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Brené Brown, la gurú que anima a los famosos a airear sus miserias. ¿Terapia o psicología chatarra?

Harry y Meghan Markle contactaron con ella cuando llegaron a Estados Unidos

Brené Brown
Brené BrownLR.

Está de moda destapar las vergüenzas en público. Es lo que las abuelas llamarían orear los trapos sucios, pero con el relumbrón de la catarsis, la fragilidad y otros términos tan del gusto de los gurús de la autoayuda. Buena parte de la psicología está que trina con el asunto. En Estados Unidos, Oprah Winfrey abrió la veda con las entrevistas en las que el príncipe Harry y Meghan expresaron sus agravios contra la familia real británica. Ahora sabemos que la instigadora es Brené Brown, una especie de mesías del siglo XXI. Tiene 55 años y su mayor logro, según confiesa, es llevar 25 años sobria después de superar una larga lucha contra las adicciones. Vive en Houston con su esposo, el pediatra Steve Alley, y sus dos hijos. Con su hipnótico acento sureño ha conseguido que su charla Ted sobre el poder de la vulnerabilidad, grabada en 2010, se acerque a los 60 millones de visitas. Conmovedora y divertida, ha ido perfeccionando sus gestos y su oratoria hasta convertirse en toda una acaudalada superestrella del desarrollo personal.

Meghan contactó con ella recién llegados a su nueva mansión en Santa Bárbara para que les ayudase en su viaje introspectivo. «La adoramos», declaró Harry. «La amamos», recalcó Meghan. Brown les animó a quitarse ese «escudo de 20 toneladas de perfeccionismo» y mostrar su fragilidad ante una audiencia millonaria. No importa cuántos cadáveres dejan en el camino ni el desencanto que ha despertado el príncipe con ese «cálido baño de vergüenza» al que se están apuntando otras estrellas, empezando por la propia Oprah.

Los duques de Sussex junto a Oprah Winfrey
Los duques de Sussex junto a Oprah WinfreyHandout .VIA REUTERS

La gurú, consciente de que la gente encontrará un millón de razones para derribar a quien se muestra, comparte su particular receta para aniquilar la crítica: «Si estás en público y eres mujer, contrata a alguien para que te haga tres comentarios a los que valga la pena responder y elimina la mierda que no es». ¿Esto es terapia o psicología chatarra que nos vuelve aún más miserables y obsesionados con nosotros mismos? ¿Realmente la manifestación circense del dolor ayuda? Son preguntas que se hacen en sendos artículos Nick Haslam, psicólogo de la Universidad de Melbourne, y el divulgador científico Jesse Singal, críticos con las prácticas de Brown y preocupados porque «cada vez son más los hombres y mujeres que, sin darse cuenta, se transforman en feligreses de estos personajes que parecen enciclopedias de datos inútiles».

«La única forma de liberarse y escapar es decir la verdad», dice el príncipe Harry. Su afirmación conecta con el título de la docuserie de Rocío Carrasco. ¿Qué está pasando? El atractivo está, según Singal, en que el ser humano responde instintivamente a este tipo de historias porque son temas de gran interés social. «En lugar de centrarse en las reformas estructurales que necesita la sociedad, por un momento hacen sentirse poderosas a personas en situación límite». Nuestro cerebro narrativo se regodea en estas historias porque logran que nos sintamos parte del relato, como si alguien se hubiese tomado el detalle de plantarle un espejo.

Rocío Carrasco entra en Telecinco para hacer la última entrevista de su docuserie, 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', a 2 de junio de 2021, en Madrid. España.ROCIO JURADO;TELECINCO;TELEVISIÓN;FAMILIA;SERIEÓscar Ortiz / Europa Press02/06/2021
Rocío Carrasco entra en Telecinco para hacer la última entrevista de su docuserie, 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', a 2 de junio de 2021, en Madrid. España.ROCIO JURADO;TELECINCO;TELEVISIÓN;FAMILIA;SERIEÓscar Ortiz / Europa Press02/06/2021Óscar OrtizEuropa Press

«Celo misionero»

Otra característica es el «celo misionero» que exigen estos gurús. Para ello, no hay nada como añadir al relato alguna palabra poderosa o frases inspiradoras que se repetirán como un mantra, según demostró el psicólogo Gordon Pennycook en un experimento sobre la recepción y detección de tonterías pseudoprofundas. La única vacuna contra la tontería, según dice, es una sana dosis de escepticismo. El escritor Héctor Abad, crítico con este tipo de prácticas, advierte del riesgo de hablar desde el resentimiento. «Sirve solamente para buscar oportunidades de venganza y la venganza no es tan dulce como dicen, pues no expone al miedo de que el otro también se desquite». Buena parte de la retórica de Brown está presente en la exposición emocional de Rocío Carrasco. Ella añade el detalle de sentarse casi a horcajadas sobre el sillón de entrevistada, adoptando una de esas poses del poder que venden los gurús de la autoayuda. El fervor que ha despertado es casi intimidatorio, pero la duda es de nuevo necesaria: ¿es terapia o, como dicen los profesionales estadounidenses, psicología basura? El psicólogo Eparquio Delgado se niega a utilizar la psicología como señuelo. «Nada de esto tiene el mínimo sustento científico y me parece muy peligroso abordar un programa de televisión como un asunto psicológico cuando es claramente una cuestión política. Cada uno lo juzgará desde su posición ideológica, pero no pueden tratar de convencer de que esto ayuda. ¿A quién?».

Los psicólogos María Ibáñez y Jesús Jiménez tampoco creen que revelar los episodios más desgarradores de una vida en público sea necesario ni terapéutico. «Incluso puede enmascarar, y por consiguiente potenciar, un deseo de venganza por haberse sentido humillado». En su opinión, la fortaleza de la vulnerabilidad que aquí se muestra y que plantea Brown «está repleta de contradicciones, de palabrería absurda y confusa. Animar a alguien a exponerse, creyendo que eso va a resolver algo y sin que esa persona sepa cómo afrontar lo que ocurra después, es un disparate».