Política

España cambia de rumbo

Semillas de esperanza

La Razón
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Brotes verdes fue la parábola de la ministra Salgado en el Gobierno de Rodríguez Zapatero. No fue muy afortunada porque los escasos retoños que anunció se secaron a gran velocidad y la frase quedó como el mejor ejemplo de confundir el deseo con la realidad. Por tanto, no voy a ser quien la repita.

Brotes no, semillas sí. Pero sí hay en el horizonte económico semillas que si se cuidan y riegan con esmero pueden dar frutos. La balanza de pagos española está sana y equilibrada; las exportaciones sustituyen al consumo interno como tirón del crecimiento. La prima de riesgo se reduce y el Estado se financia a intereses cada vez menores, aunque deban descender más. La estabilidad presupuestaria parece que se consolida. La industria española del automóvil se prepara para producir más y mejor (excepto Nissan, por la obcecación sindical). Retornan algunos fondos de inversión que se habían marchado. La Bolsa se recupera. La temporada turística se presenta estupenda y crecen los extranjeros que nos visitan. La imagen de España se mejora en los medios extranjeros.

La criticada reforma laboral ha permitido reorganizar las plantillas de las empresas privadas hasta hacerlas competitivas. La banca española ha drenado activos tóxicos y parece que en unos meses el FROB sacara las últimas entidades a venta y el Sareb empezará a liquidar algunas de las propiedades que ha recibido de las entidades intervenidas.

Más reformas, que chocan con las autonomías. Datos positivos que indican que algo está cambiando. No obstante, todo se puede agostar. Si no se aprovecha la coyuntura para hacer cirugía profunda, habremos perdido una oportunidad de oro. Por eso, el Gobierno sigue preparando reformas. Una de ellas la recuperación de la Unidad de Mercado. Un tema peliagudo porque choca con las competencias de las autonomías. También está trabajando la Comisión para la Reforma de las Administraciones Públicas. Parece que en junio tendrán un primer borrador, un poco tarde. Cuando quieran empezar a actuar se habrá «pasado el arroz». Necesitamos más rapidez, aunque como este tema choca también con las comunidades autónomas: largo me lo fiáis.

Y ese puede ser el freno más importante para la recuperación. El desafío soberanista catalán añade incertidumbre política. La resistencia a ceder competencias de las Autonomías, sean del color que sean sus gobiernos, es un reto a superar.

Las plagas que pueden aguar la cosecha. No se puede hablar de brotes verdes, aunque sí de semillas. Pero, sigue habiendo plagas que pueden acabar con el crecimiento anunciado por los granos a punto de germinar. Las hay endógenas. La primera, el paro, que cercena el consumo interno. Si la recuperación no se refleja en la creación de trabajo, las economías domésticas no sentirán sus efectos. Eso puede empezar a notarse en la primavera y el otoño si otras plagas no aguan la cosecha. La segunda plaga endógena es la corrupción, que puede erosionar la imagen en el exterior.

Otra plaga, exógena, es el riesgo de recesión de la economía internacional y, en particular, la UE. Por eso, estas Navidades estuvimos pendientes del «abismo fiscal» americano, que tiene que revalidares el próximo mes. Por eso, Rajoy ha pedido a Merkel que tome medidas para el crecimiento en la zona euro. El argumento es que Alemania acabará sufriendo la recesión si el sur no sale de ella. Pero, la canciller tiene elecciones en noviembre. Las encuestas le dan vencedora por amplio margen ¿Por qué cambiar su política? En el electorado germano es rentable la imagen de una Alemania que ha conseguido la preponderancia que le negaron dos guerras mundiales. En consecuencia, hasta finales de este año no parece que haya posibilidades de cambio en la política del BCE, donde manda la ideología conservadora antiinflacionista del IV Reich.

Esperar, actuando. En consecuencia, no todo depende de nosotros. Pero sí bastante. El espíritu reformista del Gobierno no debe parar y debe darse prisa. El peligro ya no está sólo en la macroeconomía. Ese peligro está casi conjurado, el peligro es político: de política interior y de política exterior. Conseguir el acuerdo autonómico, repartir y evitar duplicidades en las competencias de los diferentes niveles, reducir y racionalizar el gasto; reaccionar con firmeza ante los casos de corrupción, sean donde sean; empujar las decisiones internacionales que nos favorezcan. Todo un panorama de trabajo.