
Historia antigua
Este municipio gallego guarda una joya de oro de su pasado celta
Con sus 1.800 gramos de peso, es el más grande de Galicia y uno de los más valiosos del mundo celta

Oculto durante siglos bajo tierra, el Torque de Burela vio la luz por casualidad en 1945, cuando un agricultor de la zona de Chao de Castro, en el actual municipio lucense de Burela, se topó con un objeto que confundió con el asa de un caldero. Aquel hallazgo fortuito acabaría convirtiéndose en uno de los grandes tesoros de la orfebrería prerromana peninsular, y en la prueba material más impactante del pasado celta de Galicia.
La pieza, que hoy se conserva y exhibe en la Sala del Tesoro del Museo Provincial de Lugo, es sencillamente excepcional: un torque de oro de 24 quilates, con un diámetro de 21,1 centímetros y un peso de casi dos kilos. Su elaboración, atribuida a los siglos III-I a. C., lo sitúa en pleno apogeo de la cultura castreña, la misma que dejó su huella en castros fortificados por toda la geografía gallega.
Sin embargo, su tamaño y peso han generado debates entre los expertos. Si bien los torques eran tradicionalmente adornos de cuello empleados por las élites como símbolo de poder y distinción, el de Burela parece romper ese molde. Su volumen lo hace casi impracticable como collar funcional, y los arqueólogos plantean que pudo tratarse de una joya votiva, una especie de cetro ritual o incluso un objeto vinculado a ceremonias mágicas o religiosas. La riqueza de su decoración, a base de filigrana y espirales, refuerza su carácter simbólico y extraordinario.
Este torque no solo fascina por su factura, sino también por lo que su hallazgo representa: la confirmación de un antiguo asentamiento castrexo en la zona de Burela. Apenas una década después del descubrimiento, en 1954, se encontró en el mismo entorno una arracada (un pendiente de oro en forma de riñón), también celta, que corrobora la presencia estable de estas comunidades prerromanas en la costa lucense.

Aunque hoy no se conservan restos visibles del castro original, la toponimia (“Chao de Castro”) y elementos como las llamadas “Tetas da Vinculeira”, posibles torres defensivas, dan fe de un pasado aún por explorar.
El viaje de esta joya milenaria hasta su vitrina en Lugo no ha estado exento de polémicas. Tras su hallazgo, el torque pasó por varias manos privadas, entre ellas la colección Blanco-Cicerón y posteriormente la del coleccionista Álvaro Gil Varela.
Durante décadas formó parte de los fondos del Museo Provincial como depósito, hasta que en 2013 una disputa entre la Diputación de Lugo y los herederos de Gil Varela desembocó en la retirada de toda la colección. La situación se resolvió tras un acuerdo económico de 2,3 millones de euros que permitió su regreso y su incorporación definitiva al patrimonio público en 2018.
El Torque de Burela sigue siendo una de las piezas estrella del Museo Provincial, compartiendo protagonismo con otros elementos del Tesoro como el carnero alado de Ribadeo o los torques de Mondoñedo y Bretoña.
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