Política

«Sólo un colapso de los partidos llevaría a un ‘‘outsider’’ a La Moncloa»

Jesús Gil durante su campaña electoral
Jesús Gil durante su campaña electorallarazon

Expertos consideran que el sistema político español hace «poco probable» un presidente como Donald Trump.

Una de las consecuencias más inquietantes de la victoria de Donald Trump ha sido demostrar que no sabemos tanto como creemos, del mundo en que vivimos ya que lo que hace apenas una semana todos consideraban imposible ha sucedido contra todo pronóstico. En otras palabras: el mundo real y el que nos presentan los medios no sólo no tienen nada que ver sino que, a veces, son lo contrario. Como ya sucedió en Reino Unido con el referúmdum sobre la permanencia en la UE, la primera reacción cuando finalmente sucedió aquello que se nos había prometido que era imposible fue el estupor. Así que la pregunta está servida: ¿Y si lo que parecía imposible en Estados Unidos –la victoria de Donald Trump– sucediera en nuestro país?

El polítologo Pablo Simón, doctor en Políticas por la Pompeu Fabra y actualmente profesor en la Carlos III, nos tranquiliza argumentando que el sistema de partidos en España y en Estados Unidos es tan dispar que un fénomeno análogo a Trum es poco probable. «Trump llega al poder porque ganas las primarias dentro de uno de los partidos mayoritarios. Las probabilidades son muy bajas de que esto suceda dentro de un partido, por ejemplo, como el PP. En España tenemos unos partidos con una cultura muy diferente y eso hace muy difícil que un candidato como Trum llegue al poder». Simón cree que un referente más cercano a lo que podría pasar en España es Silvio Berlusconi pero para ello debería producirse un «colapso completo del sistema de partidos», algo que no ha tenido lugar en nuestro país. Más motivos para la tranquilidad: «Nuestro sistema es parlamentario y no presidencial. Incluso en el supuesto de que un candidato de estas características con un partido nuevo gane, lo más probable es que no tuviera mayoría absoluta se podrían formar coaliciones alternativas para evitar que estuviese en el poder».

El riesgo de la crisis económica

El terremoto político que la crisis económica propició en nuestro país y el consiguiente debilitamiento del bipartidismo también ha contribuido, según Simón, a vacunarnos contra fenómenos como Donald Trump. El ya presidente electo ha recibido el apoyo de tres sectores de votantes: gente que ha quedado atrás en el proceso de crecimiento económico, principalmente clases manuales no calificadas en las periferias de las ciudadades; personas preocupadas con la identidad cultural del país, contrarios a las minorías; y, en tercer lugar, el voto protesta contra la clase política. «En España estos votantes ya se han cobijado: están en Podemos todos menos los del tema cultural, que no ha llegado a emerger nunca en España».

Lluís Orriols –formado en Nuffield College (Oxford) y también profesor en en la Carlos III de Madrid– coincide con el análisis de Simón y apunta una posible explicación de que en España no haya surgido esa bolsa de votantes preocupados por la identidad nacional: es precisamente la tensión independentista en Cataluña y País Vasco la que ha logrado que la dimensión nacionalista «ya haya sido absorbida por los partidos españoles». Orriols cree que hay varios análisis que explican por qué no hay extrema derecha en España. «Además de la capacidad del PP de aglutinar ese espacio sin perderlo con escisiones, de lo que sí que se habla es que la extrema derecha está basada en sentimientos como el nacionalismo, el autoritarismo y la anti inmigración. En España existe un conflicto nacional previo a estas cuestiones –el conflicto entre Cataluña y España o el País Vasco y España– eso provoca que el eje nacionalista ya haya sido absorbido por los partidos tradicionales». Por lo tanto, según Orriols tenemos un partido nacionalista catalán que absorbe el fervor nacionalista en Cataluña y tenemos al PP y Ciudadanos que absorben el «sentimiento nacionalista español o el antinacionalista catalán».

En nuestro país existe también el descontento que ha hecho proliferar figuras como Trum o Le Penn, pero aquí el movimiento que ha sabido aprovechar el viento de cola es de distinto signo. En palabras de Orriols: «En Europa, igual que en Estados Unidos, está habiendo una rebelión de las opiniones públicas y por tanto de los electorados que votan a partidos que hasta ahora no existen o que tenían un papel marginal. Podemos forma parte de este síntoma de que las democracias representativas liberales están fallando en la provisión de las demandas básicas de la ciudadanía».