Alberto Chicote revela cómo hacer las mejores torrijas: la clave está en estos dos ingredientes

Con la Semana Santa ya en marcha, las calles de ciudades y pueblos de toda España vuelven a llenarse de fervor, tradición y sentimiento religioso. Pero más allá de las procesiones y los pasos, hay otro elemento que cobra un protagonismo innegable en estas fechas: la cocina. Y es que, cuando llega esta época del año, muchas familias aprovechan para reunirse alrededor de una mesa cargada de sabores tradicionales, siendo los dulces los auténticos reyes de la celebración.

Entre buñuelos, pestiños, leche frita o la mona de Pascua, hay un postre que nunca falta y que despierta una pasión especial: las torrijas. Con orígenes que se remontan al siglo XV, este sencillo pero delicioso manjar se ha convertido en todo un símbolo de la gastronomía de Semana Santa. Aunque la receta clásica sigue siendo la más extendida, cada vez son más los chefs que se atreven a darle su toque personal. Y uno de ellos, como no podía ser de otra forma, es Alberto Chicote.

La versión de Chicote: una receta tradicional con un giro sorprendente

El conocido chef madrileño ha compartido a través de sus redes sociales cómo prepara él mismo este icónico postre. Aunque su receta parte de una base bastante clásica, incorpora dos ingredientes inesperados que marcan la diferencia: mandarina y pimienta negra. Sí, has leído bien. Estos dos elementos, poco habituales en la elaboración de torrijas, son para Chicote la clave para darles un sabor único y memorable.

Según explica el propio cocinero, todo empieza con una elección fundamental: el pan. Chicote utiliza tanto rebanadas de pan integral como de pan blanco, todas de entre dos y tres centímetros de grosor. Su consejo es que la miga esté bien compacta y no demasiado aireada. Incluso se atreve a sugerir opciones más atrevidas como panettone, bizcocho o magdalenas, aunque advierte que hacerlas con croissant sería “jodido”.

Ingredientes y preparación: el paso a paso del chef

Para la infusión de leche, Chicote emplea 1,5 litros de leche entera, a la que añade 180 gramos de azúcar, una pizca de sal, canela en rama, cáscaras de limón, naranja y mandarina, y las sorprendentes 20 bolas de pimienta negra. Esta mezcla se lleva a ebullición y, una vez hervida, se retira del fuego y se deja reposar tapada hasta que esté tibia. “No fría”, matiza el chef.

Una vez infusionada, la leche se cuela y se vierte sobre las rebanadas de pan colocadas en una bandeja profunda. Estas deben empaparse durante al menos una hora, dándoles la vuelta de vez en cuando para asegurarse de que se impregnan bien por ambos lados.

Mientras tanto, Chicote prepara el almíbar de miel que servirá como remate final. Para ello, mezcla 150 gramos de miel, 300 gramos de vino dulce, 300 gramos de azúcar y 200 gramos de agua. Todo se lleva al fuego y se deja cocer durante unos tres minutos. Luego, se deja enfriar ligeramente.

Cuando el pan ya está bien empapado, se escurre sobre una rejilla. A continuación, se baten un par de huevos y se calienta aceite en una sartén. Las torrijas se rebozan en el huevo y se fríen hasta que estén doradas por ambos lados. Se colocan sobre papel absorbente para retirar el exceso de grasa.

El último paso es sumergirlas en el almíbar de miel. Chicote recomienda colocarlas en una fuente honda, verter el jarabe por encima, taparlas y dejarlas reposar en la nevera hasta el día siguiente. “Hay que montar un cuerpo de guardia para que nadie asalte la nevera por la noche”, bromea el chef en su publicación.

La receta de Chicote es un claro ejemplo de cómo la tradición puede reinventarse sin perder su esencia. La mandarina aporta un toque cítrico distinto, mientras que la pimienta negra añade un matiz aromático inesperado, elevando el perfil de sabor de las torrijas a otro nivel. Un postre de siempre, pero con un guiño moderno que ya está conquistando a sus seguidores.

Así que ya lo sabes: si quieres sorprender esta Semana Santa con unas torrijas diferentes, pero igualmente deliciosas, sigue los pasos de Chicote y atrévete a incorporar esos dos ingredientes que marcan la diferencia. El resultado, como él mismo asegura, es “de escándalo”.