Galicia

Resistencia Galega rompe su silencio tras un año de «tregua» y reactiva la lucha armada

Combo de fotografías facilitadas por el Ministerio del Interior del material encontrado en el interior de un zulo localizado por la Guardia Civil en la localidad coruñesa de O Predouzo. Dentro del zulo, se han hallado dos bolsas de plástico que contenían tres artefactos explosivos, dos termos y una olla, preparados para ser utilizados en acciones similares a las del Ayuntamiento de Baralla (Lugo)
Combo de fotografías facilitadas por el Ministerio del Interior del material encontrado en el interior de un zulo localizado por la Guardia Civil en la localidad coruñesa de O Predouzo. Dentro del zulo, se han hallado dos bolsas de plástico que contenían tres artefactos explosivos, dos termos y una olla, preparados para ser utilizados en acciones similares a las del Ayuntamiento de Baralla (Lugo)larazon

Tras un año de “tregua”, Resistencia Galega ha roto su silencio. Y lo ha hecho con un atentado contra la Casa Consistorial de Baralla (Lugo), respondiendo así a las consignas de su líder, Antón García Matos “Toninho”, de reactivar la lucha armada.

El comunicado de “Toninho” del mes de julio -un vídeo de 37 minutos que se resume en esta frase: “La lucha de la resistencia es la lucha armada”- ha sido un punto de inflexión en la actividad de esta organización terrorista, que durante un año ha permanecido agazapada en espera las claras consignas dadas en el comunicado.

García Matos, escondido en algún rincón de Portugal junto con su pareja y también dirigente de la banda, Asunción Losada Camba, dio por finalizada la “tregua” e instó a sus activistas a salir de ese aletargamiento porque “los enemigos de Galicia deben ser fustigados en todo lugar y circunstancias”.

No tardó mucho la organización en ponerse manos a la obra y el 1 de este mismo mes volvió a dar señales de vida para demostrar que Resistencia “resiste”. Un artefacto explosivo colocado en la entrada de la Casa Consistorial de Baralla provocó daños valorados en decenas de miles de euros.

Muy poco tardó también la Guardia Civil en detener al presunto autor. Dos días después Raúl Agulleiro Cartoy fue arrestado por esta acción y enviado a prisión por el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu.

¿Se trata de una acción aislada o de una reactivación de la lucha armada de una organización heredera del Exercito Guerrilheiro do Povo Galego con cerca de diez años de vida y orgullosa de “recoger el testigo de esta hermosa tradición guerrillera por la independencia”, como proclama ‘Toninho’?.

Las fuentes de la investigación consultadas por Efe no quieren restar importancia a la capacidad de actuar de este grupo y, sin ser alarmistas, no dudan en asegurar que el comunicado de “Toninho” obliga aún más a las fuerzas de seguridad a mantener la guardia, que nunca han levantado.

Sobre todo porque, como ha quedado patente en la última operación de los servicios de Información de la Guardia Civil contra la organización, la intención de ésta es seguir actuando. Lo demuestran los tres artefactos, perfectamente preparados para ser colocados, hallados en un zulo en la zona a la que acudía periódicamente el último arrestado.

La organización, a pesar de no contar con un número elevado de activistas, pretendía hacerlos explosionar en breve.

Aunque no se integran en comandos al uso de otro terrorismo doméstico que ha actuado en España, el de ETA, sí tienen distribuidas sus funciones y muchas veces actúan de forma individual o en pareja.

Desde su fundación en 2005 Resistencia Galega ha perpetrado más de treinta atentados, de los que han sido objeto instituciones, oficinas bancarias, empresas y sedes de partidos políticos y sindicatos. Una veintena de activistas han sido detenidos y casi una decena están en la cárcel.

Con miembros de edades comprendidas entre los 20 y 35 años y procedentes en general del entorno universitario, Resistencia Galega extiende su abanico de objetivos a todo aquello que suponga un obstáculo para conseguir una Galicia independiente, desde las empresas que trabajan para infraestructuras del Estado a partidos políticos.

Y aunque en su ánimo no está matar, fuentes de la lucha antiterrorista dejan claro que los artefactos -generalmente ollas con dinamita- tienen la suficiente potencia como para llegar a causar la muerte de alguien.

Más aún cuando están dotados con temporizadores, por lo que la explosión se produce cuando el autor de la colocación del artefacto ya está lo suficientemente lejos del lugar como para no percatarse de si hay alguna persona cerca.

Pero a Resistencia Galega no le convendría en absoluto que sus acciones se empeñaran con sangre. Como han resaltado a Efe algunos sociólogos consultados, eso sería “nefasto” para la organización porque perderían parte de su apoyo social, generaría rechazo y en algunos seguidores se vendría abajo la imagen de “Robin Hood” que tienen de la organización.

La reaparición de Resistencia Galega en acciones violentas coincide en el tiempo con la disolución de la organización Asamblea da Mocidade Independentista (AMI), con la que muchas veces se la ha vinculado como cantera de futuros activistas.

La última acción de esta banda también ha coincido con el juicio en la Audiencia Nacional a dos presuntos miembros de la organización, uno de los cuales dijo en la vista que estaba arrepentido y reconoció -por primera vez lo ha hecho un acusado de este grupo- la existencia de la banda.

En este tiempo de inactividad aparente la banda ha tenido que digerir la sentencia del pasado mes de abril del Tribunal Supremo que la calificó de organización terrorista, lo que conlleva penas más altas y su cumplimiento íntegro.

Consciente del daño que este fallo ha podido causar para el reclutamiento de jóvenes por el temor a esas mayores condenas, según han subrayado a Efe fuentes jurídicas, “Toninho” insistió en su comunicado en que el conflicto gallego no puede resolverse “a base de fuertes condenas”.

“Somos capaces de levantarnos una y otra vez”, dijo. “Asumimos los costes que trae consigo el combate. Nuestro problema no es la Audiencia Nacional ni la aplicación del Código Penal. Las fuertes condenas pueden producir disuasión, pero no lo han conseguido”, arengó.