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Pide unidad al PP y avisa a Rivera de que nadie les marca la agenda
La incógnita sobre el futuro de Feijóo protagoniza el acto en Pontevedra
«Ésta es mi casa». El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, volvió ayer a Pontevedra acompañado del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo. Allí fue víctima de una agresión en plena campaña de las elecciones generales y ya más recientemente ha tenido que ver cómo el ayuntamiento pontevedrés, ciudad de la que fue concejal al principio de su carrera política, le declaraba persona ‘non grata’ con los votos del PSG-PSOE, En Marea y el BNG.
Rajoy estuvo escoltado por su mujer, Elvira Fernández; por la ministra de Fomento, Ana Pastor; por el presidente de la Xunta; y por Javier Arenas, vicesecretario de Política Autonómica del PP. Ante el plenario del congreso, sus militantes y los cargos regionales le recibieron con una intensa ovación, mientras se proyectaba el mensaje «bienvenido a tu casa, bienvenido a tu ciudad». Todo al servicio de responder a la decisión de la izquierda en el Ayuntamiento de la ciudad, y que el PP ha calificado de «sectaria» y ha criticado por suponer «una utilización partidista» de las instituciones. Rajoy mantiene su defensa de la gran coalición, pero ayer también aprovechó para hacer un llamamiento a la unidad y a la cohesión interna de su organización. El líder popular instó a los suyos a responder a la difícil situación que atraviesa el país, y su partido, con unidad y con la defensa de las siglas y de lo que representa su formación. «Tenemos que preservar la independencia y los rasgos diferenciales del primer partido de España», manifestó.
Rajoy presumió de la fortaleza del PP, de los 800.000 afiliados que tiene en toda España, y de su condición de primera fuerza en las últimas elecciones generales. Un discurso dirigido a dar ánimos a sus bases y a evitar que el desánimo abra grietas en público en la imagen de unidad alrededor de su liderazgo y de su candidatura en el caso de que vuelvan a convocarse las elecciones generales. Rajoy advirtió de que todavía quedan dificultades «por venir» e insistió en que lo más importante es que sean capaces de mantenerse unidos antes ese escenario adverso.
También presionó a los suyos para que cierren filas frente a Ciudadanos. En un claro mensaje dirigido a Albert Rivera, que ha exigido su retirada de la primera línea como condición para poder sentarse a negociar con el PP, Rajoy proclamó que su partido no acepta injerencias ni deja que sus decisiones las adopten otros. «Somos la agrupación más grande de España y nuestras decisiones las tomamos nosotros, no las toman otros por nosotros», concluyó. El líder del PP sigue defendiendo la gran coalición frente al rechazo del PSOE y de Ciudadanos.
El acto de ayer estuvo marcado por la incógnita sobre el futuro de Feijóo. Si repite como candidato a la Xunta, si salta a la política nacional o si da el paso a la actividad privada. Ayer no tocaba, y la decisión dependerá también de cómo evolucione la política nacional. Y de la conversación que mantengan Rajoy y el político gallego.
El presidente en funciones fue aclamado antes de su llegada al recinto donde se celebraba el Congreso Provincial del Partido Popular. Muestras de cariño, peticiones de fotografía y gestos de simpatía que fueron correspondidas por Rajoy. «Me siento en mi casa. Lamento no venir más», comentó. «No pienso renunciar a mi ciudad. No voy a renunciar ni a mis amigos ni a mis vivencias. No quiero ser de ningún otro lugar», aseguró en una carta a los pontevedreses que publicaba ayer el Faro de Vigo con motivo de su presencia en Pontevedra. En su discurso, aprovechó para agradecer la «lealtad» y el «apoyo» recibido y para afirmar que «conseguirá» que le retiren la declaración de «persona non grata» en su ciudad.
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