Aniversario
Las siete amenazas para la España Vaciada
"No al territorio de sacrificio". En su cuarto aniversario, el colectivo denuncia una serie de situaciones que, dicen, están ahogando su supervivencia
Al cumplirse cuatro años de la gran manifestación en Madrid que visibilizó el malestar de las colectividades que constituyeron la denominada Revuelta de la España Vaciada, las asociaciones que luchan por la pervivencia del medio rural despoblado han celebrado el aniversario con un mensaje reivindicativo: "No queremos ser territorio de sacrificio".
Numerosas protestas se han celebrado en distintos puntos del país para denunciar el abandono de las instituciones. Con ese eslogan, a través de un manifiesto, el colectivo señala que "desde la gran manifestación del año 2019, en la que conseguimos por primera vez que los partidos políticos empezasen a hablar del problema que sufre gran parte de nuestro país, hemos visto a nuestros gobernantes realizar muchas promesas. En ellas se comprometían a trabajar para dotar a la España más olvidada, a nuestro mundo rural, de los mecanismos necesarios para evitar el declive social y poblacional que venimos sufriendo".
En esta ocasión, el colectivo se ha manifestado en diferentes provincias españolas - Cuenca, Zamora, Soria, Teruel o Zamora, entre otras- que llevan años perdiendo población por la falta de recursos tan básicos como las comunicacions, educación o sanidad.
Sin embargo, este año el colectivo también ha querido poner el foco en las políticas implementadas al hilo de las crisis globales que se han encadenado en los últimos años que, dicen, no han hecho sino agravar su situación. En concreto enumeran siete amenazas: los megaproyectos energéticos, las macrogranjas, la nueva minería extractiva, los trasvases de agua, la explotación industrial de los bosques, el desmantelamiento de servicios y el abandono de las líneas tradicionales de ferrocarril.
Denuncias
1) La amenaza de los megaproyectos energéticos, con inmensos parques solares o gigantescos campos de aerogeneradores que están colonizando nuestro paisaje. La Transición Energética no puede convertirse en una transición injusta, a costa de las comunidades rurales, para beneficio de empresas con sede social en otras provincias e incluso países lejanos y ajenos a los territorios donde producimos la energía y que sufrimos la expropiación de nuestras tierras para seguir alimentando un modelo energético cuestionable, especulativo e insostenible.
2) El peligro de las llamadas macrogranjas, que están asfixiando muchos de los pueblos de nuestras provincias y contaminando sus suelos. Asistimos a un proceso en el que, por un lado, se promueven e instalan estas megaindustrias cárnicas que apenas generan empleo en los territorios donde se implantan, incentivándolas económicamente y, por otro lado, se deja caer a la ganadería extensiva tradicional con normativas que parecen estar hechas expresamente contra los pequeños ganaderos que son quienes producen alimentos saludables y de cercanía, cuidan el medio natural y sostienen la vida en los pueblos.
3) La amenaza de la nueva minería extractiva, que se ha lanzado a la explotación de minerales cada vez más escasos y a la obtención de tierras raras para las industrias tecnológicas punteras, en manos de poderosas empresas que trasforman el producto en fábricas alejadas de las provincias de extracción. Además, responden a los intereses del capital financiero especulativo, sin importar la destrucción que generan e ignorando las protestas de las poblaciones afectadas.
4) La amenaza de la reactivación de los trasvases de agua, en un contexto de crisis climática, calentamiento global y prolongación de las sequías, sacrificando el desarrollo de las regiones de la España vaciada en aras del progreso de las comunidades más ricas y favoreciendo la apuesta por modelos intensivos de producción, tal vez insostenibles, en otras regiones donde el agua es un bien escaso.
5) La amenaza de nuevas formas de explotación industrial de nuestros bosques que responden a la avidez energética. Los incendios devastadores del pasado verano no han servido para dar un giro radical a las políticas públicas de prevención de incendios, incentivando las labores de cuidado, desbroce y mantenimiento de los montes, así como de aprovechamiento sostenible de los bosques, e implicando a las comunidades rurales en su diseño y gestión, de modo que generen empleo en la población local.
6) El desmantelamiento de servicios que conlleva el ser un territorio de sacrificio y sin futuro. Así, la desatención de servicios tan básicos como la sanidad, con la precarización de la Atención Primaria, la reducción de profesionales, las barreras para la atención presencial e incluso con el cierre de consultorios y farmacias rurales.
7) El abandono de las líneas tradicionales de ferrocarril, e incluso su cierre, en contra de las directrices de la Unión Europea que promueven la ampliación de las mismas y su uso para el transporte, no sólo de viajeros, sino también de mercancías. Al mismo tiempo, se siguen invirtiendo ingentes cantidades de dinero en las líneas del AVE que sólo sirven para conectar ciudades, mientras que se deja atrás al mundo rural, robándole cualquier posibilidad de futuro.
Según explican en el manifiesto hecho público hoy, con motivo del aniversario de la histórica manifestación, reclaman un Pacto de Estado que comprometa a todas las fuerzas políticas e instituciones. Además, exigen que se establezca los controles necesarios que aseguren que los proyectos que se acometan en zonas rurales se ajusten en su naturaleza y dimensiones a la legalidad y al sentido común y sus impactos negativos respondan a criterios de equidad y proporcionalidad.
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