
Turismo
Así es el mirador gallego donde el mar y el cielo se funden hasta el horizonte
En lo alto de Galicia se esconde un mirador que regala una de las vistas más espectaculares del país

En el corazón de la Serra do Barbanza se alza uno de los enclaves más emblemáticos de Galicia: el Mirador de A Curota y su hermano menor, A Curotiña. Desde estas alturas, a 596 y 512 metros respectivamente, se despliega ante los visitantes una de las panorámicas más espectaculares de la comunidad, un balcón natural que invita a la contemplación y al asombro.
En días despejados, la vista alcanza hasta el Monte de Santa Tegra, casi en la frontera con Portugal, y abarca la magnitud de la Ría de Arousa, con sus villas costeras y las bateas alineadas que forman parte inseparable del paisaje gallego. La isla de Sálvora, guardiana solemne de la bocana de la ría, también se perfila en el horizonte. Y si la bruma lo permite, se vislumbran las islas de Ons y Cíes, joyas del Parque Nacional das Illas Atlánticas.
El mirador de A Curota se convierte así en un auténtico espectáculo visual. Desde su cima se extiende una perspectiva única que incluye las rías de Muros y Noia, Pontevedra, Vigo y la propia Arousa. La combinación de mar, montañas y cielos infinitos crea un paisaje imposible de imaginar si no se presencia en primera persona. Aquí, los atardeceres son inolvidables, una experiencia que queda grabada en la memoria de quienes se asoman a este balcón de piedra.

En el ascenso hacia la cima, A Curotiña ofrece una primera parada obligatoria. Este mirador está dedicado al ilustre Valle-Inclán, quien encontraba inspiración en estos parajes. Declarado Sitio Natural de Interés Nacional en 1933, es un lugar que invita a la contemplación tranquila y al deleite del paisaje gallego.
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