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Rajoy: «Usar las instituciones al servicio propio es corrupción»

El presidente del Gobierno defendió que nada de lo que propone Sánchez guarda relación con lo que España necesita «o se merece».

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante su intervención en la sesión plenaria
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante su intervención en la sesión plenarialarazon

El presidente del Gobierno defendió que nada de lo que propone Sánchez guarda relación con lo que España necesita «o se merece».

Mariano Rajoy acusó ayer a Pedro Sánchez de sectario y de corrupto. De lo segundo, porque utilizar las instituciones al servicio de uno mismo «también es corrupción», según le echó en cara al candidato poco antes de que se confirmara el fracaso de su investidura. Y sectario por su negativa a dialogar con el partido más votado en las elecciones generales de diciembre. Rajoy dirigió su tiempo en la tribuna a solemnizar las razones por las que su partido no puede respaldar la investidura del candidato socialista. «No vamos a apoyar la voladura de nuestra obra para sustituirla por un programa pseudosocialista», sentenció.

El líder popular defendió que nada de lo que propone Sánchez guarda relación con lo que España necesita «o se merece». Insistió en que no hay programa de gobierno, sino un ente de ficción, una especie de primer paso que sólo tenía como objetivo servir a los intereses de Sánchez para superar sus dificultades como secretario general de su partido.

«Usted ha improvisado un paquete de medidas que cada cual interpreta a la carta, y arrimando el ascua a su sardina. En este mundo traidor, donde nada es verdad o mentira, donde todo es del color con que cada socio lo mira», le espetó desde la tribuna al líder del PSOE, pero también al máximo dirigente de Ciudadanos, Albert Rivera, con quien mantuvo el pulso durante el último debate antes de la segunda votación de la candidatura del líder socialista.

Rajoy argumentó que las medidas que propone Sánchez tienen también en común que sólo pretenden la demolición de todo lo que ha realizado el PP en estos últimos cuatro años, y que es lo que ha servido para que España salga del «desastre» que dejó el PSOE en 2011. «Estamos ante una contrarreforma, algo malo en sí mismo, pero que es inaceptable cuando esas política han permitido superar el desastre que nos dejaron en 2011. Ése es un riesgo que España no se puede permitir. Lo lógico sería preservar las reformas que han traído recuperación y empleo. No se trata de cambiar por cambiar, por no saber estarse quieto o por cualquier otro motivo pueril», defendió.

Esa actitud es, a juicio de Rajoy, propia del síndrome de Adán, «algo propio de mentalidades inmaduras, que son las que creen que el mundo empieza con ellos». Rajoy blandió su condición de fuerza más votada, y sentenció que su «no» a Sanchez supone también un gesto de respeto a los españoles.

«España necesita además un gobierno estable y previsible. Pero lo suyo es una impostura, no puede ser presidente del gobierno sin el apoyo del PP o de Podemos. No ha querido hablar con nosotros y tampoco se ha tomado en serio la otra alternativa. Viene sin programa, sin mayoría y no será por falta de tiempo. Esto ha sido un engaño y una farsa», apostilló. El presidente en funciones también criticó que su argumento para pedir a la izquierda que le apoye como presidente sea el de «súmense a mí porque cualquiera de nuestras peores ideas siempre será mejor que las del PP». «Qué argumento más democrático», ironizó.

Y como colofón, antes de bajarse de la tribuna: «Su fiesta ha terminado». Rajoy centró su último dardo en deslegitimar la candidatura de Sánchez y el programa que ofrece de la mano de Rivera.

Él líder popular midió más sus palabras que en su primer discurso, para rebajar el tono bronco sin perder en contundencia y rechazo a la oferta socialista. En un gesto que mira hacia el lunes, y hacia su voluntad de intentar una vez más el diálogo con los socialistas y con Ciudadanos. Pero el PP tomó nota de que de nuevo Rivera fue más duro con ellos que Sánchez, y que se marchó del detbate cerrando tajantemente la puerta al entendimiento.