Cádiz
Trabajadores de Navantia: «No nos avergonzamos de nuestro trabajo. Es un mundo competitivo»
Se defienden tras las críticas por el encargo de construir cinco corbetas para Arabia Saudí.
Se defienden tras las críticas por el encargo de construir cinco corbetas para Arabia Saudí.
José Manuel Pinto Barroso se despide de cuatro trabajadores que acaban de protagonizar una sesión de vídeo para un medio digital y, durante diez segundos en «una semana de locos», se relaja. «Estoy deseando perderos de vista», suspira mientras aguardamos a uno de sus compañeros, «pero no por vosotros, ¿eh?, sino porque lo que de verdad quiero es dedicarme a hacer mi trabajo». Este miembro del comité de empresa del astillero de Navantia de San Fernando (Cádiz), diecisiete años en la compañía y otros cinco en la industria auxiliar, ejerce de cicerone de los medios que han acudido al viejo arsenal de La Carraca, donde «se construyen buques militares desde hace trescientos años». Y, entre harto y socarrón, añade como quien canta un estribillo que está «contra las violaciones de los Derechos Humanos en cualquier país del mundo. ¿Conoces a alguien que esté a favor? Porque yo no».
El asesinato del periodista Jamal Kasshoggi en Turquía ha reabierto el debate sobre la conveniencia de que Navantia construya las cinco corbetas que le ha encargado la armada de Arabia Saudí en cumplimiento de un contrato astronómico (seis mil empleos para cinco años, casi 2.000 millones de euros) cuya rescisión «supondría un ERE masivo en la empresa», explica Pinto antes de recordar que el astillero de San Fernando, heredero de las empresas públicas Bazán e IZAR, se dedica exclusivamente a la industria militar.
«Esta campaña se debe a la hipocresía de supuestas oenegés, con sede en Londres, como Oxfam o Amnistía Internacional, que cuestionan sistemáticamente los contratos de los astilleros de otros países pero no dicen nada cuando los ingleses de BAE Systems negocian con dictaduras o gobiernos dudosos».
El último concurso que se le escapó al astillero gaditano, precisamente, fue la construcción de varios navíos destinados a la marina australiana que «a última hora, se llevó BAE Systems gracias a la intervención diplomática de la Reina de Inglaterra», relata Pinto antes de presentar a su compañero, Enrique Martínez Bautista, un empleado con 42 años de servicio a la empresa y decano de su comité de empresa. «Si nuestro departamento comercial presenta una oferta, jamás lo hace con el respaldo de políticos de primera fila, al contrario que los astilleros extranjeros, a los que acompañan ministros, presidentes o, como hemos dicho, el jefe del estado». Cuando se estaba jugando el contrario con los saudíes, Martínez tomó una iniciativa que tal vez no sirvió para nada o, a lo mejor, mejoró radicalmente la suerte de seis millares de trabajadores de una provincia con una tasa de paro cercana al 30%.
«Es como si nos avergonzáramos de nuestro trabajo cuando la realidad es que nos movemos en un mundo muy competitivo en el que es necesario jugar todas las bazas para que no te ganen por la mano. Si se está decidiendo un contrato, todos los recursos del país de las demás empresas aspirantes están a su servicio: desde los políticos, que van todos a una sin distinción de colores, hasta la prensa, que destaca cada error que hayamos podido cometer para influir en quienes toman la decisión. Yo tenía algún contacto con personas que trabajan en la Casa Real, así que redacté una carta a Felipe VI indicándole lo necesitados que estábamos de carga de trabajo y pidiéndole que se moviera, dentro de sus posibilidades, para que ganásemos el concurso. ¿Aquello tuvo un efecto positivo? No sé, pero sí es seguro que perjudicial no fue».
Desde La Zarzuela, informaron a Enrique Martínez, afiliado a Comisiones Obreras y «republicano convencido», que el monarca visitaría San Fernando para la inauguración de la nueva sede del Museo Naval en el verano de 2016 y que estaría «encantado de recibirnos para que le diésemos la carta. Estuvo con nosotros un buen rato y, a los pocos días, respondió» con una misiva «muy cariñosa». El comité de empresa conserva esta correspondencia con orgulloso celo. La experiencia no ha hecho variar las convicciones del veterano sindicalista, quien «en un hipotético referéndum sobre la monarquía, votaría por su supresión», lo que no quita para que valore «la labor que puede llevar a cabo el Rey en defensa de los intereses del país». Lejos de cometer un desafuero, como ha pretendido Podemos con oportunismo al exhibir ad nauseam su fotografía con el controvertido heredero saudí, Mohammed bin Salman, Felipe VI estaba en ese momento «haciendo su trabajo».
José Manuel Pinto desea rematar la conversación con un oportuno alegato sobre el nuevo sindicalismo, «centrado en la defensa de los intereses de los trabajadores sin estar necesariamente vinculado a un partido o ideología», que quiere encarnar Comisiones Obreras en la Bahía gaditana. «Nosotros no somos UGT, que cuando gobiernan los socialistas se esfuerzan por hacer el menor ruido posible. En este asunto, por ejemplo, agradecemos el apoyo de la Junta de Andalucía y de otras formaciones políticas que no son de nuestra cuerda como Ciudadanos o el Partido Popular», recalca. Tampoco quiere despedirse sin recordar a los socios de la UE su «incoherencia» con el pretendido veto de material a Arabia Saudí cuando «los franceses de DCNS le han vendido 42 patrulleras y los italianos de Fincantieri están construyendo siete barcos de guerra para Qatar, que ahora mismo está señalado como país del eje del mal».
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