Lactancia
La lactancia materna, la alta costura de la alimentación del bebé
Como si se tratase de un traje hecho a medida, se adapta por horas, días, semanas y meses a las necesidades específicas de cada bebé
Como alimento hecho expresamente para las necesidades del bebé, es algo vivo cuya composición varía adaptándose a las necesidades del bebé de manera que la leche de una mujer varía considerablemente desde el día del parto hasta, por ejemplo, el mes seis.
A estas alturas ya casi nadie duda de que la lactancia materna es, sin dudarlo, el mejor alimento para el bebé hasta lo seis meses en exclusiva y lo ideal sería que la siguiesen tomando como complemento hasta los dos años. Como alimento hecho expresamente para las necesidades del bebé, es algo vivo cuya composición varía adaptándose a las necesidades del bebé de manera que la leche de una mujer varía considerablemente desde el día del parto hasta, por ejemplo, el mes seis. De hecho incluso en las madres cuyos hijos nacen de manera prematura, su leche es específica para esa inmadurez extrema de los órganos del neonato. La lactancia materna es, sin lugar a dudas, el alimento más complejo, vivo y completo que existe y, pese a que las leches artificiales son cada día más completas, no llegan a alcanzar, por ejemplo, los niveles de inmunidad que la leche materna aporta.
Sus numerosos beneficios y nutrientes están fuera de toda duda y sus beneficios duran toda la vida. Sin embargo sigue habiendo muchísimo desconocimiento sobre ella. Con motivo de la celebración de la Semana Mundial de la Lactancia Materna que en España y Portugal se celebra la primera semana de octubre, Medela, compañía suiza con más de 50 años de experiencia centrando sus esfuerzos en comprender las necesidades de las madres y el comportamiento de los bebés, resuelve las dudas que pueden tener las madres sobre la composición de la leche materna y cómo evoluciona a lo largo del tiempo. La leche materna no solo está compuesta por los nutrientes básicos esenciales, como carbohidratos, proteínas, grasas y agua; también incluye otros ingredientes extra que contribuyen al desarrollo de los niños y que los investigadores siguen descubriendo.
Estos componentes y sus cantidades se incrementan y varían adaptándose a cada toma, a la edad y a las necesidades de cada bebé en las distintas etapas de la lactancia, las cuales reciben distintas denominaciones. Es un proceso perfecto y casi milagroso que la naturaleza ha dispuesto de manera precisa y que lleva milenios transmitiéndose a través de nuestro ADN.
Primera leche o calostro: compuesta por células, proteínas y aminoácidos, azúcares complejos u oligosacáridos y elevadas cantidades de vitaminas y minerales.
Segunda etapa o leche de transición: mayores cantidades de ácidos grasos, calorías y azúcares.
Tercera etapa o leche madura: hormonas, enzimas, factores de crecimiento, inmoglubinas y moléculas de microARN.
La primera leche: el calostro
Durante los primeros días de lactancia, la leche producida por las madres se denomina calostro y es fundamental para nutrir y proteger a los recién nacidos. Esta leche se caracteriza por ser densa y viscosa y por su color amarillo o anaranjado. Durante esta primera etapa, la leche contiene más de 1.000 proteínas y aminoácidos que no solo contribuyen al crecimiento y desarrollo de los bebés, sino que activan su sistema inmunitario y protegen sus neuronas. Además, cuenta con elevados niveles de anticuerpos, glóbulos blancos y citoblastos (células vivas) que refuerzan el sistema inmunitario y contribuyen al desarrollo de los órganos, protegiéndolo de enfermedades e infecciones.
Los componentes del calostro también incluyen más de 200 oligosacáridos, importantes para el aparato gastrointestinal del bebé, actuando como prebióticos en el intestino de los recién nacidos para evitar que las infecciones alcancen el torrente sanguíneo y reduciendo el riesgo de sufrir una inflamación cerebral. Cabe señalar que esta primera leche es muy rica en minerales y vitaminas A, E y K, que ayudan al correcto funcionamiento del organismo y ayudan a la formación de dientes y huesos.
Segunda y tercera semana: leche de transición
Entre dos y cuatro días después del parto, el consumo de leche por parte del bebé se incrementa, aumentando también la cantidad producida por la madre. Al tercer día, el bebé consumirá de 300 a 400 ml de leche materna cada 24 horas, y al llegar al quinto día, su consumo aumentará hasta alcanzar entre 500 y 800 ml. Este cambio recibe el nombre de “subida” de la leche y es la etapa previa a la leche madura.
Esta leche de transición, que se produce entre los días 5 y 14 tras el parto, se caracteriza por ser más cremosa en color y textura, y aunque mantiene todas las propiedades del calostro, los niveles de grasa, calorías y azúcares –especialmente de lactosa– son mucho mayores, contribuyendo al desarrollo del sistema nervioso, del cerebro y ojos.
A partir de la cuarta semana: leche madura
Al cumplir el bebé las cuatro semanas de edad, la leche es totalmente madura. Esta leche presenta menores concentraciones de proteínas, minerales y vitaminas que el calostro pero añade un gran número de componentes bioactivos: hormonas, que no solo contribuyen al buen funcionamiento de tejidos y órganos, sino también a la regulación del apetito, los patrones de sueño o al refuerzo del vínculo materno; inmonuglobinas, que neutralizan bacterias y virus; o enzimas, encargadas de acelerar las reacciones químicas del cuerpo, permitiendo, por ejemplo, la absorción del hierro.
Asimismo, más de 1.400 moléculas de micro ARN regulan la expresión genética del bebé y refuerzan su sistema inmunitario, además de contribuir a la remodelación del pecho de la madre. Finalmente, cabe destacar que la densidad y cremosidad de la leche al dar el pecho también varía gradualmente durante cada toma, siendo al inicio mucho menos grasa que al final debido al desplazamiento de la leche y al vaciado del pecho.
Además, transcurridos los primeros seis meses de lactancia –y aunque el bebé comience a ingerir alimentos sólidos–, la leche materna todavía supondrá el 93% de las calorías diarias acumuladas y aproximadamente la mitad entre los 11 y los 16 meses de vida del bebé, así que, siguiendo las recomendaciones de la OMS, la alimentación con leche materna puede prolongarse hasta los dos años, sirviendo de complemento a otros alimentos.
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