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Gastronomía
¿Qué se come en Casa Marcial, el primer tres estrellas de Asturias?
Nacho y Esther Manzano se inspiran en el paisaje asturiano durante su proceso creativo en el que sus raíces son clave
Situado en la bucólica aldea de La Salgar, a tres kilómetros de la villa de Arriondas en el Concejo de Parres, Nacho Manzano y sus hermanas Esther, también al frente de los fogones, lo mismo que su hijo Jesús Sánchez Manzano, y Sandra, en la sala, convirtieron la casa en la que nacieron y crecieron en el restaurante que siempre soñaron en el mismo lugar en el que sus padres regentaron una casa de comidas por encargo. Bajo ese mismo techo, aprendieron el valor de la hospitalidad, del servicio y de la satisfacción de convertir a los clientes en amigos, que les inculcó su padre, mientras que de sus abuelas heredaron las recetas familiares y el amor por la cocina, de ahí que pronto comprendieron que sólo era posible una vida de respeto por la naturaleza y los productores locales: “Seguimos jugando, creando y divirtiéndonos como el primer día para que nuestros clientes y amigos disfruten y se sientan como en casa”, dice Nacho.
Lo cierto es que la vivencia en Casa Marcial comienza desde que atraviesas en coche el preciosísimo camino asturiano, que conduce a Arriondas enclavado entre el mar, el río Sella y la montaña y con unas maravillosas vistas a la Sierra del Sueve, al lado del Mirador del Fitu y a diez kilómetros de la Playa de Vega, en Ribadesella. Ante semejante paisaje, el cocinero se inspira en él durante su proceso creativo en el que sus raíces son clave, lo mismo que la riqueza gastronómica de un entorno, que se caracteriza por poseer unas estaciones muy marcadas.
Nacho Manzano pone en valor en cada plato el trabajo de los productores locales, de esos agricultores, ganaderos, pescaderos y artesanos, que son el motor del desarrollo rural y la verdadera esencia de su cocina, muy arraigada a la tierra y al respeto a los productos y productores locales. De ahí que en sus elaboraciones se saboree una tradición contemporánea asentada en una evolución técnica y creativa, que despierta la memoria gustativa del comensal: “Nuestra cocina es una prolongación de nuestra manera de entender la vida, exprimiendo la localización y la tradición como punto de partida para crear nuestro propio lenguaje culinario”, añade el cocinero al tiempo que confirma que “no concibo ningún restaurante que no mire por los productores. Casa Marcial si no fuera sido sostenible desde sus inicios no estaríamos aquí en estos momentos”, concluye.
En Casa Marcial propone tres menús fieles al producto y a la gastronomía asturiana: El Cachucho (220 y 119 de la armonía de vinos) con elaboraciones como su emblemática croqueta de jamón, el crujiente de mejillón con crema de codium y perejil, los níscalos escabechados con zanahoria asada, piñones y romero, fabes roxes con caldo de kalamata, atún ahumado, grasa de vaca y arándanos y el ravioli de piel de bacalao con berenjena y café. Los otros dos menús son: El Fitu (165 y 90 de los vinos) y La Salgar (130 y 60). Incluso, es posible comer a la carta en la que destacan el pichón acompañado de un “foie” de leche de oveja y anchoa, el calamar atemperado con salsa de tinta, mole de fabes y scoby y de postre, flores, sauco y helado de kombucha.
Asimismo, cuentan con otros conceptos: Gloria es la apuesta más urbana en Oviedo y Gijón. ¿Qué pedir? Las croquetas, la ensaladilla y el arroz con pitu caleya. Asimismo, Narbasu cuenta con 23 habitaciones para disfrutar del espectacular entorno de los picos de Europa y, además, los hermanos están al frente de un catering y del proyecto Hermanos Manzano, cuyo objetivo es llevar sus platos más icónicos donde se los demanden.
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