Pasarela política
González Laya: tan diplomática que lleva todas las tendencias a la vez
Tenía yo ganas de que debatieran los PGE. A ver, que no estoy loco. Y masoca, lo justo. De lo que tenía ganas, fíjense la tontería, era de ver desfilar al hemiciclo rollo carrusel en una pasarela tipo Lou-vre. Entiendo su incomprensión, no se vayan a creer. Pero, díganme: si cayeron en la misma obsesión que yo y se apretaron al pelo los tres días de debate, ¿no les flipó constatar que Cultura y Ciencia existieran? Puedo compartir la alegría de los familiares de Uribes y Duque al verlos en televisión y el alivio de no tener que dar un telefonazo a Paco Lobatón para que los encontrara... Por cierto, Uribes está como en pause –como la Cultura–, pero a Duque el tiempo lo ha arrollado, atropellado y derrapado encima.
Ojalá una copla por el pasillo
El caso, que planteado como una semana de la moda, las «maisons» defraudaron, siempre defraudan... Pero fueron fieles a su espíritu que, bueno, si la fidelidad es una virtud y la virtud está en el término medio, corrigiendo a Aristóteles y que los dioses griegos me perdonen, llegaron al cinco raspado, que es un «sufi» de toda la vida. ¿Color de moda? Granate. Que daban ganas de cantar «Coñazo de grana y oro», perdón, capote, capote. También por la estigmatización del mundo del toro, que si es de derechas y tal... Yo no tengo ni idea, soy medio extranjero y se me escapa, pero al menos tararear la copla por los pasillos alfombrados del Congreso me parecía «outsider».
Vuelvo, que me pierdo. ¿Tendencia? La chaqueta de cuadros Príncipe de Gales. Mega. Y transversal. Del ala PSOE al extremo Vox. ¿«Must»? Perfecto (así se llama esa cazadora) de cuero. Les desarrollo el máximo común denominador y luego vamos al mínimo que, ahí, como diría Mary Kondo, está la miga, perdón, la yakisoba. El granate, no sé por qué, lo llevaba todo cristo. Desde Alberto Rodríguez en su jersey, a Olona en todas sus prendas, pasando por la corbata de Marlaska, la camisa de Baldoví –que la llevó dos días seguidos– y Pablo Iglesias. La cuadratura del círculo para descubrir que Alejandro y Pablo llevaban el mismo jersey de lana granate. El mismo. Que ni está de moda, ni favorece. De hecho, este color es un poco transicional. ¿Será eso? ¿Que estamos en una nueva transición? ¿Volverán las chaquetas de pana? Porque ahí, no.
En cuestión de chaquetas, el cuadro. Grande y desestructurada como la de Carmen Martínez de Ciudadanos; grande y levita como la de Calvo; o «stretch», hiper «strech» rollo «vedette» vestida de domingo de Patricia Rueda de Vox. Vox tiene, para mí, algo muy parecido a la tele de «Poltergeist» para Carol Ann. ¿Se han dado cuenta de la cantidad de diputadas en sus filas? ¿Todas con un pelo muy negro muy negro o muy rubio muy rubio? ¿Y que todas igual que sus homólogos hombres llevan la camisa más prieta de lo necesario? Esta «maison», como la de Podemos, es como un logo dorado: reconocible a cien metros. ¿Su atrezzo? Generoso escote, vale, pero siempre medalla de la Virgen reposando en la pechera.
En Podemos, nada de medalla. Cuello «desbocao» y listo. ¿Verdad, Irene? Ese body de algodón de andar por casa en gris rata, chiqui... ¡Madre mia! Y ¿De las «grands maisons» qué? Pues como siempre. El PP es como el Corte inglés y el PSOE como cuando el Corte Inglés va de moderno. Y ¿qué sale? Robles con perfecto y pañoleta o Lastra con perfecto y falda canesú. Cuando no, una Yolanda Díaz vestida de blanco oooootra vez para hablar de ERTES o Arancha González Laya, que no sé por dónde cogerla. Supongo que como ministra de Exteriores es diplomática con las tendencias y las lleva tooodas. Y todas le conducen a abotijarse. Con Zaira Cantero... Le ponemos foto, ahí se las apañen.
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