
Centenario
El primer rascacielos de España cumple un siglo mirando al cielo
Este edificio de A Coruña, inspirado en Chicago, es hoy un icono arquitectónico que sigue iluminando la ciudad entre piedra, acero y cristales

El Cantón Pequeño amanece bajo la mirada centenaria de un coloso de piedra. En la fría luz del alba, el edificio Banco Pastor de A Coruña despierta a una jornada muy especial; una que le conduce a celebrar su siglo de vida. Esta mole elegante, que fue inaugurada un domingo de noviembre de 1925, aún domina el perfil urbano con la misma fascinación que entonces.
Cien años después, sus muros guardan las historias y el misterio de un rascacielos pionero. Elevado con líneas audaces y alma moderna, fue el primer rascacielos de España, inspirado en los gigantes de Chicago. Su silueta de 38 metros y 11 plantas se convirtió entonces en un hito nacional.
Todo arrancó en 1918, cuando Ricardo Rodríguez Pastor y Pedro Barrié de la Maza comenzaron a comprar solares en el centro urbano para construir la nueva sede de su banco. Encargaron el diseño a Antonio Tenreiro y Peregrín Estellés, jóvenes arquitectos coruñeses formados en Madrid, que apostaron por un diseño revolucionario: estructura de hormigón armado, fachada de piedra artificial y estética vertical al estilo de la Escuela de Chicago.
En 1922 presentaron un proyecto que duplicaba la altura permitida en la ciudad, pero el Ayuntamiento aprobó la excepción al considerar que embellecería la ciudad.
El edificio se inauguró el 11 de noviembre de 1925. Fue el más alto del país hasta que Madrid comenzó a levantar sus propias torres. Aun así, en A Coruña no tuvo rival hasta los años 60. La prensa de la época lo llamaba con asombro "el rascacielos".
Arquitectura
Arquitectónicamente, su diseño reproduce la estructura clásica de columna: un basamento sólido, un fuste vertical y un remate superior con gran cornisa. La fachada, de piedra artificial, presenta pilastras que subrayan la verticalidad, y balcones con detalles neobarrocos y art déco. En el chaflán, la puerta principal da paso a un vestíbulo coronado por una cúpula acristalada, con una vidriera octogonal diseñada por la casa Lerchundi.
Esa cúpula simboliza la historia del banco: muestra el año de su fundación (1776) y el de la apertura del edificio, rodeado de escudos gallegos y motivos marinos. En los años 60 se añadieron signos del Zodíaco. Bajo ella, un patio de operaciones con suelos de mármol y mostradores de forja completaba el entorno noble.
El edificio tuvo usos mixtos desde el principio: las primeras plantas albergaban las oficinas bancarias; la segunda, la vivienda privada de Barrié de la Maza; y los pisos superiores, apartamentos de alquiler. Los arquitectos instalaron su estudio en el ático. Con el tiempo, el banco fue ocupando más espacio y en 1959 se construyó un anexo hacia Durán Loriga.
La estructura resistió sin daños la Guerra Civil. Tenreiro sufrió represalias y pasó a segundo plano, pero el edificio se mantuvo como sede del banco hasta entrado el siglo XXI. Tras varias fusiones bancarias, pasó a ser propiedad de la Fundación Barrié, heredera del legado de su promotor.
Hoy el inmueble está alquilado al Banco Santander, que ha instalado un Work Café en el patio central, restaurado con respeto a los elementos originales. Se conservan la cámara acorazada en el sótano, la sala de consejo con sus retratos y maderas nobles, y un antiguo tablón de cotizaciones con valores ya desaparecidos.
Durante las reformas recientes se hallaron cajas fuertes ocultas en paredes y armarios, muchas vacías pero con la llave puesta, lo que alimenta la leyenda. La cámara acorazada, diseñada en Ohio con tecnología alemana, nunca fue vulnerada. Tiene forma octogonal y una puerta blindada de estilo Fort Knox, con pasadizos secretos y un "joyero" privado con poleas.
Cada agosto, el edificio acoge una figura de Batman en su cornisa, en homenaje al festival de cómic Viñetas desde o Atlántico. No hay edificio que evoque más Gotham en A Coruña que este rascacielos.
El Banco Pastor ha sido incluido en el catálogo patrimonial de la ciudad y la Xunta. Hoy sigue vivo, adaptado al siglo XXI pero fiel a su historia. Este noviembre, sus fachadas volvieron a iluminarse para celebrar el centenario con luces y memoria. Un siglo después, el edificio que enseñó a A Coruña a mirar hacia arriba sigue de pie, orgulloso, contando historias desde lo alto.
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