Política

El PP de Vigo vuelve a empezar

La dimisión de su presidenta, Marta Fernández-Tapias, conduce a la formación a diciembre de 2021: búsqueda y consolidación de un liderazgo antes de las municipales de 2027

La nueva gestora, con el presidente provincial, Luis López (abajo, a la derecha).
La nueva gestora, con el presidente provincial, Luis López (abajo, a la derecha). PP de Vigo

La desbordante alegría de la noche electoral el domingo 18 de febrero se extendió por todas las sedes de los populares gallegos. También en Vigo, donde cientos de militantes y simpatizantes se dieron cita en un céntrico hotel para saborear una dulce victoria en la ciudad más grande de Galicia.

La consecución de esta felicidad para los populares hace tiempo que no suele ser tan frecuente en una urbe industrial gobernada con puño de hierro por Abel Caballero desde el año 2007. Camino ya de los 78 años, el alcalde socialista cumple su quinto mandato con una mayoría absoluta que, si bien ha menguado levemente, sigue sin ofrecer ejemplos similares en ninguna otra gran ciudad española.

Suyos fueron en mayo de 2023 más del 60% de los votos que se tradujeron en 19 concejales. Los optimistas señalan que se dejó casi siete puntos y un acta en cuatro años; los pesimistas, que no se vislumbra alternativa en una ciudad donde los altavoces sociales y mediáticos, por los motivos que sea, están encantados con su alcalde.

Y es precisamente la ausencia de esa alternativa la que se ha complicado en las últimas semanas. Ya en campaña, un PSOE a la deriva y desnortado, también en Vigo, trató de arañar votos a costa de los populares vigueses, más concretamente de su líder, Marta Fernández-Tapias, haciendo pública la decisión personal que esta había tomado de abandonar la política tras estos comicios.

Un hecho respetable, que hubiese correspondido a la propia implicada hacer público, pero un hecho, qué duda cabe, inoportuno en una ciudad ‘inalcanzable’ y en un partido en el que todavía supuran las heridas.

La figura de Javier Guerra

No en vano, el PP de Vigo suma demasiado tiempo con una fractura interna que Fernández-Tapias estaba consiguiendo, en parte, corregir. Una quiebra que se remonta al final del primer mandato de Núñez Feijóo en la Xunta. Entonces, tras renovar mayoría absoluta, el presidente sólo prescindió de un conselleiro, el de Economía, Javier Guerra, que tiempo después, y tras haber renunciado a ser él mismo candidato según apuntan desde dentro, decidió presentarse para presidir el PP de Vigo.

Fuese por venganza o por legítimo interés político, lo cierto es que Guerra perdió la batalla contra Elena Muñoz, ‘candidata oficial’ y antigua conselleira de Hacienda, en diciembre de 2016.

Sin embargo, Javier Guerra se mantuvo ahí, a la expectativa, esperando acontecimientos con casi medio partido de su lado -aquella noche obtuvo más del 42% de los votos-. Y esos acontecimientos se precipitaron en las urnas, tres años después, con un Caballero disparado por encima de los 100.000 votos y un PP aislado y en caída que apenas sumó más de 20.000 actas.

Elena Muñoz presentó inmediatamente su dimisión dando paso a una gestora interna para la que el propio Feijóo recurrió, por su cuenta y riesgo, a la que fuera última alcaldesa popular, Corina Porro, con cuentas todavía por saldar.

Otro congreso local

La ex regidora condujo el partido a otro congreso local en el que Guerra volvió a hacer acto de presencia. Y lo hizo, curiosidades de la vida y de la política, respaldado por la que fuera su rival, Elena Muñoz. Un congreso caliente que contribuyó a fraccionar todavía más el partido, y en el que Guerra empleó todas las armas, hasta el punto de descubrirse, durante la campaña, que había afiliado a 19 personas con cargo a su cuenta bancaria para que pudiesen votar esa jornada.

Finalmente, Guerra volvió a perder, otra vez contra la ‘candidata oficial’, en esta ocasión Marta Fernández-Tapias, que alcanzaba la Presidencia del PP de Vigo en diciembre de 2021 con una amplia lista de tareas que abordar: unificar el partido, dotarlo de mayor presencia en la ciudad y configurar un equipo capaz de hacer sombra el omnívoro Abel Caballero.

En mayor o menor medida, Fernández-Tapias logró el objetivo: las dos familias populares comenzaron a acercarse, los eternos descontentos abandonaron el barco, y los que permanecieron aunaron fuerzas para luchar contra lo imposible. El resultado: casi 5.000 votos más y un nuevo edil, el quinto, en la corporación municipal.

Como recompensa, Marta Fernández-Tapias ascendió a vicepresidenta de la Diputación de Pontevedra, un cargo con presencia en Vigo, donde el ente provincial tiene una sede propia en pleno casco histórico, y que le permitiría consolidar su figura y liderazgo y seguir creciendo en una carrera contra Caballero en la que el tiempo parece el mejor de los aliados populares.

Tiempo que, sin embargo, y por los motivos que sea, se les acaba escapando entre los dedos. En este caso, con una dimisión que conduce todo al punto de partida, a una gestora, capitaneada esta vez por la actual delegada de la Xunta en la urbe, Ana Ortiz, y que asume el reto de “comenzar a funcionar de inmediato a favor de la ciudad y de los vigueses”.

Lo cierto es que el PP de Vigo vuelve a empezar, quizás más unido después del último empujón de Fernández-Tapias, pero otra vez a la espera de un congreso y, lo más importante y difícil, de definir y consolidar un liderazgo. Algo que estaba comenzando a logra la ya ex presidenta local, y para lo que no se vislumbran demasiadas alternativas.

En el último gobierno de Rueda el único conselleiro de Vigo era el de Sanidad, Julio García Comesaña, con un evidente perfil técnico alejado de las peculiaridades municipales. Y en el ayuntamiento, el grupo local se ha renovado y no presenta tampoco grandes nombres.

Un recomienzo en el que está por ver si se vuelve a entrometer Javier Guerra. Fuentes internas lo consideran poco probable, descartable. Casi imposible que después de dos derrotas se exponga a un tercero fracaso, apuntan. Si no lo hace, significará que el PP de Vigo ha dado un paso muy importante en este volver a comenzar: la consecución de la unidad. Todo lo demás está por construir.