Elecciones autonómicas
Rajoy pide al PP zanjar el «caso Soria» para centrarse en el 25-S
Moncloa y la dirección del PP han puesto en marcha la maquinaria para pasar página del «caso Soria» cuanto antes y minimizar en la medida de lo posible el coste de este episodio en la batalla por la gobernabilidad nacional.
Moncloa y la dirección del PP han puesto en marcha la maquinaria para pasar página del «caso Soria» cuanto antes y minimizar en la medida de lo posible el coste de este episodio en la batalla por la gobernabilidad nacional.
Moncloa y la dirección del PP han puesto en marcha la maquinaria para pasar página del «caso Soria» cuanto antes y minimizar en la medida de lo posible el coste de este episodio en la batalla por la gobernabilidad nacional y la que se librará en las elecciones autonómicas que se celebran el 25 de septiembre. Las dos están muy relacionadas, ya que el resultado podría variar la posición de algunos de los actores. El PP se agarra a la esperanza de que un mal balance para los socialistas debilite a Pedro Sánchez y afiance la tesis de quienes dentro del partido defienden negociar de alguna manera una abstención, aunque sea con condiciones. La otra clave es el PNV, ya que con su apoyo sería más fácil mover al PSOE. Pero el mensaje que están trasladando los nacionalistas vascos es bastante claro: no habrá cambio en su posición sea cual sea el resultado porque la dialéctica nacional ha demonizado hasta una simple abstención para convertirla en un supuesto apoyo «muy costoso». Las primeras elecciones del nuevo Gobierno serán, además, muy impopulares, techo de gasto y unos nuevos Presupuestos condicionados por los ajustes en materia de déficit que exige Bruselas, y esto tampoco se le pasa por alto a la cúpula del PNV. Hay que tener en cuenta que el sistema de elección del lendakari es como el de la Mesa del Congreso, sumar más «síes» que «noes», y evitar bloqueos como el que a nivel nacional ha llevado ya por dos veces a la repetición electoral.
La instrucción oficial llama al cierre de filas, a no seguir alimentando la polémica por el «caso Soria» y a intentar salvar la figura de Mariano Rajoy del desgaste que acompaña a esta crisis para que no afecte a sus opciones de formar Gobierno, pero tampoco al PP en sus citas electorales en Galicia y en el País Vasco. Rajoy ha tomado nota de la rebelión interna, que explica en la preocupación electoral de sus barones y por el coste en la imagen del partido, y ha empezado a mover a todos sus «peones» para que dejen caer el mensaje de que hay que dar por finalizado este asunto y ponerse a remar para conseguir el mejor resultado en las campañas que empiezan esta noche.
El candidato popular estará este sábado en Galicia, y también arropará a su candidato en el País Vasco, Alfonso Alonso, con quien ayer ya estuvo en un acto informativo en Madrid. Ni Rajoy ni Alonso entraron al trapo del «caso Soria», pese a las preguntas que se les plantearon al respecto. «El asunto quedó zanjado el martes», explicó Alonso. Aunque la preocupación interna por el coste de este tema sigue viva porque en el PP son conscientes de que no va a ser tan fácil apagar el fuego. La izquierda no va a renunciar a seguir utilizándolo como elemento de desgaste y en las filas populares temen que sigan saliendo informaciones que dejen aún más en evidencia el procedimiento que se utilizó para promover a Soria al puesto que deseaba. La prioridad es limpiar la imagen de Rajoy.
Ayer fue significativo cómo Moncloa y la dirección del partido comenzaron a difundir las mismas explicaciones que exoneran a Rajoy de responsabilidad para depositarla en manos de Economía y del ministro Luis de Guindos. En este departamento se formalizó la decisión de proponer a Soria como director ejecutivo del Banco Mundial, ya que de este ministerio depende el trámite aunque lo haga conforme con el presidente del Gobierno, como es habitual en las designaciones de altos cargos para puestos en el exterior. Pero lo que cuentan es que Rajoy no manejó toda la información y que el proceso se coció a sus espaldas, en el seno de la «estrecha» amistad de Soria con De Guindos. Y bajo el apoyo de ese grupo que se ha bautizado como G-8, ministros, algunos veteranos, unidos por lazos de amistad y que han compartido en buena parte el criterio de que se estaba siendo injusto con el ex titular de Industria por obligarle a renunciar por «su torpeza» en sus explicaciones sobre los «papeles de Panamá» y sobre el dinero que se le descubrió en paraísos fiscales. «Rajoy no estaba en el detalle de cómo se tenían que hacer las cosas, y su impresión es que todo estaba en orden», añaden fuentes de su entorno. «Y al final se ha visto involucrado en lo que parece ante la opinión pública como el amaño político de un concurso para favorecer la elección de quien tuvo que dejar su cargo por tener dinero en paraísos fiscales», se quejan en la dirección popular.
Moncloa y la cúpula del PP siguieron ayer la senda abierta en la víspera por la secretaria general, María Dolores de Cospedal, para imputar este error al ámbito de la competencia de De Guindos. A Rajoy se le libera de tomar parte de la decisión, y las explicaciones que dan desde su entorno para justificar que el presidente haya utilizado argumentos que no se correspondían con la realidad para avalar el nombramiento, como que fue por concurso público y que éste era para funcionarios, es que tenía mala información y que Economía dio un mal paso al promover esta designación el viernes, justo antes de que expirara el plazo, y en coincidencia con el final de la sesión de investidura.
El error de los tiempos y de las explicaciones es, por tanto, de Economía, alegan. Mientras que Rajoy tuvo que intervenir el martes para convencer a Soria de que tenía que renunciar al cargo para cortar la polémica. Soria es buen amigo de De Guindos, pero también del líder popular. Y antes del verano también a él le planteó su deseo de quedarse con la vacante en el Banco Mundial.
Rajoy, en cualquier caso, pasa página, y no va a entrar en «dimes y diretes», precisan. Ahora está con la cabeza puesta en las elecciones gallegas, donde la información que le llega del partido es que pueden conseguir la mayoría absoluta, pero que no está fácil. Y cualquier error puede cobrarse esos votos necesarios para tenerla. Su presencia estará muy medida, mientras que el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, hará una campaña muy territorial y centrada en alertar de la inestabilidad y de los riesgos de la alianza de socialistas y de «la izquierda más radical» para echar al PP de La Moncloa. En el País Vasco también jugará mucho el factor territorial, pero ahí Rajoy y su candidato harán causa común con su mensaje tradicional sobre el modelo de Estado y la defensa de la Constitución.
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