Gobierno por unas «presuntas irregularidades en el entorno de la Autoridad Portuaria de Valencia», dependiente del Ministerio de Transportes. Ábalos apuntó a su antigua casa, a la que pide transparencia en la gestión y liquidación de dietas e indemnizaciones, porque, según Ábalos, la presidenta de la Autoridad Portuaria, Mar Chao, se habría beneficiado de «medidas ventajosas al aplicarle el mismo régimen que al personal excluido de convenio, algo que es legalmente incompatible para los altos cargos».
Lo cierto es que Sánchez vive su peor momento desde que llegó al Palacio de la Moncloa hace 7 años. El presidente del Gobierno prosigue su huida pese a los obstáculos, cada vez mayores, que se le ponen en un camino de incierto final. Pero por difícil que lo tenga, por mucho que la ética de la asunción de responsabilidades le demande volver a reflexionar sobre su dimisión –como le pide la oposición–, parece estar obcecado y dispuesto a agotar la legislatura. En cualquier caso, en Moncloa se preparan para seguir recibiendo golpes de los otrora colaboradores del jefe del Ejecutivo.
Al presidente aún le escuece la filtración de los mensajes de WhatsApp que intercambió con Ábalos tras destituirle, en los que quedó al descubierto la forma en que concibe el poder y su ejercicio: con cinismo y descalificaciones a algunos de sus colegas en el Consejo de Ministros y a algunos adversarios dentro del PSOE. Aunque en esa filtración también quedaron expuestos algunos rasgos de su personalidad, que el equipo del presidente considera «íntimos». «A nadie le gusta que publiquen sus mensajes privados», recuerdan los colaboradores del jefe del Ejecutivo.
Sánchez, consciente de que el «caso Koldo» se puede llevar por delante su reputación, le pidió a Ábalos que no la pusiera en riesgo. Pero día a día, el rastro de las migas de pan conduce a una realidad: que el presidente fue capaz de mirar hacia otro lado mientras Ábalos y Cerdán le fueron útiles. Este diario ya contó que un ex alto cargo del PSPV–PSOE advirtió a Sánchez, en 2017, de que su mano derecha recurría a la prostitución y llevaba una vida incompatible con la ética del partido.