Curiosidades de Estrabón

Sudoku de Togas

Como Pedro Sánchez ha decidido desmontar procesos y sentencias, nos vamos a pasar meses hablando de la Audiencia Nacional, Tribunal Supremo, CGPJ o Tribunal Constitucional

Tribunales
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De por sí, los periodistas de tribunales siempre han sido especialitos, como gourmets del entrecot de la noticia. Acaban aprendiendo derecho o incluso -el caso de la gran María Peral- licenciándose en leyes. Esto del periodismo no es mediopensionista: aquí hay menús variados. El plumilla de deportes es alegre y encanallado, como los púgiles y astros de la pelota. El de cultura, acaba manoseando lenguas muertas y aficionado a Cortázar. El de internacional, se desayuna con la prensa extranjera y vive en yardas y libras, y el de sucesos acaba haciendo chistes de muertos, como los cirujanos sofisticados, que así exorcizan los nervios.

Cada uno de estos gremios se pone de moda según. Si Israel invade Gaza o se juega el clásico, si se falla un premio literario o aparece un asesino en serie, aparecen por la portada unas u otras firmas, muslo o pechuga de un colosal despiece. A veces la cosa se prolonga ¿se acuerdan lo que aprendimos de la “prima de riesgo” en la crisis, que había bromas con los parentescos? ¿y lo del sars y el coronavirus, que nos hizo microbiólogos?

Ahora toca tribunales y esto no ha hecho sino empezar. Como Pedro Sánchez ha decidido desmontar procesos y sentencias y poner de buenos a los cacos, está crujiendo todo el entablamento legal y nos vamos a pasar meses hablando de la Audiencia Nacional, Tribunal Supremo, Consejo General del Poder Judicial o Tribunal Constitucional, senados todos que desconocemos copiosamente.

Les pongo los ejemplos de esta semana: el fiscal anuncia que sigue persiguiendo a los famosos terroristas CDR, pese a que la amnistía probablemente los deje libres. El CGPJ protesta formalmente por las injerencias políticas y unos políticos -Sumar- contraatacan querellándose contra los magistrados del Consejo porque suscribieron un manifiesto contra la amnistía. Un magistrado del Constitucional (Campo) se aparta de los recursos que se harán ante el TC contra la amnistía, porque en su día ya dijo que los indultos eran inconstitucionales.

La complejidad de todo ello amenaza con estomagar al público, que no tiene por qué distinguir ente pleito y querella, suplicatorio y recurso, civil y penal. Se nos exige ahora a los periodistas un plus de imaginación y pedagogía. Tenemos que hacer fácil lo abstruso y ser capaces de trasladar que este sudoku de togas es exactamente la defensa del estado de derecho ante la impunidad. Un titular puede ser una ventana cenital o un agujero negro, todo depende del talento. Si los jueces van a tener que extremar la finura ante un bicho tan taimado como nuestro presidente, hora es que los periodistas demos el do de pecho explicando de forma sencilla lo intrincado. Nos pagan exactamente por eso.

El periodismo, también el judicial o el literario, gana enteros cuando gana lectores, es decir, cuando hace accesible lo abstruso. Se ha hecho mofa injusta de Lope de Vega cuando vindica la sencillez del lenguaje en sus comedias: “Como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto” (“Arte nuevo de hacer comedias”). Pero el Fénix de los Ingenios anticipaba así la modernidad expresiva, la naturalidad que Benito Pérez Galdós alaba después en “El Sí de las Niñas” de Moratín y echaba de menos en autores fatuos que planteaban, en pleno siglo XIX, dramas con muchos jardines versallescos y fuentes y faunos y príncipes encantados. Recordemos a ese alumno de Juan de Mairena (trasunto de Machado) capaz de traducir a lengua normal las cursilerías:

-Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: “Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa”. Ahora vaya usted poniendo eso en lenguaje poético.

Y el alumno, después de meditar, escribe: -“Lo que pasa en la calle”.

Es tiempo de lo llano porque es urgente descifrar al enemigo. De la semana me quedo con tres pinceladas: criminales perseguidos aunque Sánchez los perdone, jueces vindicando su libertad y magistrados sanos que se retiran de causas de las que han hablado. Al pan, pan.