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Rajoy culmina el Camino con retranca política: “Al Apóstol no le voy a hablar de esas personas; no se lo merecen”
Completa la ruta acompañado de su familia, entre el cariño de la gente, elogios a la gastronomía gallega y alusiones irónicas

Mariano Rajoy ha vuelto a ser peregrino. Diez años después de caminar junto a Angela Merkel una etapa del Camino de Santiago, el expresidente del Gobierno ha regresado a la ruta jacobea, esta vez desde Sarria y con un grupo más íntimo: su hijo Juan, un amigo de este, y su hermano Enrique.
Lo ha hecho en plena ola de calor y con el trasfondo político marcado por la reciente dimisión de Santos Cerdán como secretario de Organización del PSOE y las turbulencias en torno al informe de la UCO, pero sin perder el gesto afable, la prudencia calculada ni el peculiar sentido del humor que lo caracterizan.
La llegada se produjo a las 11.49 de la mañana de este martes, cuando Rajoy cruzó el Arco de Xelmírez y pisó la Praza do Obradoiro ataviado con bermudas, polo blanco, gorro de ala ancha y paso ágil. Allí, entre decenas de peregrinos que también finalizaban su Camino, saludó, posó para innumerables fotos y recogió su compostela. Aunque su llegada estaba prevista para el domingo o lunes, se retrasó un día respecto al plan inicial.
“Se lo recomiendo a todo el mundo”, aseguró a los medios. “A políticos y no políticos, a todo el que tenga un poco de tiempo y ganas. Eso sí, que antes se preparen un poco”, añadió con una sonrisa.
Tampoco quiso el expresidente perder la ocasión de reivindicar la gastronomía gallega, tras haber degustado el tradicional pulpo en Melide y otras especialidades locales. “En Galicia comemos muy bien”, resumió, tras confirmar que ya conocía esos platos de otras ocasiones pero que la experiencia, una vez más, le había parecido “fantástica”.
A pesar del ambiente relajado y festivo, Rajoy no estuvo desconectado de la actualidad. Lo reconoció él mismo: “Estoy al tanto, pero no voy a entrar en detalles”. Una negativa con la que supo tirar de esa retranca tan suya ante la insistencia: “Yo al Apóstol no le voy a hablar de esos asuntos ni de esas personas. No se lo merecen”.
Una retranca que, más allá de la actualidad política, se hizo extensible al buen ambiente en general que acompañó al Rajoy más peregrino. Así, una peregrina en bicicleta lo saludó con un “muchos días y buenas gracias”, guiño al conocido lapsus del propio Rajoy. No faltó tampoco el 'gaiteiro' tradicional, la larga cola para entrar en la misa del peregrino, que finalmente no esperó, ni la obligada visita a la oficina de acogida para sellar oficialmente el final de su Camino.
De este modo, y como en tantas otras ocasiones, Rajoy consiguió mezclar lo solemne con lo cotidiano, la política con lo popular, y el debate con la retranca.
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