Mitos y leyendas
Así es la isla gallega en la que nació la morriña
Este pequeño islote ha sido huésped de historias desde el monasterio medieval destruido por Francis Drake hasta la figura de la santa Trahamunda
La isla de Tambo, situada en medio de la ría de Pontevedra, entre Poio y Marín, apenas alcanza las 28 hectáreas de superficie, pero su pequeño tamaño no mengua su relevancia histórica ni natural.
Con una forma ovalada y un perfil piramidal que se eleva hasta los 80 metros de altitud en el monte San Facundo, la isla conserva en su geografía y en sus ruinas los rastros de un pasado intenso, entre monasterios, piratas, lazaretos y usos militares.
El enclave, entre la leyenda
Son varias las tradiciones que envuelven a Tambo. Una de las más conocidas es la vinculada a Santa Trahamunda, una monja del convento de San Martiño, en la propia isla, que según la leyenda fue secuestrada por los moros y llevada a Córdoba. Allí pasó once años de cautiverio hasta que, el 23 de junio, pidió a Dios regresar a Galicia.
El milagro se obró, y al día siguiente apareció en Poio, en la festividad de San Juan. Según el relato, un ángel le entregó una rama de palma que trajo consigo y que llegó a arraigar en el monasterio de San Xoán de Poio.
Trahamunda es venerada hoy como santa y popularmente considerada la patrona de la “morriña”. Su tumba, de estilo suevo-visigodo, se conserva en la capilla del monasterio de Poio, y su festividad se celebra el 14 de noviembre.
La isla también está envuelta en otras leyendas. Se dice que en Tambo habitaba una moura (ser mitológico) que por la noche convocaba a un toro encargado de transportar los cuerpos de los muertos. Además, la tradición asegura que San Fructuoso caminó desde la isla hasta Poio, donde fundó el monasterio de San Xoán.
Entre monasterios y piratas
La historia documentada de Tambo remite al siglo VII, cuando el visigodo San Fructuoso, obispo de Braga, fundó allí un pequeño monasterio durante su peregrinación a Santiago. Siglos más tarde, la reina doña Urraca donó la isla al monasterio de San Xoán de Poio, al que permaneció vinculada hasta la desamortización del siglo XIX.
El monasterio isleño sufrió ataques y saqueos a lo largo de su historia, entre ellos el célebre asalto del corsario inglés Francis Drake en 1589. Se dice que en aquella incursión fue arrojada al mar la imagen de Santa María de Graza, que después recogieron los pescadores de Combarro, quienes le dieron culto en un santuario levantado en Renda.
Los restos del antiguo cenobio dieron paso en el siglo XVIII a la construcción de la ermita de San Miguel, todavía en pie, muy venerada entre marineros. Junto a ella se conserva una fuente que recuerda la presencia monacal y su importancia espiritual en la ría.
Lazareto y uso militar
La posición estratégica de Tambo llevó a que, en el siglo XIX, se utilizase como lazareto. Entre 1866 y 1879, acogió en cuarentena a tripulaciones y pasajeros de barcos transatlánticos que podían portar enfermedades contagiosas. Más adelante, pasó a manos privadas, perteneciendo a la familia del político Montero Ríos, hasta que en 1940 fue cedida al Estado.
Durante décadas, la isla tuvo un marcado carácter militar. Albergaría un polvorín, barracones, embarcaderos y una zona destinada a entrenamientos de la Escuela Naval de Marín, que la utilizó intensamente entre 1942 y los primeros años del siglo XXI. A pesar de ello, consiguió mantener buena parte de su flora y fauna intacta.
Paisaje y naturaleza
Cubierta casi por completo de arbolado, en especial de eucaliptos, Tambo es un enclave de gran interés ecológico dentro de la ría. En su extremo sur se encuentra una pequeña península coronada por el faro de Tenlo Chico, construido sobre una base a 17 metros sobre el nivel del mar, con una torre que alcanza 18 metros adicionales.
La isla acoge además importantes vestigios de ocupación antigua. En la zona de Area da Illa se localizaron restos de la Edad de Bronce, y en la cima aún se conserva un castro de la Edad del Hierro, lo que confirma la relevancia humana de este enclave desde tiempos prehistóricos.
Patrimonio abierto al público
En 2002 la isla fue desafectada de su uso estrictamente militar. Desde 2022, tras ser cedida al Concello de Poio por el Ministerio de Defensa, se declaró espacio de interés natural y abrió sus puertas a visitas reguladas mediante navieras.
Hoy, Tambo es también un lugar privilegiado para la observación de aves marinas como cormoranes, garzas reales, ánades reales o alcas comunes.