Convención del PP
Rajoy y Aznar, la foto más esperada
Moncloa y Génova quieren rebajar la tensión actual porque juntos suman más. El PP apuesta por ir en la misma dirección
Moncloa y Génova creen que «juntos suman más»
El PP ha intentado tapar con forzados llamamientos a la unidad el vacío que deja la ausencia de una foto de Mariano Rajoy y José María Aznar, juntos, en esta Convención Nacional. El distanciamiento entre los dos viene de lejos, más lejos que el traumático Congreso de Valencia de 2008, en el que Rajoy certificó el inicio de una nueva etapa con nuevos rostros y con otra vuelta de tuerca al centro político. Ya entonces fue noticia el frío saludo entre ex presidente y presidente del partido y el desplante de la «vieja guardia». Nada ha ayudado a que la relación entre los dos no fuera desgastándose poco a poco desde el primer minuto de la sucesión. Posiblemente ni ellos mismos, pero todavía menos que ellos sus colaboradores más cercanos. A veces los malentendidos han venido más influidos por los que susurran a los oídos de uno y otro que por diferencias constatadas en el «tú a tú» entre los dos.
El análisis mayoritario que en las filas populares hacen de la ausencia de Aznar apunta al acto de noviembre del año pasado, en el que la cúpula del PP plantó la presentación de su segundo libro de memorias, editado por Planeta. Entonces Aznar dijo que «tomaba nota», y por mucho que ahora Génova y FAES se esfuercen en presentar como un problema de agenda la ausencia de Aznar, en el PP interpretan lo ocurrido como la devolución por parte del presidente de honor del «golpe» que la dirección del Partido Popular le propició hace dos meses. Entre los cargos públicos y dirigentes que se mueven por los pasillos del Centro Cultural Miguel Delibes, de Valladolid, se reparten responsabilidades en la imagen de fractura, pero también existe coincidencia en resaltar que esa imagen no suma, quizás no reste mucho, pero, en cualquier caso, no suma. A este PP, al «nuevo PP» que hoy comanda como «número dos» María Dolores de Cospedal, sigue gustándole más que Rajoy y Aznar estén juntos, y sigue considerando, aunque así no lo opinen algunos de los miembros de la actual dirección, que Aznar continúa siendo un referente que como tal debe ser tratado, como se hizo con Manuel Fraga hasta el último momento. Esto no quita para que entre los cuadros territoriales y en las bases no se acumulen también reproches hacia algunos de los últimos gestos del ex presidente, hacia una actitud de enmienda a la totalidad a la gestión de Rajoy «a la que le sobran aristas», como sostiene un ministro que también ocupó altas responsabilidades en el Gobierno de Aznar.
La salida al desencuentro es bastante difícil a estas alturas. Dicen en Moncloa que no hay fractura y que «no hay que recomponer nada porque todo es más mediático que otra cosa». Pero el argumentario, en este caso, no modifica la realidad. Y en el PP no ven un problema mediático, sino real. En los últimos meses Rajoy, instigado por algunos dirigentes de Génova, ha ido acumulando sus agravios; y Aznar, por su parte, los suyos propios. Génova ha intentado en algunas ocasiones enterrar su memoria o echar sobre su memoria responsabilidades que no le corresponden, por ejemplo en el «caso Bárcenas». Y él ha respondido colocando el foco en los puntos más débiles de la gestión de Rajoy. Aznar no quiere volver a la política, pero no está conforme con lo que están haciendo con su herencia. Y al presidente del Gobierno no le gusta el conflicto, pero tampoco que le intenten marcar la agenda desde fuera. Rajoy cree que es muy fácil hablar cuando no se está en el Gobierno, y Aznar cree que no se puede tener una mayoría absoluta y no llevarla hasta sus últimas consecuencias para aplicar las esencias del programa popular en materia económica, pero también en relación al modelo de Estado, por ejemplo. En este punto, la Convención Nacional sumará un desencuentro más «en una relación en el que el factor humano ha jugado mucho a la contra», en palabras de un estrecho colaborador de Aznar, hoy diputado. «Yo he tenido dos grandísimos maestros. Uno de ellos es José María Aznar. El otro, Rajoy», apuntó el ministro Miguel Arias-Cañete, haciéndose eco del sentir de una buena parte del partido.
Almuerzo austero y castellano
Habas con huevos, bacalao, acompañado de pan lechuguino de Valladolid. Todo ello regado por vinos de Rueda y de la Ribera del Duero y con un ponche segoviano de postre. Fue el contenido del menú «austero» y «pagado por la organización de la Convención Nacional», que presidió el almuerzo a la cúpula nacional y de la España autonómica, ofrecido por el Restaurante Ramiro's, en el propio Centro Cultural Miguel Delibes. El ágape sirvió para reunir a once presidentes autonómicos del PP, los de las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, así como los dirigentes del Partido en España y participantes en la Convención llegados de toda Europa. En el encuentro, aseguraba el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, se habló «más de lo divino que de lo humano», aunque sí se reflexionó sobre la mayor hermandad lograda por los barones, frente a lo que ocurría hace una década, cuando, «para vernos, teníamos que viajar a Bruselas, al Comité de las Regiones», informan J.M.S. y R.M.
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