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Psicología

Pautas para tratar a niños con TDAH

El TDAH O TDA no es más que un patrón de diferentes conductas y síntomas, que destacan por la inatención y/o impulsividad e hiperactividad

Los niños con TDAH se caracterizan, entre otras cosas, por un constante movimiento
Los niños con TDAH se caracterizan, entre otras cosas, por un constante movimientolarazon

Muchas familias y algunos profesionales del ámbito de la educación, escuchan reiteradamente esta denominación, pero no todos conocen el funcionamiento y, por ende, la actuación a cumplimentar para ayudar a sus hijos

Actualmente estamos más sensibilizados con la presencia y diagnóstico de ciertos trastornos en el desarrollo infanto juvenil, entre ellos el famoso y conocido TDAH (trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad) pero, ¿Conocemos realmente el contenido y funcionamiento de lo que nos hablan?

Muchas familias y algunos profesionales del ámbito de la educación, escuchan reiteradamente esta denominación, pero no todos conocen el funcionamiento y, por ende, la actuación a cumplimentar para ayudar a sus hijos. El TDAH O TDA no es más que un patrón de diferentes conductas y síntomas, que destacan por la inatención y/o impulsividad e hiperactividad, mostrando otra manera de interaccionar con el medio y de relacionarse. Si bien es cierto, que a pesar de ser un trastorno definido por la APA (Asociación Estadounidense de psiquiatría), no dejan de ser una serie de comportamientos que pueden ser entrenados y trabajados, facilitando un buen ajuste instrumental, social y emocional en la persona.

Por ello sería importante centrar el esfuerzo y la atención, en entender y atender los comportamientos concretosen lugar de la etiqueta establecida por las instituciones, profesionales o guías de diagnóstico de referencia.

Junto a ello la relevancia de trabajar a nivel multidisciplinar entre todos los agentes presentes que sean necesarios, como las escuelas, la familia y otros profesionales, con el fin de conducir el barco en la misma dirección.

De ser así, se conseguiría evitar o reducir la percepción negativa de sí mismo que puede llegar a desarrollar el niño, dado el poder de la denominación del supuesto problema, influyendo en el desarrollo de aptitudes en su día a día, convirtiéndose en una limitación. En la consulta a veces los profesionales nos encontramos con frases del tipo “Suspendo porque soy tonto, sé que tengo un problema” “Se me olvidan las cosas que me dicen y por eso no me acuerdo”.

Además, afectaría también en el caso contrario, es decir, desde un punto de vista “positivo”, en cuanto a las ganancias secundarias que se obtienen de dicho nombre, dando lugar a un posicionamiento más pasivo a nivel de actuación. Encontramos frases tales como “No puedo hacer los deberes solo porque tengo TDAH y me tiene que ayudar alguien” “Quiero hacer las cosas bien pero no puedo, así que no lo hago”.

Una vez conocidos algunos de los elementos más importantes a destacar, ofrecemos a continuación, una serie de consejos y pautas que podréis seguir y aplicar en función de los diferentes casos y contextos, en el ámbito familiar:

En la atención:

-Disminuir estímulos irrelevantes: Tanto a la hora de estudiar, como de realizar cualquier otra actividad que implique mayor nivel atencional, sería conveniente eliminar o alejar aquellos objetos que sean fuente de distracción para el niño y que genere mayor estimulación en él. Por ejemplo, juguetes, tecnologías, materiales cuya función no es necesaria para ese momento.

-Establecer elementos de control del tiempo: Sería importante contar con indicadores de tiempo que faciliten el inicio y finalización de las tareas. Lo ideal es que los tiempos sean de corta duración, e ir aumentando progresivamente, dependiendo de cada caso individual, contando con periodos de descanso.

-Las instrucciones deben ser breves, concretas y claras: Para facilitar el seguimiento y la atracción de lo que se le dice o explica al niño, es beneficioso que las frases que utilicemos sean cortas, dirigidas a una cosa en concreto y lo más concisas posibles.

-Pedir repetición de la instrucción: Una vez dada la instrucción, nos aseguraremos que se ha comprendido preguntando al niño que es lo que ha entendido.

-Pistas: Utilizar pistas que ayuden a recordar tareas, conceptos, teorías, a través de post-it, tarjetas, dibujos o fotos. También puede acompañarse de una alarma que lo indique.

-Juegos: La variedad de juegos analógicos de los que disponemos actualmente, ayudan a trabajar la atención de una manera divertida, así como libros y otras actividades. Por ejemplo, Lince (juego de mesa), Jungle Speed, Dobble, hacer laberintos o buscando a Wally.

En este caso es muy importante tener en cuenta los gustos y motivación de los menores.

-Deporte: Existen estudios que avalan la influencia del ejercicio físico cómo fuente positiva para el trabajo de la atención, y otras características que acompañan a los tipos de TDAH, como la hiperactividad e impulsividad, facilitando el autocontrol.

Se recomienda que los deportes sean preferiblemente individuales, puesto que le ayuda a seguir unas instrucciones más directas, y de intensidad leve o moderada. Por ejemplo, artes marciales, natación o tenis. Sin embargo, dependiendo de cada caso, podría complementarse con deportes de equipo, procurando un mejor desarrollo en habilidades sociales, así cómo una mejora de su autoestima, al hacer algo que les motiva, siempre y cuando sea beneficioso para el niño y le haga sentir a gusto. Además, hacer los deberes después del deporte o cualquier otra actividad que requiera mayores recursos de atención, podría ayudar a tener una mejor concentración.

-Planificar: Organizar y delimitar en partes las acciones y/o actividades que se van a realizar, anticipando con tiempo, favorecen la autonomía, autoestima y atención del menor.

En la hiperactividad:

-Permitir el movimiento:Es interesante que los niños puedan mover y dar rienda suelta a sus “ganas de hacerlo”. Para ello es conveniente facilitar un espacio ya sea en casa o fuera de la misma, que no contenga en la medida de lo posible, objetos que puedan dañar o peligrar la salud del niño o de su entorno. Además, en ocasiones se podrá adaptar el movimiento a la situación concreta, por ejemplo, hacer los deberes moviendo una pierna o algún objeto que le ayude a la ejecución de la tarea, no siendo un inconveniente para el resultado a obtener.

Sin embargo, hay que contar con el establecimiento de normas y límites, que sean flexibles al mismo tiempo que coherentes con lo mencionado con anterioridad.

-Evitar la sobreestimulación: La presencia de varios estímulos al mismo tiempo, o estímulos de carácter digital como los videojuegos, pueden dificultar en algunos momentos la reducción o adecuación del nivel de actividad.

-Extinción de la conducta conflictiva: Sería importante no prestar atención a las conductas que no queremos que se repitan y evitar que sean reforzadas. Para ello dejaremos de atenderlas, y redirigiremos la atención a otras más beneficiosas y adaptativas a la situación, favoreciendo que estas sean repetidas con posterioridad. Por lo que se debe tener cuidado con ignorar al niño en lugar de a su conducta.

En la impulsividad:

-Autoinstrucciones: Enseñar y recordar al niño el uso de verbalizaciones que le ayudan a guiar su propia conducta, identificando que tiene que hacer en cada momento. Por ejemplo:

1) miro y digo todo lo que veo

2) ¿Qué es lo que tengo que hacer?

3) ¿Cómo lo voy a hacer?

4) Abro los ojos y estoy muy atento

5) Ya puedo hacerlo

6) Repaso

7) corrijo los errores

8) Me felicito por haberlo conseguido

-Pensar en voz alta: Con el fin de servir de modelos al pequeño, y facilitar el lenguaje interno que guie su comportamiento. Cuando hagamos alguna actividad, al principio lo haremos en alto diciendo los pasos a seguir de lo que se va a realizar, reduciendo progresivamente este formato hasta conseguir un habla interna.

-Ayudar a analizar situaciones anticipando las posibles consecuencias, que posibiliten otras rutas de acción alternativas, facilitando además la autonomía en el menor.

-Favorecer soluciones diferentes a las propias conductas, dejando que el niño participe en la búsqueda.

-Evitar los castigos: Sería beneficioso orientar las conductas problemáticas desde la consecución o no consecución de los objetivos y/o metas, haciendo responsable al propio comportamiento del niño, en lugar de ser los padres quienes castiguen sin esos reforzadores.

Eva Torreblanca es psicóloga en Itadde