Cataluña
¿Por qué es un peligro hablar de la “vía eslovena” para Cataluña?
El llamamiento de Torra a seguir los pasos de Eslovenia supone, según los expertos, una irresponsabilidad por incidir en una declaración de independencia que desembocó en una guerra en la que hubo decenas de muertos.
El llamamiento de Torra a seguir los pasos de Eslovenia supone, según los expertos, una irresponsabilidad por incidir en una declaración de independencia que desembocó en una guerra en la que hubo decenas de muertos.
Sin aliados internacionales de peso que hayan apoyado la causa del «procés» y sin referentes históricos en los que sostener su desafío a la legalidad española, el president Quim Torra ha vuelto a abrazar en estos días la «vía eslovena» como la hoja de ruta a seguir en el camino para edificar la república independiente que, según su diagnóstico, salió de las urnas del 1-O. «España se ha convertido en una jaula para los catalanes. Los que intentan escapar acaban en la cárcel, en el exilio o en huelga de hambre», sostuvo la pasada semana Torra desde la sede del Ayuntamiento de Liubliana, la capital eslovena. Para romper la jaula, destacó Torra, «la vía a seguir es la eslovena, la de la libertad».
Pero, ¿qué pasó en Eslovenia para que los partidos independentistas lo consideren un espejo en el que mirarse? El doctor en Historia de la Universidad San Pablo CEU Luis Togores destaca que «los paralelismos no existen» entre ambas situaciones, salvo que lo que esté tratando de hacer Torra es una «llamada a la guerra, que a mí me parece terrible, porque lo que está haciendo es hablar de una independencia unilateral tras una guerra». Y añade: «Torra quiere ofrecer el ejemplo tristísimo de decir que si tiran por la vía de enmedio, al final, lograrán la independencia. Yo no hubiese elegido el ejemplo de Eslovenia, porque probablemente la situación se convertiría en algo parecido a lo que sucedió en Bosnia-Herzegovina, con una guerra civil terrible y un pueblo dividido en dos por la mitad».
El surgimiento de este país fue, de hecho, el resultado de la conocida como Guerra de los Diez Días: «Eslovenia formaba parte de la antigua Yugoslavia y en 1990 se produjo el proceso de separación en un contexto de disgregación de Yugoslavia, con la guerra de Bosnia-Herzegovina y otros conflictos como el de Croacia. Era un sistema que se había creado tras la II Guerra Mundial y que, en ese momento con la muerte de Tito, se disolvió», señala Togores. En este escenario, Eslovenia declaró su independencia en 1991 y arrancó una guerra que, tras diez días, acabó con un balance de sesenta muertos y centenares de heridos.
Para Taylin Aroche, periodista especializada en la Europa del este y los Balcanes, la comparación tampoco se sostiene: «Fue una guerra breve, ya que seguían abiertos los conflictos en Kosovo y Croacia. Eslovenia declaró su independencia en un clima de agitación no solo política, sino también económica y social de unos ciudadanos que pedían la democratización de su país. El contexto de la desintegración yugoslava no es comparable con una Cataluña que pertenece a un estado democrático y donde goza de una gran autonomía».
Para Eduardo González Vega, consultor en el Centro Internacional de Gestión y Marketing Político de la UCJC, la referencia de Torra a la vía eslovena constituye una «gran irresponsabilidad» si el presidente autonómico trata con este argumento de «introducir en la sociedad el mensaje de que “la independencia no es gratis”», en referencia a los muertos y heridos de la Guerra de los Diez Días. Desde el punto de vista de la estrategia de comunicación, argumenta González Vega, «la apelación a la “vía eslovena” no surge por casualidad. Torra ya venía observando que la presión independentista se había desinflado y las últimas protestas de los funcionarios catalanes generaron un nuevo escenario. De ahí la reacción».
Al margen del contexto histórico, las diferencias van mucho más allá ya que, como recuerdo Togores, «en Eslovenia se hizo un plebiscito y voto más del 90% y de ese porcentaje el 88% dijo que sí». Cifras que contrastan con el hecho, por ejemplo, de que en las últimas elecciones autonómicas los partidos secesionistas catalanes sumaran solo el 47,5% de los votos y en el referéndum ilegal del 1-O apenas participara el 43% de los catalanes.
Y a ello se une un contexto internacional que hace inviable la reedición de aquel episodio: «La independencia de Cataluña no solo se enfrenta a la oposición de Madrid, sino también a la de cada uno de los estados miembros de la UE. Cataluña puede declarar su independencia, pero a menos que el estado matriz renuncie al control soberano de ese territorio, ningún país que se considere democrático va a reconocerles como Estado, como pasó en octubre de 2017», asegura Aroche. No en vano, sostiene Togores, «a los europeos no les interesa, y menos ahora, el tema de las independencias unilaterales regionales, con los flamencos, los corsos, los bretones, el norte de Italia, los galeses, los escoceses... Sería volver a la Edad Media, con reinos enanos».
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