El desafío independentista

Otoño caliente en Cataluña: una mala situación que puede ir a peor

La sentencia del Tribunal Supremo sobre el 1-O es el único puente que puede hacer revivir la unidad de acción de los partidos independentistas.

El líder de ERC, Oriol Junqueras, el pasado mes de mayo cuando prometió su cargo como diputado en el Congreso / Foto: Cipriano Pastrano
El líder de ERC, Oriol Junqueras, el pasado mes de mayo cuando prometió su cargo como diputado en el Congreso / Foto: Cipriano Pastranolarazon

La sentencia del Tribunal Supremo sobre el 1-O es el único puente que puede hacer revivir la unidad de acción de los partidos independentistas.

Normalmente se habla de independentistas, en general, pero tal apreciación no es acertada. El movimiento independentista siempre ha sido de amplio espectro y la unidad sólo ha significado unir fuerzas ante el enemigo común: el Estado español. Pero la unidad siempre ha sido una entelequia. Artur Mas fue su primer damnificado. Después de someter a ERC en 2015 bajo la fórmula de Junts pel Sí, tuvo que abandonar la presidencia por la presión de la CUP y la unidad empezó a resquebrajarse. En las elecciones, los tres partidos principales concurrieron en listas separadas a pesar del 1-O. Contra pronóstico, el primer round lo ganó Puigdemont por la mínima y abrió el camino de la confrontación por la consecución del liderazgo independentista.

Tras muchos altibajos, con deterioro de relaciones personales incluidas como entre Puigdemont y Junqueras, la división se agudizó y se plasmó en el proceso electoral de abril y mayo. El resultado empate en el pulso. ERC gana las generales y las municipales, pero pierde las europeas. Ahora, ante el «otoño caliente» –Diada Nacional, aniversario del 1-O y sentencia– las tensiones dejan de ser solapadas. El ex diputado de CDC, Carles Campuzano, pone negro sobre blanco esta tensión en un artículo en El Periódico «el soberanismo más lúcido ya hace días que ha comenzado el camino de la rectificación. Con muchas vacilaciones y dudas, por supuesto». El autor habla de hacer autocrítica a pesar de «las prisiones injustas, los procedimientos judiciales desatados, el exilio, los impactos emocionales de la violencia del Estado durante los meses de septiembre y octubre de 2017, no hacen nada fácil recorrer el camino que toca transitar». Al tiempo alerta de los extremismos «las nuevas vías por las que los independentistas tendremos que caminar están plagadas de obstáculos. Algunos están en el propio mundo independentista. El fanatismo de unos pocos, el oportunismo de otros y la incompetencia no nos ayudan». Todo un mensaje dirigido a Puigdemont y su cohorte de aduladores y a los radicales que se han hecho fuertes en redes sociales y en las organizaciones civiles.

La única amalgama que puede hacer cuajar la mahonesa independentista es la sentencia del 1-O. Es el único puente que todavía no está roto, del todo. Por primera vez en años, las tensiones que pueden cortar la mahonesa han salido a la luz. Es la batalla final por alcanzar el liderazgo independentista y por imponer una nueva hoja de ruta al movimiento tras el fracaso del «procés».

La ANC y los CDR

El fracaso en la proclamación de la República ha provocado un gran cisma. JxCat y ERC, sobre todo el partido republicano, son blanco de las críticas de los que postulan que «el pueblo quiere la independencia y pasará por encima de los partidos que abandonen la lucha». Este sector radical aboga por la revolución pura y dura, por alimentar un clima de violencia que favorezca «la represión del estado». Estos grupos antipartidos, de diversa procedencia ideológica, se han hecho fuertes en los CDR por todo el territorio y tienen en Paluzié, la presidenta de la ANC, su voz autorizada.

El fracaso de las «listas unitarias» en las municipales no arredra a estos colectivos que pretenden crear un partido al margen del actual establishment tomando como referencia el éxito de la ANC en la toma de poder de la Cámara de Comercio de Barcelona. La agrupación de Sant Cugat de la ANC así lo ha propuesto para debate en la organización porque no «se puede estar presos de los presos». Un nuevo partido que dé «la voz al pueblo». Paluzié, de momento, se niega alegando que este «no es el papel de la ANC» y al tiempo agita a estos colectivos contra los partidos tradicionales por sus «pactos con el PSC», que llevaron a Joan Tardà a tener un duro cruce de palabras con la dirigente de la Asamblea. El enfrentamiento se ha agudizado en los últimos días. Excrementos en las sedes de los partidos, insultos en las redes.. La tensión ha crecido desde que ERC se abstuvo en la investidura de Pedro Sánchez, lo que ha llevado a Anna Simó, encausada en el proceso del 1-O y al ex conseller Huguet a anunciar su no asistencia a una Diada que se avecina tensa. De hecho, colectivos de la ANC propusieron «el tramo 155» para colocar a los líderes de partidos en la marcha «unitaria».

La cuestión no resuelta de Puigdemont

El autoproclamado presidente en el exilio todavía no ha resuelto su propia ecuación. Se reunió con Mas el pasado mes de julio y no se zanjó cual será el nuevo partido de la derecha independentista ni quién lo dirigirá. La vieja guardia de la extinta CDC quiere plantear un pulso a Puigdemont pero no tiene la fuerza necesaria y, lo que es peor, un líder. En esta tesitura, Mas se ofrece a liderar este proyecto porque el 23 de febrero dejará de estar inhabilitado. Sin embargo, los sectores más radicales cercanos a Puigdemont avisan «JxC no debe ser la refundación del PDeCAT», como aseguró la líder en Madrid, Laura Borràs. El hiperliderazgo de Puigdemont lo impregna todo y él será quién decida como queda el puzzle que hoy forman el PDeCAT, la Crida per Catalunya –su gran fiasco– y Junts per Catalunya. Septiembre es la fecha.

ERC versus ERC

También ERC elige septiembre para tomar decisiones en la celebración de su congreso. Las bases republicanas están revueltas ante el discurso pragmático de Junqueras, Tardà, Rufián o Aragonés. Se debaten entre este pragmatismo, que defiende un nuevo camino para lograr la independencia tras el fracaso actual, y los que abogan por mantener la unilateralidad y no enterrar el procés. En la ejecutiva, las tensiones son evidentes y se pusieron de manifiesto en los días previos a la votación de investidura de Sánchez. Los partidarios del «no» se impusieron desautorizando a Junqueras. Una nueva ejecutiva ratificó la abstención pero las diferentes corrientes toman posición ante el congreso de septiembre. Quién gane el cónclave será el candidato del partido. Aragonés, vicepresidente económico, es el favorito pero no se descarta la candidatura de Roger Torrent, presidente del Parlament, ni que los críticos de la corriente «1 de octubre».

El enfrentamiento ERC-JxC

Las relaciones son o nulas o malas. Joaquim Torra lejos de aglutinar sensibilidades las ha distanciado y, hoy por hoy, es un verso suelto rodeado de un grupo de colaboradores con nula experiencia política. Las diferencias del Consell Executiu han dejado al gobierno de Cataluña al pairo.

El papel de la CUP

Los malos resultados electorales están variando su estrategia. Por un lado, quieren consolidar los liderazgos por lo que su actual dirección aboga por el retorno de David Fernández y, por otro, no descartan entrar en el gobierno salvando los presupuestos siempre y cuando no se abandone la unilateralidad.

¿Elecciones anticipadas? Torra las defendió durante meses. Ahora ha dado un paso atrás ante los malos augurios demoscópicos y la indefinición del proyecto de Puigdemont. Pere Aragonés, (ERC) aboga por elecciones porque «sin presupuestos no es posible mantener al gobierno». Frente a los independentistas, sólo el PSC parece revivir de sus cenizas. El PP no levanta cabeza y Cs está en plena crisis como los Comunes . El panorama es sombrío.