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El tsunami jurídico-económico que le espera a Antonio David cuando abandone “GH Vip”
Rocío Carrasco está dispuesta a dejar en la miseria a su ex y a su esposa
Se recrudece la guerra judicial de Rocío Carrasco contra Antonio David Flores y su esposa, Olga Moreno. La entrevista concedida por ésta última hace dos días al “Deluxe” fue grabada en su integridad por los abogados de Rocío para ver si existen indicios que aconsejen una nueva demanda, que se uniría a dos anteriores, contra Olga. Si Carrasco y sus asesores legales deciden iniciar un nuevo proceso judicial, la situación de la familia Flores podría convertirse en insostenible. Tal y como confesó Moreno en el plató, tiene pendientes un par de juicios con Rocío, y en cada uno de ellos le pide ciento cincuenta mil euros. Todo arrancó por ciertas declaraciones que la primera hizo sobre la segunda, en las que cuestionaba su papel como madre, y que la demandante considera que suponen una vulneración a su honor y a la intimidad personal y familiar. Hace ocho años que las dos no cruzan palabra, y aquella última conversación acabó con duros reproches de Moreno, que Rocío no ha perdonado nunca. El rencor está latente y se nota. Una persona muy cercana a Fidel Albiac, marido de Rocío Carrasco, nos desvela que “ellos no van a parar hasta que la Justicia les dé la razón, porque están convencidos de que Antonio David y su mujer perderán todos los juicios. Es una guerra sin cuartel, eso lo tienen muy claro". Pero desde el círculo más cercano a la parte contraria creen que “lo que no perdona Rocío a su ex es que le haya 'quitado' a sus hijos. No se da cuenta de que son ellos los que decidieron irse a vivir con su padre. Lo que tendría que analizar esa señora es el motivo de esas dos huidas, y, sobre todo, el daño que está haciendo a sus hijos con esta encarnizada batalla judicial contra su padre y Olga que demuestra su odio brutal hacia ellos".
Cuando Antonio salga de “Gran Hermano VIP” se va a encontrar con una realidad que la incomunicación a la que está sometido desde que entró en la casa no le permite ni adivinar. El mismo día que ponga un pie en la calle se enterará de que tiene, a partir de ese momento, 24 horas para depositar ochenta mil euros en concepto de fianza en el juzgado número 2 de Alcobendas para hacer frente a su responsabilidad civil en caso de ser condenado por una presunta estafa procesal e insolvencia punible en el marco del proceso de denuncia de su ex mujer, Rocío Carrasco, por alzamiento de bienes. La hija de la recordada Rocío Jurado acusa al ex guardia civil de no haberle pasado la pensión alimenticia de sus hijos, declarándose insolvente, cuando, a su juicio, cobraba a través de terceras personas. La denuncia estima en unos doscientos mil euros el importe de lo percibido por Flores. La intención inmediata de Rocío es que se le embarguen las cantidades necesarias a Antonio durante su concurso en “GH”, donde, dicen, está ganando entre veinticinco y treinta mil euros a la semana que no podrían disfrutar si se hace efectivo el embargo.
Es la hija de Antonio y Rocío, defensora de su progenitor en los debates del “reality”, quien lanza un mensaje muy claro a su madre: quiere una reconciliación con el fin de firmar una paz tan necesaria para todos. Ro, como se la conoce familiarmente, intentaría convencer a su progenitora para que cesen las hostilidades judiciales que tanto daño están causando a unos y otros. Pero ha obtenido la callada por respuesta. Rocío se muestra inflexible en sus decisiones, y ni esa llamada a la desesperada de su hija se “merece”, por lo que se ve, un simple cambio de reflexiones. La cuestión es que la relación entre ambas es nula. Y nadie quiere una “rendición” con condiciones. Si, como se rumorea, es Fidel Albiac quien más empuja a su esposa a las trifulcas judiciales, mal favor le está haciendo a las dos familias. Los enfrentamientos ya duran dieciocho años, y no se vislumbra un armisticio. Si los principales protagonistas de esta pugna tan larga ya deben estar sufriendo lo suyo, las víctimas colaterales también se ven perjudicadas por una lucha que no parece tener fin. Como afirma con pena Olga, “los hijos de mi marido no se merecen lo que les está tocando sufrir...”. Qué gran verdad.
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