Cataluña

Una moción de censura... a Rivera

Una moción de censura... a Rivera
Una moción de censura... a Riveralarazon

En el PSOE se impone la opinión de que «Pedro gana aunque pierda la votación», porque servirá para desgastar políticamente a Cs hasta unos posibles comicios a principios de año o en mayo.

«Pedro gana aunque pierda la votación». Esta frase de un reputado dirigente del PSOE demuestra el sentir que palpita en Ferraz. Los socialistas conciben la moción de censura a Mariano Rajoy como una oportunidad en tres horizontes. De partida, consiguen recuperar el liderazgo, la iniciativa como oposición y el interés mediático que habían cedido a otros partidos. Pedro Sánchez volverá a subirse al atril del Congreso para emitir un discurso, a pesar de llevar fuera del circuito parlamentario más de un año y medio. Si la moción prospera, el PSOE alcanzará el Gobierno. Una eventualidad que le ha sido negada por los votantes desde 2008. Aunque sea por un escaso margen de tiempo, desde la dirección se asegura que se convocarán elecciones, pero evitan concretar que éstas se produzcan de manera inmediata como les pide Albert Rivera. «Quizá a principios de año o en mayo, coincidiendo con las municipales, autonómicas y europeas», apuntan. Los socialistas concurrirían a las urnas con el impulso de haber apartado «al PP de la Gürtel» del Gobierno y creen que rentabilizarían el efecto «arrastre» de celebrar todas las elecciones a la vez. Y el tercer y último escenario. Puede darse la paradoja de que el fracaso de la moción sea un éxito para el PSOE, porque los socialistas explotarán al máximo el argumento de que Rajoy sigue en la Moncloa gracias al sostenimiento de Cs. Una forma de minar la credibilidad de un partido que emergió en el panorama político para regenerar y que ha contribuido a que todo permanezca inmutable.

De los tres escenarios detallados, el que conlleva el desgaste de Ciudadanos es el que más interesa al PSOE. Ni elecciones ni eliminar a Rajoy de la ecuación. Solo así se entiende el movimiento de registrar la moción antes de que la aprobara la Ejecutiva, apelando a una posible disolución de las Cortes por parte del presidente del Gobierno para convocar comicios anticipados antes de que le derrocaran. «Queremos que Rivera se retrate», señala un socialista. Los estrategas de Ferraz entienden esta situación como una «escenografía», un juego político en el que poner a Cs frente al espejo de sus propias contradicciones discursivas. La decisión de presentar la censura al Gobierno se tomó por el núcleo duro de Sánchez, sin contar con el resto de la dirección. Las prisas hicieron que incluso algunos diputados firmaran bajo un nombre que no era el suyo y aunque no comparten las formas, sí el fondo. «Después de la contundencia de la sentencia de 'Gürtel' no había otra alternativa, es una decisión acertada», señala una diputada, para apuntar inmediatamente: «Si no, la hubiera presentado Podemos o Cs y nosotros otra vez a la zaga».

En estos círculos parlamentarios se duda de la viabilidad de la moción. «No creo que salga adelante y si es gracias a los votos de los partidos independentistas, menos», admiten. El llamamiento que Pedro Sánchez hizo el viernes a todas las fuerzas parlamentarias, a los 350 diputados con escaño en el Congreso, representa una novedad respecto al discurso que había mantenido hasta ahora. Desde Ferraz se asegura que se pide un voto por responsabilidad, una adhesión sin contrapartidas bajo un programa de mínimos para restablecer la normalidad institucional. Esta vez no habrá mesas de negociación ni acuerdos a tres o cuatro bandas, como sí se intentó sin éxito en 2016. Sin embargo, el apoyo de los partidos soberanistas sigue generando malestar en el PSOE. Esto ha llevado a que el secretario de Organización, José Luis Ábalos, que en privado prometió a las federaciones que no habría tratos con los independentistas, se reafirmara públicamente en esta tesis, matizando las palabras de Sánchez. También fuentes del PSOE aseguran a LA RAZÓN que el líder socialista hará una alocución de un carácter unionista tal que «pondrá difícil a los secesionistas votar a favor». «Va a poner carísimo ese apoyo», sostienen. Se refieren a una defensa de la integridad territorial, del cumplimiento de la Constitución y del mantenimiento del 155 en Cataluña en caso de que persista el desafío a la ley.