El desafío independentista

Sus votantes no quieren secesión

La Razón
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La lista autonómica de Colau está viéndose afectada en los últimos meses por la crisis generada por el derecho a decidir, de los que no sólo forman parte ERC, PDeCAT y CUP, sino también la formación de los «comunes» que se ha alineado con los independentistas en el pasado y que ahora llama autoritario al Gobierno de España y califica de cómplices en la aplicación del artículo 155 a los socialistas. Para que Cataluña recupere la normalidad, para que su economía vuelva a funcionar, precisa erradicar cualquier perturbación, no sólo de los que pretendían la independencia, sino también de los que se empecinan en un supuesto derecho a decidir. Cataluña se divide hoy entre constructores y destructores. ¿De qué lado está Colau? Obviamente, del de la destrucción de la convivencia y la economía, y lo demuestra dinamitando el acuerdo con los socialistas.

Hemos visto en las encuestas que los partidos independentistas ya han perdido la confianza de cerca de 300.000 votantes. Porcentaje que va creciendo en proporción directa al imparable enfriamiento de la economía catalana. Pero también los «comunes» están cayendo. En los realizados por NC Report para LA RAZÓN, en dos meses han visto reducido su electorado en 59.000 votantes. En la encuesta publicada el 6 de noviembre ya se confirmaba que el PSC, con el 4,6%, es el partido que más voto está recibiendo de los que abandonan CSQP. Ahora se acelerará más la transferencia de votos al partido de Iceta.

Colau llega tarde y equivoca el discurso. Cuando los independentistas están de retirada ahora se presenta como relevo de Puigdemont y Junqueras. Su actitud de beneficia a los constitucionalistas, ya que restará apoyos a los «comunes». El PSC es el que captará el voto de los que en Cataluña en Comú ya están agotados del «procés». En la encuesta del CIS de la semana pasada, a la pregunta sobre organización territorial del Estado, sólo el 35,4% de los votantes de En Comú apoyaba que se reconociese a las comunidades la posibilidad de convertirse en Estados independientes. Es decir, dos tercios de los votantes de los «comunes» no quieren independencia.