Fin de ETA
Treinta años de dispersión para doblegar a ETA
¿Cuándo se puso en marcha la política de dispersión de presos de ETA?
A finales de los años 80, en la época más sangrienta de la banda terrorista (apenas dos años después de la matanza de Hipercor), el Gobierno socialista de Felipe González apostó por esta política penitenciaria, refrendada también por el Ejecutivo francés.
¿Qué objetivos perseguía?
Dificultar el control de ETA de sus presos y propiciar que los etarras se acogieran a beneficios penitenciarios, la denominada «vía Nanclares», a cambio de renunciar a la violencia, pedir perdón a las víctimas y reconocer el daño causado.
¿A cuántos presos de la organización criminal afecta en la actualidad?
Según datos del colectivo de presos Etxerat, ahora mismo hay 298 reclusos de la banda terrorista repartidos por 64 centros penitenciarios
(41 cárceles españolas y 21 francesas, principalmente).
De ellos, sólo cinco (al margen de los arrepentidos internos
en el centro de Nanclares de Oca) cumplen condena en prisiones vascas: Basauri (Vizcaya), Zaballa (Álava) y Martutene (Guipúzcoa).
¿Por qué es determinante para las víctimas del terrorismo que se mantenga la política de dispersión?
Las asociaciones de víctimas rechazan que se acerque a los presos de ETA a sus lugares de orígenes mientras no renuncien a la violencia, pidan perdón y se comprometan a colaborar con la Justicia para esclarecer los más de 300 asesinatos de los terroristas sin esclarecer.
¿Cómo se podría poner fin a esa política penitenciaria?
Si el Gobierno transfiere las competencias penitenciarias
al País Vasco, el lendakari Urkullu ya ha dejado claro que es partidario de poner fin a la dispersión tras el anuncio
de disolución de ETA.
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