Política

Conflicto de Gibraltar

Tristeza patria y desidia gubernamental: 50 años del cierre de la Verja

Erik Martel - Embajador de España

Tristeza patria y desidia gubernamental: 50 años del cierre de la Verja
Tristeza patria y desidia gubernamental: 50 años del cierre de la Verjalarazon

Corría diciembre de 1982. Una noche fría de Levante en el Estrecho. El Delegado del Ministerio de Asuntos Exteriores observa silente y triste de patria como se abre la cancela de la Verja construida por el Reino Unido para acotar la España a trozos que la pérfida Albión había ido ocupando ante a la desidia de sucesivos gobiernos españoles.

El próximo 8 de junio el ministro principal de Gibraltar y el alcalde de La Línea rememoran al alimón el quincuagésimo aniversario de “la tragedia” que supuso el cierre de la referida cancela del que culpan a España. Se equivocan de victimario. Dicho cierre fue consecuencia de la negativa inglesa a negociar con España el restablecimiento de su integridad territorial en los términos ordenados por las Naciones Unidas. Era el último instrumento de la diplomacia española para conseguir lo que por otros medios no se había logrado.

En Gibraltar ni se planta, ni se cria, ni se fabrica. Esa pequeña cancela soterra el cordón umbilical que une a la placenta española de la que se nutre su economía. Su apertura advera la estabilidad política sin la cual no se hubiera conseguido el ambiente para los negocios de off-shore, banca, apuestas, navieras, aeropuerto. Su cierre corta el flujo de millones de turistas y el trapicheo del matute.

Al cierre el Reino Unido no pasaba por un buen momento económico. El sostenimiento de la base militar, única razón por la los británicos continúan en Gibraltar –aparte de que porque España no le plantea problemas serios- se hizo tan caro que empezaba a dejar de compensar en términos militares. Como resultado los ingleses se avinieron a negociar por primera vez en la historia a negociar seriamente con España.

Justo en esos momentos cuando esto ocurre el ministro Morán se decide abrir sin más la cancela de la Verja. Ni siquiera se intentó negociar con el Reino Unido algún tipo de compensación. En los pasillos del Ministerio de Asuntos Exteriores, los defensores del ministro decían que si no se abría la cancela, España no hubiera sido admitida en la OTAN. No era un argumento serio pues los Estados Unidos, es decir los que tienen la última palabra, no hubiera permitido que el Reino Unidos bloqueara la adhesión de España. Cuando se llamó la atención sobre el poco fundamento del argumento se recurrió a una bravata de la Dama de Hierro al frente del Gobierno británico. Resulta inconcebible, dicen que dijo, que España pretenda entrar en la Unión Europea de las fronteras abiertas teniendo una cerrada que una parte de su territorio: Gibraltar. La cosa se quedaría en eso: una bravata. En primer lugar los demás miembros de la Comunidad Europea que poco se les había perdido en la última colonia inglesa en dicha unión hubieran presionado a los británicos. Por otra parte, España estaba muy cómoda con la asociación en vigor con dicha Comunidad . Algunos han dicho que incluso España perdió con la adhesión. La realidad es que, una vez más, se antepusieron los intereses de partido, en este caso el PSOE, a los intereses de España. Se podría haber llegado a una solución para Gibraltar y paralelamente estar en la OTAN y en la actual Unión Europea.

Una idea de la importancia de esa inane cancela la da el hecho de que cuando el cierre empieza a tener efectos la renta per cápita gibraltareña era de 548 libras. Cuando la apertura empieza a tener efectos, al poco tiempo de la apertura sube a 3074 libras. AL día de hoy se ha disparado hasta 54.979 libras. La cuarta renta per cápita en el ranking del FMI. Entre tanto La Línea, cuyo alcalde considera el cierre una tragedia ha vuelto a ser lo de siempre. Una de estas aldeas o canabae construidas a la vera de los campamentos de las legiones romanas con actividades no siempre confesables. Ha vuelto a vivir de las migajas que caen del Epulón británico sostenido por la economía española. Migajas que la llevan a ser una de las zonas más deprimidas de una de las regiones menos desarrolladas de la Unión Europea.

No se encuentra otra explicación a la actitud del alcalde que el impulso que ha debido de recibir de los lobby gibraltareños. Unos localizados en La Línea y otros a departamentos internacionales de universidades españolas e incluso en think tanks financiados, entre otros, con cargo al presupuesto español.