Naturaleza

Este bosque de gigantes de Viveiro (Lugo) alberga el eucalipto más gran de Europa

El enclave nació como una solución práctica para drenar los terrenos anegados junto al río

O 'Avó' (el Abuelo).
O 'Avó' (el Abuelo). Wikipedia

En la ribera del Landro, donde el aire huele a eucalipto y la niebla se enreda en las copas, hay un bosque que parece de otro mundo. Allí los troncos se alzan como columnas de una catedral y el silencio se rompe apenas con el crujido de las hojas. Se trata del Souto da Retorta, también conocido como el bosque de gigantes.

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Este singular paraje, situado en la parroquia de Chavín (Viveiro, Lugo), está declarado Monumento Natural desde el año 2000 y forma parte de la Red Natura 2000. En sus apenas 3 hectáreas se alza un conjunto de eucaliptos centenarios únicos en Europa. El más famoso es “O Avó”, plantado hacia 1880, que supera los 60 metros de altura y más de 10 metros de perímetro en su tronco: el árbol más grande de España. A su alrededor, otros ejemplares igual de majestuosos contribuyen a esa atmósfera sobrecogedora que da nombre al lugar.

El bosque se extiende a lo largo del río Landro, formando un pasillo verde donde también crecen especies autóctonas como robles, alisos y fresnos. El entorno es fresco y húmedo, salpicado de pequeños saltos de agua como la cascada do Pozo da Ferida, lo que acentúa su valor paisajístico y ecológico.

Lo que hoy es un enclave natural de primer orden nació como una solución práctica. A finales del siglo XIX, el industrial José Barro González impulsó la plantación de eucaliptos para drenar los terrenos anegados junto al río, donde había instalado una fábrica textil, una central hidroeléctrica y talleres.

Imagen del bosque
Imagen del bosqueTurismo de Galicia

Entre 1880 y 1912 se plantaron unos 600 eucaliptos. Su capacidad para absorber agua y su rápido crecimiento los convirtió en aliados inesperados del progreso industrial. Sin pretenderlo, Barro González creó un bosque monumental.

La introducción del eucalipto en Galicia había comenzado años antes, gracias al misionero Fray Rosendo Salvado, que trajo semillas desde Australia. Lo que empezó como una curiosidad botánica se transformó en paisaje: un bosque de gigantes que hoy es símbolo de identidad local.

Árboles con nombre y memoria

“O Avó”, el más célebre de los eucaliptos, no solo impresiona por su tamaño. Es también una figura querida por los vecinos, que le dieron un nombre y lo tratan como si fuera uno más del pueblo. Aunque está protegido por una valla, es tradición intentar rodear su tronco entre varias personas unidas de la mano. Otros árboles del bosque, igualmente colosales, permiten este gesto, convertido casi en ritual.

La mejor forma de conocer este rincón es a través de una ruta circular sencilla, de unos dos kilómetros (ida y vuelta), que parte de Calvoso y discurre junto al canal hidroeléctrico y la ribera del Landro. El paseo es cómodo, apto para todas las edades, y atraviesa puentes de madera, claros entre árboles y zonas de sombra espesa. El tramo culmina frente a “O Avó”, donde un panel explica su historia.

Desde allí, es posible prolongar la caminata hasta la cascada do Pozo da Ferida, una caída de agua de 30 metros que completa la experiencia con un toque más salvaje. El regreso, por el mismo sendero, permite contemplar de nuevo la majestuosa verticalidad de los eucaliptos bajo una luz distinta.