El desafío independentista

PP y PSOE tratan de recuperar el diálogo para afrontar juntos el desafío catalán

La Razón
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Una cosa es la puesta en escena y los mensajes para las parroquias y otra lo que ocurre detrás del telón. Y en lo que respecta a la ruptura de relaciones entre Gobierno y PSOE las cosas no son exactamente como parecen o como nos las cuentan. Tan cierto como que Alfredo Pérez Rubalcaba anunció en público antes del verano que se disponía a dinamitar como consecuencia del «caso Bárcenas» todos los puentes con el Ejecutivo, lo es también que entre los dos partidos siempre hubo comunicación entre los distintos niveles de responsabilidad para abordar asuntos de Estado, según admiten desde la dirección socialista. Y una muestra de ello ha sido la respuesta a la sentencia de Estrasburgo sobre la «doctrina Parot». Las respuestas de PP y PSOE han sido muy similares, estaban habladas y acordadas, admite un alto dirigente socialista.

Ahora, hay voluntad de ensanchar el espacio para el entendimiento, en especial para abordar juntos la deriva soberanista en Cataluña. De momento, en la dirección nacional del PP confiesan que en efecto desean «reanudar» el diálogo con el PSOE, que no es bueno que ambas formaciones se den la espalda en asuntos de especial relevancia para el Estado y que convendría, por el bien del país, que en el marco de conversaciones venideras se estudien todo tipo de fórmulas y propuestas que den estabilidad institucional a España. Conviene en este punto recordar que la solución que propone el PSOE, la reforma federal de la Constitución –ahora llamada tercera vía–, fue enviada a La Moncloa antes del verano e incluso antes de que tomará forma con la llamada «Declaración de Granada», que suscribieron todos los barones socialistas el pasado julio. Se encargó de remitir el texto el propio Ramón Jáuregui, coordinador de los trabajos y uno de los socialistas más empeñados, no sólo en la búsqueda del consenso, sino en que PP y PSOE tomen la iniciativa y ofrezcan una respuesta a los nacionalistas. En aquellas mismas fechas, el presidente Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba mantuvieron una larga y profunda conversación informal sobre el asunto catalán, reconocen en Ferraz. No fue la primera. Hubo antes otras en las que el diálogo «sincero» –así lo califican en la dirección del PSOE– permitió que cada uno conociese bien las posiciones del otro, incluidos los márgenes de actuación en sus respectivos partidos. Si el PSOE ha tenido que abrazar la vía «federalista» para dar oxígeno al PSC, Rajoy se ha visto en ocasiones atado por los sectores más inmovilistas del PP, partidarios de mantener el pulso a los catalanes y dar una respuesta jurídica y no política al desafío secesionista.

Aunque es cierto que Rajoy y Rubalcaba hace meses que no han vuelto a intercambiar impresiones sobre este asunto, en niveles inferiores de las direcciones de sendos partidos, se han cruzado pareceres porque «la preocupación es compartida». Ha sido así entre la vicepresidenta del Gobierno y Elena Valenciano, pero también entre Ramón Jáuregui y la misma Soraya Sáenz de Santamaría, pero también entre otros dirigentes.

El caso es que la dirección del PP, como decíamos, quiere «reanudar» el diálogo institucional y no sólo por la amenaza independentista, sino también para impulsar un paquete de medidas de regeneración política con la que ambas formaciones quieren recuperar el crédito perdido. El diálogo abierto entre Gobierno y PSOE para la renovación del Consejo General del Poder Judicial parece el escenario perfecto para intentar un nuevo marco de colaboración institucional. Y en eso andan.