Comparecencia de Rajoy

Rajoy: «Soy recto y persona honrada» / Rubalcaba: «Jamás he cobrado en negro»

El debate, sin ser bronco, destiló grandes dosis de acidez

La Razón
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MADRID- Un debate que sin ser bronco sí destiló grandes dosis de acidez, sobre todo por parte del presidente del Gobierno, que descolocó a propios y a extraños no tanto por el contenido sino por la forma directa en que abordó el asunto Bárcenas, el ex tesorero del PP hasta ahora innombrable y al que ayer mencionó por su nombre hasta en 13 ocasiones. Un Rajoy que en todo momento se esforzó por trasladar seguridad, no se anduvo con rodeos, fue directo y al grano, admitió un error de confianza, negó todas las acusaciones sobre financiación ilegal y cobros en negro y, sólo de pasada, admitió «remuneraciones complementarias» en su partido «como en todas partes», pero sin entrar en la procedencia del dinero. Fue una intervención bien estructurada y contundente, aunque, como se esperaba, insuficiente para una oposición.

Todo para concluir que no piensa dimitir ni convocar elecciones legislativas y que ayer no se le pedían explicaciones, si no que se declarara culpable sin serlo. «No me voy a declarar culpable porque aunque no soy un compendio de virtudes, soy una persona recta y honrada (...) No me voy a declarar culpable porque no lo soy y porque no tengo constancia alguna de que mi partido se haya financiado ilegalmente, el suyo [el PSOE], sí y lo han dicho los tribunales».

Antes resumió en dos palabras los hechos: «Me equivoqué. Lo lamento, pero fue así. Me equivoqué al mantener la confianza en alguien que ahora sabemos que no lo merecía». Dijo que fue todo su papel en esta historia, el de «creer a un falso inocente, pero no el de encubrir a un presunto culpable». Y que ahora lo único que cabe es que se deje trabajar a la justicia, ya que es al juez al que «le corresponde establecer la verdad» y no al Congreso, que es una «cámara parlamentaria» y no «un tribunal».

Toda su primera intervención estuvo repleta de frases pronunciadas en otros tiempos por Rubalcaba años pasados para hacerlas suyas. Todas las acabó con el «latiguillo» de «fin de la cita». Las Cortes «no están para suplantar la acción de los jueces en la instrucción de los sumarios»; «hay quien quiere convertir el Parlamento en una enorme comisaría» y «los jueces en España son los que deciden si las imputaciones son veraces o no"fueron algunas». Por eso reprochó a la oposición, en especial al PSOE, que aplauda las «marrullerías» al ex tesorero: «Dan por bueno, seguro y probado lo que se publica e ignoran lo que se desmiente», lamentó para censurar que los socialistas vean «delitos» con la «misma facilidad que antes veían brotes verdes». El presidente se sabía de antemano juzgado y condenado, en especial por un Alfredo Pérez Rubalcaba, acusador que si en su primera intervención hizo más de fiscal que de jefe de la oposición, en la segunda entró en el cuerpo a cuerpo que buscó Rajoy, elevó el tono y advirtió que no dejará que un asunto tan grave se «metabolice» en la sociedad tras la comparecencia del presidente porque cuando en un partido ocurre lo que ha ocurrido en el PP «tiene que pasar algo».

«Su presencia al frente del Gobierno de España es un problema para nuestra democracia», «la resistencia no es buena cosa cuando resistiendo se hace daño al país que uno gobierna», «tiene que irse porque se trata de una cuestión de higiene democrática y porque, de otra manera, la vida política de España se estaría berlusconizando» fueron algunas de sus frases más sonoras. Pero las que realmente tronaron en el hemiciclo de la Cámara Alta fueron las que pronunció para defenderse de los ataques del presidente que llegó a acusarle de desestabilizar las instituciones con su discurso. Aquí algunas: «Jamás en mi vida política he cobrado en negro; mi nombre nunca ha aparecido repetidamente en ninguna financiación B de ningún partido político; jamás he dicho a los españoles había que bajarse el sueldo mientras me lo subía y nunca he intercambiado SMS con ningún delincuente».