
Elecciones generales
Sánchez viaja a Lisboa para importar un «frente anti-PP» a la portuguesa
Intercambiará experiencias con António Costa sobre su alianza de izquierdas a tres bandas

Intercambiará experiencias con António Costa sobre su alianza de izquierdas a tres bandas
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, inicia su agenda oficial de 2016 con un viaje cargado de simbolismo. En un año plagado de incertidumbres tanto a nivel nacional como en el seno de su propio partido –en plena lucha por el liderazgo–, el secretario general socialista retoma hoy sus compromisos internacionales viajando a Portugal, cuna de la alianza de izquierdas para descabalgar a la lista más votada. Sánchez fía toda su estrategia de futuro a tejer un pacto a la portuguesa que le permita conquistar La Moncloa y que, desde esta posición de primacía, haga incontestable su papel al frente de la dirección del PSOE.
Tras el parón navideño de casi diez días en el que el líder socialista ha estado absolutamente desaparecido, después del trance que supuso para él el Comité Federal del pasado 28 diciembre y la cena previa con los barones territoriales, Sánchez estará hoy en Lisboa junto a la secretaria de la Unión Europea del PSOE, Iratxe García. En la capital lusa mantendrá una reunión de corta duración con el primer ministro, António Costa, con quien desea intercambiar experiencias sobre las bases que cimentan el acuerdo de izquierdas que ha logrado cambiar el sentido del Gobierno de Portugal. Allí es un modelo probado, del que todavía no se ha podido acreditar su eficacia ni su estabilidad, y Sánchez aspira importarlo a España. Ésta es la razón a la que obedece el viaje, que se organizó tras el escenario arrojado por las urnas el 20 de diciembre, a petición del propio Sánchez.
El contexto español es prácticamente calcado al portugués. El conservador Passos Coelho ganó los comicios, pero la aritmética parlamentaria le impidió obtener una mayoría suficiente para poder formar gobierno. Los socialistas lusos, cercados por la corrupción, lograron a través de un nuevo liderazgo –el de António Costa– obtener un resultado lo suficientemente holgado como para tener margen de maniobra a través de pactos postelectorales. El acuerdo rubricado con el Bloque de Izquierda –el Podemos luso–, el Partido Comunista y los Verdes se produjo tras tensas negociaciones y se gestó en una triple entente, pues el Partido Socialista firmó tres acuerdos individuales, uno con cada partido, en los que no se cedió a las pretensiones maximalistas de algunos de ellos, favorables –por ejemplo– a abandonar la Unión Europea. A su vez, los apoyos que se circunscribieron únicamente a la investidura, ya que ninguna de estas formaciones se integró dentro del Gobierno actual. Esta experiencia le sirve a Sánchez en parte, porque aunque pudiera desplegar todas sus armas de persuasión con Podemos, todavía necesitaría el aval de otras formaciones para llegar al Gobierno, pero con este viaje, el socialista busca mandar también un mensaje interno a sus barones: no cesará en su empeño de conseguir una alianza de izquierdas, con o sin su apoyos.
Pero Sánchez ni siquiera tiene asegurado el apoyo de Pablo Iglesias. La resolución aprobada por el Comité Federal del PSOE, en la que se exige la renuncia al referéndum de autodeterminación por parte de Podemos antes de sentarse a negociar, cercena las escasas posibilidades de entendimiento entre unos y otros y convierte la investidura de Sánchez en poco más que una utopía. Además, el calendario electoral en Cataluña tampoco favorece las opciones del líder socialista, porque dibuja el escenario más imprevisible para un paso atrás de los de Iglesias en materia del derecho a decidir. En plena campaña hacia las urnas, la postura de bloqueo a la investidura de los socialistas es de la que más réditos electorales pueden sacar ante el inminente «sorpasso» que se augura al PSC en los comicios.
Sin embargo, no todo el escenario electoral en Cataluña le es adverso a Pedro Sánchez. La necesidad de embarcarse en una contienda en la que todo el partido debe remar para la supervivencia de Miquel Iceta al frente de la izquierda aleja –por el momento– los vientos del sur que amenazan su liderazgo.
Los mismos que hace unas semanas clamaban por acometer una renovación inmediata al frente de la dirección –congreso del partido mediante– consideran ahora que hay que templar gaitas ante la repetición de las elecciones catalanas. «Los ciudadanos no nos pueden ver ocupados en líos internos», declara un dirigente. Un sentir que es mayoritario dentro del partido y que se orienta en defender los intereses electorales del PSC y de los socialistas, por encima de la pugna por el mando de Ferraz. No obstante, el debate no está cerrado y se retomará cuando las circunstancias sean propicias. Sánchez ha salvado a cuenta de la CUP el primer «match ball» a su futuro político.
Un sector del PSOE pide una consulta sobre Cataluña
Un sector del PSOE ha hecho llegar al líder del partido, Pedro Sánchez, una carta abierta en la que defienden explícitamente la posibilidad de pactar una alianza con Podemos y otros partidos, a fin de alcanzar una mayoría suficiente para encabezar un proyecto de cambio para España. Entre los firmantes se encuentan el diputado Odón Elorza y el otrora aspirante a la Secretaría General José Antonio Pérez Tapias, que, integrado en la corriente Izquierda Socialista ,votó en contra de la resolución aprobada por el Comité Federal que ponía la línea roja en el referéndum. Es más, en la misiva se defiende la posibilidad de promover una consulta legal para el reconocimiento de la realidad nacional de Cataluña.
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