Famosos
Bárcenas hace abdominales con los VIP; por Jesús Mariñas
Al principio asombró, pero la selecta clientela se va acostumbrado a ver las dos horas de contorsiones del ex popular en la planta noble del gimnasio Reebook, propiedad de Carlos Sáinz, su hermano Antonio y Bruno Entrecanales. Es un centro elitista en Serrano para 3.500 socios que abonan alrededor de 650 euros mensuales, y donde se puede ver a Arias Cañete, el duquesito de Feria –cada día más alejado de Nati– Y Boris Izaguirre. Unos VIP en busca del tipo perfecto, moda a la que también se suma Bárcenas. Como diría Peñafiel, vale más por lo que calla. Éste siempre se sitúa en la zona vip –faltaría más–, según me revelaron durante el bautismo de la primera colección Ferragamo. Fue en el hasta ahora ennegrecido Hotel Santo Mauro, joya de la corona de Antonio Catalán y que Lorenzo Castillo ha sometido a un intenso lavado de cara. En el Santo Mauro vivieron Beckham y su familia largo tiempo. Allí lo acosó Anita Obregón, a quien llegaron a prohibirle la entrada por el terror que sintió el jugador merengue, menos entregado de lo que fue Davor Sucker.
Cambio de armario
Castillo ha puesto alegría en aquel sombrío lugar: flores rojas en los enormes cortinajes del antiguo palacio y redistribución de la herencia de Duarte Coelho, maestro de los decoradores, en los remozados salones. El escenario hizo una buena combinación con las cuatro maniquíes que desfilaron. Además de zapatos, se pudo ver un bolso, pieza de artesanía de esta firma italiana, cuyo fundador vistió los pies de Marilyn, Elisabetta Giusbertti, la mítica Gloria Swanson, Dolores del Río, la aún fabulosa Sofía Loren o Greta Garbo.
Todo muy aplaudido por el respetable y apretado público que allí se congregó. Entre ellos, Carmen Lomana, quien reconoció sentir frío. Esta primavera a muchas las lleva de calle al haber hecho ya mudanza en los armarios. Vestía ligera como una pluma. Destacaron también Mónica Martín Luque con Jorge Acuña –precioso pantatón el suyo– y Juanjo Oliva, de franela canela. Deborah Vilaboa, dentista del famoseo, los admiró, igual que hizo la duquesa de Sevilla. Creo que ya es la tercera o cuarta esposa de Paco de Borbón –y parece que la definitiva tras 18 años juntos, según reconoció a Lidia Lozano–.
Mientras, Clara Courel relanzaba a su novio Hugo Portuondo, entusiasmado con el aire tan agradable que Castillo ha dado a las vetustas paredes. Un círculo de curiosos rodeaba a Lomana, ansiosos de saber sobre el fin del programa de Anne Igartiburu. La vasca, colaboradora del espacio, parecía «Blancanieves y los siete enanitos». «Era terrible: la directora no tenía ni idea y había mucha censura», descubrió. Por eso largaron a Paloma Barrientos. Al parecer, nunca sabía qué podían decir y qué debían callar. Un ejemplo más de pluralidad de esa tele que pagamos todos y, cuidado, que nos cuesta. Carmen Lomana piensa en pasarse a La Sexta.
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