Hacia las generales

El nuevo PP integrará al «casadismo» en sus listas

Javier Maroto, portavoz en el Senado, es quien genera más desconfianza, por influencia del rechazo del ala vasca del partido

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo junto a González Pons, Cuca Gamarra, Elías Bendodo, Carmen Fúnez y Borja Sémper junto a un mapa de España de las 12 comunidades donde se celebran elecciones autonómicas
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo junto a González Pons, Cuca Gamarra, Elías Bendodo, Carmen Fúnez y Borja Sémper junto a un mapa de España de las 12 comunidades donde se celebran elecciones Tarek

Mientras el coordinador general del PP, Elías Bendodo, ha asumido la función del control demoscópico del partido ante las próximas citas electorales, el responsable de Organización, Miguel Tellado, mano derecha de Alberto Núñez Feijóo en Galicia, está ya en labores de ojeador de la cantera del partido para las elecciones generales. «Ficha» nombres, apunta referencias y fin de semana tras fin de semana se sumerge en las entrañas territoriales de la organización para los informes que luego llegan a Presidencia.

Estas listas serán la primera oportunidad para que se «destape» el equipo de Feijóo, ya que en su aterrizaje en Moncloa optó por evitar cambios revolucionarios en la alineación nacional y en las candidaturas autonómicas y municipales ha respetado con bastante holgura la libertad de las estructuras regionales.

Pero esto es lo mismo que decir que si las candidaturas del 28-M han sido de los territorios, las de las generales serán de Génova, y tendrán como seña de identidad la profunda renovación de los puestos de salida. Las actuales cúpulas de los grupos en el Congreso y en el Senado saltarán por los aires para dar entrada al cartel con el que Feijóo pretende llegar a La Moncloa. Si bien, la perspectiva de un crecimiento importante de la representación en las dos Cámaras permitirá a Feijóo hacer esa renovación profunda del equipo con el que se le identifica sin tener que «dejar a nadie atrás».

La secretaria general y portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, se ha consolidado dentro del nuevo PP, a pesar de venir de la etapa de Pablo Casado, y en el partido la ven ya con aires de futura ministra de un Gobierno de Feijóo.

La situación del portavoz en el Senado, Javier Maroto, herencia también del «casadismo», es distinta, aunque se beneficiará, previsiblemente, de la política del líder gallego de no dejar cadáveres en el camino.

El nuevo PP desconfía de él por su expediente de «deslealtades» internas, que ya se encargan de recordar desde el partido vasco. Iñaki Oyarzábal o el propio Borja Sémper, hoy portavoz nacional, mantienen las distancias, y lo mismo ocurre con otros veteranos como Javier Arenas o con significados nombres de la actual dirección del grupo parlamentario en el Senado.

Maroto hizo una pirueta territorial para poder «colarse» en las listas de la Cámara Alta, empadronándose en el municipio segoviano de Sotosalbos, con el que no tiene ninguna relación después de perder su escaño por Álava, y esto no ha sido olvidado en la organización popular.

«El nuevo PP sabe con quién se la juega», afirman desde uno de los gobiernos autonómicos con más peso, un mensaje cifrado que se lee en clave de que la nueva cúpula ha corregido el principal error de la anterior, las malas formas en el trato personal y en el respeto a las organizaciones regionales, pero también tiene ya testado quién de la etapa previa, ese casadismo que no tiene fuerza de corriente, ha estado a la altura de las circunstancias o carga con una trayectoria de giros y «cambios de chaqueta» para intentar sacar siempre algo del mando en plaza.

El núcleo parlamentario que dejó en herencia Casado a Feijóo ha seguido manteniendo funciones, e incluso aseguran algunos de ellos que ahora reciben más encargos y se tiene más en cuenta su opinión que con el anterior líder. Es más que previsible que corran en la lista, sin purgas, pero para dar visibilidad por fin en el equipo al nuevo banquillo que diseña en la sombra el equipo de Organización.

Los nombres y perfiles que se buscan deben adecuarse a un marco en el que Génova confía en que eso que han bautizado como la derogación del «sanchismo» les permita volver a abrir cauces de diálogo con el PSOE, sin Pedro Sánchez.

En esta primera fase, las elecciones del 28-M, el eslogan popular es la derogación del «sanchismo». Si los resultados acompañan en esas elecciones, el PP pasará a una segunda fase en el discurso que pivotará sobre la idea de que el final del «sanchismo» traerá también la recuperación de las vías de diálogo y de acuerdo entre Gobierno y principal partido de la oposición.

No habrá ya más novedades en los nombres, «fichajes», hasta después del verano, a pesar de que en el PP sigan apuntando a la necesidad de un nuevo ajuste en Génova que refuerce un perfil de «dóberman» contra el Ejecutivo de coalición que libere a Feijóo de esa carga. Ese rol es imprescindible en la oposición, pero si lo juega el expresidente de la Xunta, y candidato a las próximas elecciones generales, se arriesga a «ensuciar» la imagen de político moderado y de centro que busca el PP para ensanchar su base electoral.

El PP endurecerá la malversación

El PP registrará en el Congreso de los Diputados una proposición para endurecer el delito de malversación en línea con lo que, a su juicio, plantea la Comisión Europea. Además, incluirá también recuperar el delito de sedición y tipificar de nuevo el referéndum ilegal. El portavoz de campaña del PP, Borja Sémper defendió la necesidad de acometer ya esa reforma del Código Penal para volver a incrementar las penas por el delito de malversación que, según dijo, Pedro Sánchez modificó para poder seguir contando con el apoyo de los independentistas. Como hizo Feijóo hace unos días, Sémper reiteró la oferta del PP al jefe del Ejecutivo para llevar a cabo esa reforma penal juntos. Asimismo, criticó las medidas lanzadas por Sánchez en busca del voto juvenil, que tildó de «bazar persa» y advirtió de que los «jóvenes no son comprables» ante el 28-M con «bonos culturales» y «vacaciones pagadas».