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Agricultura
Más del 60 % de las bodegas españolas no logra cubrir su plantilla para la vendimia
Esta fuga de mano de obra revela un desajuste entre la oferta y la demanda nacional

En un entorno laboral cada vez más condicionado por factores estructurales, sociales y medioambientales, el sector vitivinícola español se enfrenta a uno de sus mayores retos: la falta de mano de obra. Casi dos de cada tres bodegas (63%) no logran completar sus plantillas para la vendimia ni para las actividades vinculadas al enoturismo, según un el ProWein Business Report, lo que está provocando graves tensiones operativas en uno de los momentos más críticos del calendario agrícola.
Esta escasez de personal no es un fenómeno puntual, sino el reflejo de una transformación profunda del empleo en el campo. El tradicional modelo basado en disponibilidad local y experiencia previa ha dado paso a un panorama más complejo, donde factores como el clima, la movilidad laboral, la seguridad o la fidelización del talento cobran cada vez más peso.
Las condiciones de trabajo se han endurecido notablemente. El incremento de las temperaturas y las olas de calor recurrentes suponen un riesgo real para quienes desarrollan tareas en el exterior. Según datos del sindicato CCOO, apenas el 21% de los Equipos de Protección Individual (EPI) están prepara dos para enfrentar el estrés térmico, lo que deja al 79 % de los temporeros expuestos a situaciones como la deshidratación o los golpes de calor. Ante este escenario, garantizar la salud y la seguridad laboral ya no es solo una obligación legal, sino una herramienta decisiva para atraer y fidelizar el talento.
A las crecientes exigencias climáticas se suma un fenómeno cada vez más frecuente en los procesos de selección: el “ghosting” laboral. Actualmente, muchas campañas se ven interrumpidas no solo por candidatos que abandonan el proceso sin previo aviso, sino también por otros que, tras ser contratados, deciden dejar el puesto de trabajo de un día para otro. Esta inestabilidad complica aún más la cobertura de vacantes en un sector ya tensionado. Para reducir este tipo de situaciones, es necesario adoptar una estrategia de comunicación clara, honesta y continua: definir con precisión el perfil requerido, detallar de forma transparente las tareas, acompañar al candidato de manera cercana. “Debemos acompañar al candidato a lo largo de todo el proceso y asesorarle desde el primer momento. No se trata solo de cubrir una vacante, sino de generar confianza, implicación y una relación a largo plazo con el trabajador”, apunta Sílvia Balcells, CEO de Synergie España.
Mientras tanto, otros países están logrando captar parte del talento español. Según datos de la Federación de Industria, Construcción y Agro de UGT (UGT FICA), en 2023 más de 15.000 temporeros españoles viajaron a Francia para participar en la campaña de la vendimia, atraídos por un salario mínimo de 11,5 euros la hora. De ellos, tres de cada cuatro procedían de Andalucía.
Esta fuga de mano de obra revela un desajuste entre la oferta y la demanda nacional que debe ser corregido con urgencia. Sílvia Balcells, CEO de Synergie España asegura que "el sector vitivinícola español necesita adaptarse, no solo desde el punto de vista productivo, sino también laboral. Solo con planificación, protección adecuada y una nueva cultura de gestión del talento podremos garantizar el relevo generacional y la sostenibilidad del sector.”
En el contexto actual, la escasez de talento ya no se soluciona únicamente con salarios competitivos. Cada vez resulta más difícil encontrar perfiles disponibles y comprometidos, lo que ha llevado a muchas empresas del sector vitivinícola a adelantar sus campañas de reclutamiento. El objetivo es anticiparse a posibles abandonos, al absentismo y al llamado “ghosting” laboral, y así asegurar la cobertura de puestos clave durante la vendimia y otras fases críticas de producción.
Un ejemplo claro de los perfiles más demandados son los temporeros que, tras una buena campaña, pueden ser reubicados en otras cosechas agrícolas, como la del kiwi o la fresa, en otoño e invierno respectivamente. Esta continuidad entre campañas se ha convertido en una de las claves para fidelizar al personal, especialmente en un sector caracterizado por su alta rotación.
“La posibilidad de ofrecer continuidad más allá de una sola campaña marca la diferencia. Cuando un trabajador ve que puede encadenar empleos estacionales con cierta estabilidad, su compromiso con la empresa también crece”, explica Sílvia Balcells, CEO de Synergie España.
Además, las funciones en campo se han especializado. Antes, un vendimiador podía asumir varias tareas, pero hoy los roles se han diversificado: vendimiadores, cargadores de caja, conductores o técnicos de campo, entre otros. Este último perfil —el técnico de campo— resulta especialmente difícil de cubrir. Aunque idealmente debería tener formación en ingeniería agrónoma, muchos profesionales cualificados prefieren ocupar puestos de oficina, ligados a la gestión de subvenciones y menos expuestos a las condiciones atmosféricas, en lugar de realizar labores técnicas sobre el terreno. Esta brecha entre formación y disponibilidad práctica está dejando vacíos que afectan directamente a la producción vitivinícola de nuestro país.
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