Videojuegos
Fortnite, la nueva ‘droga virtual’ de los adolescentes
La Universidad de Richmond, Virginia, ha establecido líneas de investigación que comparan la adicción al Fortnite con la que provocan drogas como la heroína.
Ya hay peticiones en plataformas on-line como Change.org para que las autoridades prohíban este juego por su alto potencial adictivo. Ante todo este aluvión de informaciones hay que tomarse en serio lo que supone para la vida, sobre todo de los menores, que entre este juego en casa.
Las pasadas navidades tuve que hacerle un regalo a un sobrino de 13 años y sus padres me recomendaron cualquier juego que fuera capaz de quitarle horas al famoso Fortnite. Con esas referencias me dirigí envalentonada a una tienda especializada. Pregunté por el experto en la sección y fui directa: ¿Me podrías recomendar algún vídeo juego que pueda hacer que un niño de 13 años pase menos horas jugando al Fortnite? La respuesta fue contundente: "llevo un mes contestando a la misma pregunta a todos los padres... eso que buscáis, simplemente, no existe".
Ante mi cara de estupefacción el experto en vídeo juegos no tuvo más remedio que rellenar un denso silencio añadiendo que "mientras los youtubers de medio mundo no dejen de colgar vídeos interminables explicando cómo sacarle partido al Fortnite... no hay nada que hacer. Estáis perdidos". Mi curiosidad no se ha detenido desde aquellas dos frases. Y comencé a investigar. Primero, datos. El aluvión de información y titulares al respecto es apabullante. Juegan 80 millones de personas en todo el mundo, el juego factura más de 200 millones de dólares, es un fenómeno global y ya hay universidades en Europa y Estados Unidos que se están encargando de estudiar qué pasa con este juego. La Organización Mundial de la Salud quiere que la adicción a los vídeo juegos sea considerada como un trastorno que tendrá su hueco en la Clasificación Internacional de Enfermedades, concretamente en el apartado CIE-11.
Un equipo norteamericano de expertos en salud de la Universidad de Richmond, Virginia, ha establecido líneas de investigación que comparan la adicción al Fortnite con la que provocan drogas como la heroína. Ya hay peticiones en plataformas on-line como Change.org para que las autoridades prohíban este juego por su alto potencial adictivo. Ante todo este aluvión de informaciones hay que tomarse en serio lo que supone para la vida, sobre todo de los menores, que entre este juego en casa. Lo primero que hay que conocer son sus características. Es un juego gratis, con lo que es fácil bajar la guardia pero hay que saber que también se puede invertir dinero en conseguir beneficios para el jugador. Se puede jugar en cualquier consola y es muy fácil aprender. Puedes jugar tú solo o conectarte en el juego con gente que está a miles de kilómetros y puedes jugar con amigos, contra amigos o con amigos formando equipo contra el resto de participantes. Pero con estas coordenadas no se explica la capacidad del juego para convertirse en adictivo.
¿Qué es lo que lo hace tan altamente adictivo?
La respuesta tiene varias líneas de explicación. Lo primero que hay que decir es que es un juego que procurá al jugador una experiencia social muy potente. No necesitas quedar, siempre hay alguien jugando, un grupo con el que puedes jugar, en el que es fácil además que te encuentres a algún conocido. El boca a boca entre amigos es constante y los datos no dejan lugar a dudas: funciona a la perfección.
La dinámica del juego es fácil, repetitiva y está perfectamente diseñada para crear adicción. El juego está meticulosamente protocolizado para que en un tiempo que no llega la media hora, tengas la experiencia completa del juego y eso contribuye de manera muy eficaz a que sea tan adictivo. En el mundo del Fortnite hay pocas reglas y cualquiera puede convertirse en un experto en poco tiempo. Jugar bien es fácil, sentirse bueno es fácil, tener la sensación de que dominas el juego es fácil.
Además, el juego te da una potente sensación de que dominas un mundo divertido que te evade de tu realidad de una forma muy suave pero tremendamente eficaz. No hay más que preguntarle a cualquier padre o madre lo que le cuesta que su hijo deje una partida.
Conclusión: el Fortnite es un juego que hay que tomarse muy en serio si ha entrado en casa. El consejo principal que como psicóloga puedo ofrecer es que entendamos con nuestros hijos cómo se juega y no lo demonicemos. Eso provocaría la reacción contraria. Convirtamos sus potencialidades en nuestros aliados para conseguir un buen ambiente de juego saludable. Empaticemos con nuestros hijos. Para ello aprovechemos su fuerza para llevar la vida de nuestros hijos por dónde queremos. Cambiemos tiempo de calidad por tiempo de pantalla, tiempo de lectura, de salir a la calle y jugar con los amigos, por tiempo de Fortnite. Es una buena forma de dosificar el tiempo que los niños pasan frente a la pantalla a la vez que fomentamos otro tipo de actividades. Una madre me contó hace poco que había propuesto en casa muchas actividades familiares canjeables por partidas del juego y que había conseguido mantener a raya el juego de forma consensuada con sus hijos... hasta convertirse en una gran jugadora de Fortnite.
✕
Accede a tu cuenta para comentar