PSOE
PSOE: Espejismo de unidad
La resignación era palpable en los pasillos del cónclave: «Soy un delegado mudo», aseguraba un presidente autonómico que apostó por Díaz El secretario general se marca ahora como objetivo aupar a los suyos en los congresos regionales
La resignación era palpable en los pasillos del cónclave: «Soy un delegado mudo», aseguraba un presidente autonómico que apostó por Díaz El secretario general se marca ahora como objetivo aupar a los suyos en los congresos regionales.
El 39 Congreso socialista se convirtió ayer en un paseo militar, un acto para mayor gloria del nuevo secretario general, Pedro Sánchez. En los pasillos del Palacio de Congresos se respiraba entusiasmo de los partidarios del líder y resignación de los sectores críticos que no tienen intención de dar batalla alguna porque «elegir al secretario general antes del Congreso elimina todo debate democrático». «Hemos venido a aplaudir», decía resignado un miembro de la dirección saliente. Más explícitos se mostraban desde una importante federación en lo que al duelo se refiere: «Estamos de luto, no vamos a rechistar». Las declaraciones de Javier Lambán (Aragón), Susana Díaz (Andalucía) o Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) también fueron en este sentido: un impostado cierre de filas con el nuevo secretario general para «evitar que nos enzarcemos» y apoyar así «lo que ha decidido la militancia». «Soy un delegado mudo», decía un presidente autonómico que se alineó con Díaz en las primarias.
En las ponencias, el rodillo de la mayoría se ha impuesto incluso antes de empezar y lo ha hecho sin ningún tipo de oposición. «Votaré lo que proponga la nueva dirección», decía un delegado de Patxi López, al tiempo que apuntaba con sorna: «¿No decían que su proyecto –el de Sánchez– era el nuestro –el del ex lendakari–?». El perfil marcado por los perdedores es tan bajo que presidentes como Page o Ximo Puig prefirieron no liderar sus delegaciones y quien sí lo hizo, como Susana Díaz, estuvo en un segundo plano tan discreto que siguió el inicio de la jornada desde la fila 12 del plenario. Todos, eso sí, con cara de póker. Otros como José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba o Joaquín Almunia asistían al acto con rictus de funeral. No se les espera en el baño de multitudes que Pedro Sánchez se dará hoy en la clausura. Tampoco estará presente Díaz, baja de última hora por un oportuno viaje a París. Quien sí intervino fue Felipe González con un escueto vídeo de compromiso en el que, sin nombrar a Sánchez, le deseó «la mayor capacidad de acierto» en su estrategia para volver a situar al PSOE en La Moncloa.
Ni siquiera la elección de la ejecutiva, otrora quebradero de cabeza de los nuevos líderes, ha generado ningún tipo de tensión. Pedro Sánchez ha hecho un equipo a su medida sin tener que pagar peaje alguno como sucedió en 2014. «Se ha blindado, pero el verdadero blindaje –le advierten– debe producirse en el Comité Federal». No en vano, es en este órgano donde se ratifican cuestiones tan capitales como la política de alianzas o la moción de censura, previo paso de los militantes por las urnas. Sánchez se reunió ayer con los barones para informarles de la Ejecutiva y discutir sobre los miembros del Comité Federal que elegirá el Congreso. El número final se completará en los sucesivos congresos regionales, allí los sanchistas darán la batalla para ostentar una solvente mayoría. Las quinielas sobre posibles candidaturas alternativas en los territorios críticos, la siguiente pugna, no esperaron siquiera al final del Congreso Federal. Las especulaciones se dispararon con la elección del alcalde de Burjassot, Rafael García, como miembro de la Mesa del cónclave, un serio aviso a las aspiraciones de reelección de Ximo Puig en la Comunidad Valenciana. García, de la total confianza de José Luis Ábalos –mano derecha de Sánchez–, ya ha explicitado su intención de presentarse a las primarias contra el presidente valenciano.
El nuevo líder también ha tenido que tejer complicidades para incorporar a todas las sensibilidades que le dieron su apoyo tras el Comité Federal del 1 de octubre. Su guardia pretoriana tiene nombres y apellidos. Adriana Lastra, vicesecretaria general, José Luís Ábalos, secretario de organización y Cristina Narbona, presidenta. Los tres subieron al escenario junto a Sánchez cuando éste entró en el plenario, lo que da una idea del talante que se respiraba en el cónclave. Las caras largas de los perdedores contrastaban con la euforia y las llamadas a la unidad de los vencedores. Narbona alzó la voz para clamar por un PSOE «fuerte y cohesionado» con un modelo de partido y un proyecto que «nos haga identificables como principal partido de la izquierda». La presidenta del PSOE reconoció que Sánchez ha salido «fortalecido» porque ya ha superado «la primera barrera». Otros miembros de la ejecutiva son de nueva hornada. Núria Parlón, Iban García, Iratxe García, Francisco Polo, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, Carles Ruiz, Luz Martínez Seijo, Carmen Montoón, o Adriana Lastra y José Luis Ábalos, son ejemplos de los nuevos valores del socialismo español. Junto a ellos, la vieja guardia. José Félix Tezanos, Manuel Escudero, Odon Elorza, Andrés Perelló y Toni Ferrer son parte de la historia del socialismo en los últimos treinta años. Un diputado socialista definía el 39 Congreso de la siguiente forma: «Es la alianza de los que en su día fueron y los que quieren ser, en contra de los que hoy son. El PSOE, sin duda, también es un ejemplo de lo que sucede en la sociedad».
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