Gobierno de España
¡Que te voten o que no te voten!, esa es la cuestión
La rebelión de los pensionistas ha pillado por sorpresa al Gobierno y ahora busca una fórmula, casi mágica, para congraciarse con unos votantes que cada vez serán más decisivos en las urnas
La rebelión de los pensionistas ha pillado por sorpresa al Gobierno y ahora busca una fórmula, casi mágica, para congraciarse con unos votantes que cada vez serán más decisivos en las urnas.
Celia Villalobos venía delante, como la mujer del «anochecer de Coney Island» de Lorca. Preside el Pacto de Toledo, el de las pensiones. Debía ganar tiempo hasta que Rajoy, la víspera de los Idus de Marzo, se remangue en el Congreso e intente congraciarse con millones de pensionistas cabreados. Un 0,25% de subida, manejado con populismo por la oposición, encrespa hasta al jubilado más pepero. Las cifras «macro» brillan, pero no convencen a ninguna economía particular. Tampoco dan votos y, al final, como dice un ministro muy de la confianza de Rajoy, la cuestión consiste en «¡que te voten o que no te voten!», como si el propio Hamlet sobrevolara la Moncloa.
La rebelión popular de las pensiones ha pillado con el paso cambiado al Gobierno. Tomás Burgos, secretario de Estado de Seguridad Social, fue el primer sorprendido. El presidente, tras la patada hacia delante de Villalobos en el Pacto de Toledo, debe contentar a los pensionistas sin romper la caja. Otro sudoku casi imposible. Cristóbal Montoro es muy obediente, «yo soy un soldado en el Gobierno», pero tiene que cuadrar las cuentas. Hay soluciones, pero nadie se atreve. Margallo, siempre incontinente, llegó a proponer alguna y salió trasquilado. El secreto,lo sugirió el ex titular de Exteriores, está en el IVA y en los impuestos indirectos. España es el país de Europa que menos recauda por esos tributos, pero nadie abrirá ese melón. Sánchez, Iglesias y también Rivera lo ven insolidario y al Gobierno le asusta. Rajoy –y Ana Pastor– demostraron más habilidad con las movilizaciones feministas del 8 de marzo, de origen e inspiración podemita, y evitaron que todo fuera una gran protesta contra el Gobierno. Montoro tiene casi listos los Presupuestos. Él es el «cocinero», mientras que el ministro de Economía tiene que hablar idiomas y estar todo el día por ahí. Román Escolano, sustituto de Guindos, era el candidato con menos aristas, internas y externas. Su nombramiento es otro ejercicio de equilibrio interno: Soraya Sáenz de Santamaría no acumula más poder y el nuevo ministro tampoco incomoda a Dolores de Cospedal. Nadal (Ávaro) y Nadal (Albert) no pueden decir nada y en el Ibex 35 y más allá del Ibex 35 muchos han respirado al conocer al nuevo titular de Economía. La hipótesis de que, sobre todo Álvaro, acaparara más poder inquietaba.
Román Escolano es amigo de Francisco González (FG), presidente del BBVA, que los cuenta con los dedos de una mano y hay quien asegura que le sobra alguno. Es menos conocido, pero fue Mariano Rajoy quién avaló al propio Escolano cuando en 2006 fue contratado por FG para el BBVA. El banquero no le pedirá nada al ministro, pero la frontera de los 75 años y la retirada que le reclama el Banco Central Europeo (BCE), ya con Guindos casi dentro, le incomodan y ahora ve otra oportunidad
La fusión BBVA-Bankia, la gran operación vuelve a estar encima de la mesa. El PP, con un futuro electoral muy complicado, no puede dejar sin privatizar la entidad. Con acceso directo y diario amás de 10 millones de clientes sería una maquinaria electoral invencible, pero claro, FG y José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia y antiguo número 2 del BBVA, son incompatibles y tienen sus planes.
Rajoy siempre ha eludido los enredos bancarios, pero ahora quizá no puede mirar hacia otro lado, como ha ocurrido con la OPA de Abertis. El inquilino de la Moncloa sabe que la demoscopia anuncia tiempos oscuros para el PP. Pedro Sánchez y Alfredo Pérez Rubalcaba, cada uno por su parte, están convencidos de que el presidente no volverá a ser candidato. No coinciden en mucho más. Rubalcaba mantiene abiertos los canales de comunicación con el Gobierno-PP. También otros presidentes autonómicos socialistas. Javier Fernández, el hombre de la transición en el PSOE, no habla con Sánchez, pero cuando le cedió el testigo le sugirió, «tienes que hablar con Rajoy», que es lo que hace, por cierto, Susana Díaz. Pedro Sánchez, dicen socialistas históricos, «ha ganado la batalla de los militantes, pero el futuro del PSOE lo decidirán los votantes». Al PP le ocurre lo mismo. Ahora la obsesión popular es Ciudadanos, en donde Albert Rivera e Inés Arrimadas son menos uña carne. Quizá por eso, amagos aparate, Pedro Sánchez no tiene prisa, pero como apunta otro barón socialista «los mejores errores son los breves».
Montoro insiste en hablar con el PNV para los Presupuestos y Rajoy busca un mago que contenga la desafección de los pensionistas, porque desde la duda hamletiana, lo que importa es «¡que te voten o que no te voten!», pensionistas, mujeres y más y eso no está claro. El miércoles 14, víspera de los idus de marzo, el presidente moverá ficha, ¿o no?
(Al fondo, este fin de semana se prevé el desenlace en la pugna hispano-italiana sobre Abertis. El Gobierno y Florentino Pérez han demostrado oficio y cintura y acarician sus objetivos, con los italianos de Atlantia también, menos de lo que esperaban, pero satisfechos).
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