Tomás Gómez

No es no

La pugna entre los dos partidos secesionistas empieza a preocupar en Moncloa porque la subasta es cada vez más cara y más pública

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en el Congreso durante la votación de la Presidencia de la Cámara
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en el Congreso durante la votación de la Presidencia de la CámaraJesús G Feria

El mes de septiembre iba a ser el cocedero de Feijóo, porque iba a quedar expuesto a la realidad de no poder conseguir los cuatro diputados que necesita para su investidura. Sin embargo, todos los focos están apuntando a la negociación de los socialistas con el independentismo catalán.

En la celebración de la Diada, los separatistas han tensado la cuerda. Han endurecido los mensajes a Sánchez, aunque desde el gobierno se afanan en asegurar que las condiciones de negociación con Junts y ERC no han variado. Sin embargo, la pugna entre los dos partidos secesionistas empieza a preocupar en Moncloa porque la subasta es cada vez más cara y más pública.

El independentismo está fracturado en varias partes, ERC está en horas bajas y Puigdemont acusa el desgaste de las críticas de la ANC y la CUP, entre otros. En esa situación, y con la ley de amnistía debajo del brazo, el referéndum de autodeterminación para Cataluña irá cobrando protagonismo en la negociación.

En la medida en que Junts y ERC compitan, y eleven las condiciones impuestas para la investidura, la presión sobre Sánchez irá en aumento. Sánchez necesita un argumento que justifique las cesiones y el terreno lo tiene abonado.

La sociedad española se encuentra anestesiada en parte, después de la reforma del Código Penal y los indultos de la pasada legislatura. Por otro lado, en la estrategia de confrontación entre bloques, el argumento central de Sánchez es que hay hacer lo que sea para que la derecha no llegue al poder, agita la bandera de la izquierda y muchos callan para no ser tachados fachas.

Pero la cuestión es otra bien distinta. Se trata de decidir si los independentistas consiguen la quiebra de las instituciones del Estado, violentando la Constitución del 78 o se lo impedimos.

No es de izquierdas dar la llave del Estado a quien se fugó de la Justicia en el maletero de un coche. Dinamitar el sistema para abrir el camino a la autodeterminación de Cataluña tampoco es de izquierdas, como no lo es romper la caja única de la Seguridad Social, ni crear privilegios fiscales rompiendo el principio de igualdad.

Sánchez está pactando con el diablo para llegar al infierno, porque la legislatura tiene un plazo de caducidad muy corto, y eso tampoco es de izquierdas. No defiende un proyecto ideológico, tan solo quiere el poder. Entonces, desde el PSOE, solo cabe una respuesta ante el independentismo: No es No.